(ZENIT – 27 sept. 2019).- El Santo Padre Francisco ha recibido esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a los miembros de la Federación Internacional de Hockey sobre hielo y les ha dirigido el discurso que publicamos a continuación.
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Discurso del Santo Padre
Queridos amigos,
Me complace saludar y dar la bienvenida, a los que participáis en el Congreso semestral de la Federación Internacional de Hockey sobre Hielo. Agradezco al Presidente de la Federación, Sr. René Fasel, sus amables palabras.
El deporte es un canal muy especial para promover la paz y la unidad. Las actividades deportivas son lugares de encuentro donde se reúnen personas de diferentes orígenes. El hockey es un buen ejemplo de cómo el deporte exprese el sentido de estar juntos: es un juego de equipo en el que cada jugador tiene un papel importante que desempeñar. Y siempre, en los Campeonatos del Mundo, se puede ver la alegría de la gente de muchos países diferentes, la alegría de reunirse para experimentar la belleza del deporte.
También es importante tener en cuenta que el deporte tiene un papel que desempeñar en el crecimiento y desarrollo del conjunto. Por eso la Iglesia aprecia el deporte en sí mismo, como un campo de actividad humana en el que se pueden promover las virtudes de la sobriedad, de la humildad, del valor y de la paciencia, y en el que se puede dar testimonio de haber encontrado realidades bellas, buenas, verdaderas y gozosas (cf. Dare il meglio di sé 1 de junio de 2018, 1.3).
Es alentador saber que vuestro objetivo, como líder del hockey sobre hielo internacional, no es sólo disciplinar las directrices y normas del deporte, sino también hacerlo inclusivo y accesible a nivel mundial. El hockey sobre hielo requiere habilidades específicas y resistencia. Los jugadores deben dominar las técnicas de patinaje y mantener el equilibrio sobre el hielo, así como seguir el movimiento del disco y levantarse después de una caída. Los deportes de este tipo requieren horas y horas de entrenamiento. Y sosteniendo el desarrollo de este deporte en el mundo, estimuláis a jóvenes y mayores, hombres y mujeres, para que den lo mejor de sí mismos y promuevan relaciones amistosas dentro y fuera de la pista.
Además, me alegra que, el pasado mes de mayo, vuestra organización haya recibido la aprobación de los estatutos y reglamentos actualizados, y de que se haya añadido un nuevo Consejo de Ética. A veces, la mentalidad actual puede llevar a las actividades deportivas por el camino equivocado, pero hay que tener en cuenta que las normas existen precisamente para servir a ciertos propósitos y evitar caer en el caos. Los atletas honran el juego limpio no sólo cuando siguen formalmente las reglas, sino también cuando observan la justicia y el respeto hacia sus oponentes, de modo que todos los competidores puedan participar pacíficamente en el juego (véase ibíd., 3.2).
Con estos sentimientos, os aliento, así como a la Federación a seguir adelante, continuando con la misión de hacer que este deporte sea inclusivo y asegurar un ambiente comunitario saludable para todos los que participan en él. Que el Señor os bendiga y os dé siempre la alegría de hacer deporte juntos. Gracias.
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