(ZENIT – 15 julio 2019).- «Fraternidad» para superar «la violencia de los que usan el nombre de Dios de manera blasfema»: este es el remedio que preconiza el Papa Francisco en una carta con motivo del 25 aniversario del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, en la calle Pasteur 633, alrededor de las 9:53 horas.
La carta del Papa, dirigida a la AMIA, fue publicada por la prensa argentina la semana pasada.
El cuartel general de Buenos Aires fue destruido hace 25 años, el 18 de julio de 1994, por un coche bomba: 85 personas murieron –76 de Argentina, 6 de Bolivia, 2 de Polonia y 1 de Chile– y más de 300 resultaron heridas, incluidos transeúntes. Un terrorista suicida también murió en el ataque, lo que podría haber sido una represalia contra la suspensión de la transferencia de tecnología nuclear a Irak…
El Papa, que en 2013 recibió a las familias de las víctimas en el Vaticano, repitió su oración: «Como el primer día, cada 18 de julio, mi corazón acompaña a las familias de las víctimas, judías o cristianas. Y desde el primer día, recé a Dios por el eterno descanso de aquellos que perdieron sus vidas en este acto de locura. También rezo por aquellos que sobrevivieron a la explosión, que desde entonces han sufrido heridas en sus cuerpos y almas».
El Papa señala que la religión no está en juego: «Sabemos bien», insiste el Papa, «que no es la religión la que incita y conduce a la guerra, sino las tinieblas en los corazones de los que cometen actos irracionales».
El ex arzobispo de Buenos Aires señala que esta «locura» no se limitaba a la Argentina. El Papa, que a menudo subraya la «crueldad» del terrorismo, señala que «la Tercera Guerra Mundial en fragmentos» perturba la vida de las víctimas y su futuro: «No conoce fronteras y ha mostrado su rostro cruel de este a oeste. Transformó a los esposos en viudas, a los hijos e hijas en huérfanos; y todo esto en el nombre de Dios, haciendo uso blasfemo de su nombre».
Para el Papa, el remedio está en la promoción de la fraternidad querida por Dios. «Ser hermanos» es la vocación a la que Dios llama «cada uno de nosotros», según el Papa: «Dios nos ha llamado a vivir juntos como hermanos y esta fraternidad nos abraza y nos une más allá de cualquier límite geográfico o ideológico. Todos formamos parte de la gran familia humana; esta conciencia de ser hermanos, así como los valores de respeto y tolerancia, debemos transmitirlos a las generaciones futuras. Es cierto que Dios nos creó iguales en derechos, pero también en deberes y dignidad. Para él, la paz no debe ser sólo nuestro derecho, su construcción debe ser nuestra obligación. Al conmemorar el 25º aniversario, estoy con ustedes y rezo con ustedes».