(ZENIT – 5 nov. 2019).- El presidente Sebastián Piñera decidió cancelar las cumbres APEC y COP 25, que iban a celebrarse en el país en los próximos meses de noviembre y diciembre, respectivamente.
Esta decisión, comunicada el pasado 30 de noviembre, según indica el diario chileno El Mercurio, fue realizada tras analizar las complejidades políticas y riesgos en materia de seguridad debido a las protestas sociales que está atravesando el país en las últimas semanas.
Efectivamente, el descontento de la población debido a la patente desigualdad social vivida en Chile continúa junto a las manifestaciones, los disturbios y las denuncias de violación de los derechos humanos.
La Cumbre APEC
El Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) es el principal foro para promover el crecimiento, la cooperación técnica y económica, la facilitación y liberalización del comercio y las inversiones en la región Asia Pacífico.
La Cumbre de la APEC, informa la página oficial del evento, fue un compromiso asumido por Chile hace más de cinco años, orientado a incrementar los vínculos con las 20 economías del Asia Pacífico. Tras su cancelación, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que Chile seguirá trabajando para que todo lo logrado “sea traspasado de la mejor manera a Malasia, economía que será sede de la Cumbre APEC del próximo año”.
COP25
De acuerdo a una notificación difundida por la propia ONU, la Conferencia del Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP25), que cuenta con la participación de más de dos mil personas procedentes de 93 países, se celebrará en Madrid (España) del 2 al 13 de diciembre de 2019.
No obstante, Chile seguirá ocupando la Presidencia de la misma y la ministra Carolina Schmidt ejercerá como presidenta designada.
Palabras del arzobispo de Concepción
Por otra parte, Mons. Fernando Chomali, arzobispo de Concepción, en declaraciones a Vatican News describió que Chile está dividido en dos y que la crisis «es una oportunidad para repensar el bien común».
El arzobispo subrayó también que “lo que se vive en Chile es la acumulación de la frustración de muchas personas que ahora han explotado”.
Dicha frustración se articula de dos maneras: “en las manifestaciones pacíficas, en las que ha participado más de un millón de personas y han participado de manera cívica, y la otra cara, violenta y que ha hecho daño y que ha generado la pérdida de puestos de trabajo y de bienes”, apuntó el prelado chileno.