(ZENIT – 23 nov. 2019).- El Consejo Episcopal Latinoamericano -CELAM- ha emitido un comunicado en el marco de la II Reunión sobre renovación y reestructuración. El mismo está dirigido a “todo el pueblo de Dios y a las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe”, y lleva por título “Caminar juntos por la paz de nuestros pueblos”.
En el mismo, la presidencia del mencionado cuerpo episcopal expresa que “en los últimos meses y semanas, en países hermanos como Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Haití, Nicaragua y Venezuela, vienen aconteciendo grandes movilizaciones ciudadanas, protestando por desigualdades e injusticias que son fruto del pecado que se ha institucionalizado, dando la espalda a los más pobres y marginados. Estas movilizaciones en muchas ocasiones han sido duramente reprimidas», señala el mensaje, agregando que el Papa Francisco recientemente ha recordado que en ocasiones “se ha pretendido justificar los crímenes cometidos por los agentes de las fuerzas de seguridad como formas legítimas del cumplimiento del deber». Estas son «conductas inadmisibles en un Estado de derecho» y, en general, «acompañan los prejuicios racistas y el desprecio por los grupos sociales de marginación».
El documento expresa su solidaridad de la presidencia del CELAM «con el pueblo y con nuestros hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y fieles laicos que dan testimonio valiente de su fe. Queremos unirnos a ellos y manifestarles nuestra cercanía y respaldo. Rechazamos toda forma de violencia y fractura social».
A la vez afirma que «El discernimiento evangélico sobre estas realidades, que son verdaderos signos de los tiempos, es urgente y necesario». Y continúa: «Como creyentes no dudamos en proclamar que Jesucristo es el único que puede redimir realmente a las personas y a las sociedades, y dar sentido radical a nuestros esfuerzos por la defensa de la dignidad humana».
Los obispos manifiestan su apoyo a «todas las iniciativas de diálogo para la paz que permitan reconstruir el dañado tejido social. Sólo con la amistad cívica y el compromiso solidario, en especial, con los más pobres y excluidos, podemos enfrentar esta crisis para avanzar hacia un futuro compartido más esperanzador».
A la vez, invitan «a las autoridades a asumir sus responsabilidades, garantizando el buen funcionamiento de sus respectivos países y de sus instituciones; asimismo, todos los ciudadanos debemos participar con responsabilidad por el bien común de la nación, y así derrotar la inseguridad, la corrupción, la impunidad, la violencia y todas las semillas de muerte. La violencia no se combate con la violencia. Destruir nuestros países no es verdadera solución. Es hora de actuar como hermanos y no como enemigos».
Cierra el documento una solicitud a las grandes naciones del mundo que «respeten el caminar de cada país, por pequeño que sea, deponiendo los propios intereses, y optando más bien por la ayuda solidaria» y encomendando a Santa María de Guadalupe que interceda por América Latina para hacer de «cada rincón de nuestra región un lugar donde se pueda amar a Dios, vivir con dignidad y disfrutar del don de la libertad a través del cual la justicia y la paz verdaderas sean posibles».
Firman la carta al pueblo de Dios y a las conferencias episcopales de América Latina y el Caribe el presidente del CELAM, Mons. Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo, Perú; el primer vicepresidente, Cardenal Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo, Brasil; El Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobipos de Managua y segundo vicepresidente del CELAM; Mons. Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey, México, y Mons. Juan Carlos Cárdenas, auxiliar de Cali y secretario General del CELAM.