ZENIT – 29 oct. 2019).- Ante la coyuntura que viven muchos países latinoamericanos, Cáritas de América Latina y El Caribe envió un comunicado oficial el pasado 26 de octubre “en solidaridad con los pueblos de la región”.
En el mismo, el Secretariado de Cáritas de América Latina y El Caribe, a través de Mons. José Luis Azuaje Ayala, presidente de la misma y arzobispo de la Arquidiócesis de Maracaibo, expresa su deseo de “llamar la atención sobre tantas situaciones trágicas y dolorosas, algunas de las cuales aparecen en el foco mediático actual, y sobre tantas otras que siguen siendo urgentes y desafiantes pero han dejado de ser noticia”.
Problemas en varios países
En especial, la organización manifiesta su “dolor por los sufrimientos debido a situaciones problemáticas que padecen algunos de nuestros pueblos de la región, como es el caso de Chile, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Puerto Rico, Haití, Honduras y Nicaragua, entre otros (…)”.
Y muestra su “solidaridad con todas aquellas personas, comunidades y pueblos enteros de nuestra Patria Grande que viven sumergidos en la pobreza, la inequidad, la exclusión y la indigencia, que viven descartados; y, también, con todos aquellos hermanos y hermanas que están trabajando decididamente por construir caminos de paz y de justicia para gestionar los conflictos y restablecer modos de convivencia que cuiden e integren a todos (…)”.
Sentido de la dignidad
A esta realidad, continúa explicando el comunicado, se une la “constatación de querer imponer por caminos democráticos en la región ciertas ideologías que han perdido sus valores y se erigen hoy día como paladines de un poder hegemónico”, y que utilizan “a los pobres y sus comunidades como medios para lograr fines políticos que trascienden fronteras nacionales y que permiten un nuevo colonialismo, debilitando el Estado de Derecho y la separación de poderes, lo que impide caminar hacia un marco de justicia y solidaridad”.
No obstante, Cáritas subraya también que los pueblos están “desgarrados pero no abatidos sufridos pero no deprimidos”, pues la fe del pueblo de Dios, “la fe de muchos, la inculturación de los misterios de Dios en la religiosidad popular de los pobres y sencillos de corazón se expresan en un profundo sentido de la propia dignidad de nuestra gente”, en “su pasión por la justicia, sus sentimientos y actitudes de solidaridad ante las circunstancias dramáticas de vida de sus semejantes en las calamidades sociales y naturales que los afligen” .
Diálogo entre actores sociales
Por otro lado, para construir la justicia y la paz, el texto señala la necesidad de que las autoridades, los partidos políticos, la sociedad civil y sus organizaciones, los movimientos populares, las universidades e intelectuales y la ciudadanía “se encuentren en diálogos abiertos y sinceros que permitan aunar esfuerzos para la construcción de una sociedad que todos sientan como propia y para la cual todos busquen el bien común”.
Al mismo tiempo, remite al Papa Francisco para referirse a la necesidad de empezar por reconocer que es necesario “un cambio para enfrentar problemas comunes a todas las y los latinoamericanos y a toda la humanidad, de carácter global, que ninguno puede resolver por sí mismo” y presentan la Encíclica Laudato Si’ como orientación para recorrer este “cambio urgente”.
4 tareas
Así, la nota también recuerda las 4 tareas que el Santo Padre propone asumir a corto, mediano y largo plazo: poner la economía al servicio de los pueblos, unir nuestros pueblos en el camino de la paz y la justicia, defender la madre tierra y hacer de la política un servicio a la vida y al bien común.
Además, el comunicado apunta que, como Cáritas de América Latina y El Caribe, se sienten «llamados a ser una presencia cercana, fraterna y animadora que acompaña esos caminos» y reiteran que seguirán trabajando “a pesar de las adversidades, sabiendo que Caritas es la caricia de la Madre Iglesia para con sus hijos e hijas”.
Y finalmente, invita a decir juntos: «ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez».