(ZENIT – 10 dic. 2019).- Chemin Neuf (Camino Nuevo) es una comunidad católica, de marcado carácter ecuménico, nacida en Lion, Francia, en el año 1973 en un grupo de oración carismática católica. A día de hoy cuenta ya con 2.000 miembros repartidos por 32 países.
Su fundador es el sacerdote jesuita Laurent Fabre, quien decidió fundar esta Comunidad con el propósito de fomentar la unidad entre los cristianos de todas las confesiones.
Numerosos matrimonios, familias y célibes consagrados han elegido libremente servir al Señor en comunidad con el objetivo contribuir a esta unidad entre los cristianos.
Ofrecemos la entrevista a su fundador, el padre Laurent Fabre, realizada por Javier Navascués, redactor jefe de la Asociación Internacional Juan Pablo II.
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¿Cuál es el origen de ‘Chemin Neuf’?
P. Laurent Fabre: Cuando yo era un joven jesuita que todavía no era sacerdote tuve un encuentro con el Señor que transformó toda mi vida. Yo llevaba 12 años de vida jesuita sin ser sacerdote todavía.
Fue una experiencia espiritual muy fuerte, en la que sentí que para evangelizar había que vivir en comunidad. Lo pensé mucho y en esta época llegó un jesuita americano que nos hablaba mucho del Espíritu Santo, en esta época no se hablaba mucho del Espíritu Santo, pues como más tarde escribiría el futuro papa Benedicto XVI: “hay que reconocer que el Espíritu Santo se había quedado como el Dios desconocido” y esto me dio mucha luz.
Empezamos con un pequeño grupo, éramos 7 y empezamos a vivir una vida comunitaria en Lión (Francia). Mis superiores jesuitas estaban de acuerdo. Y esa comunidad de 7 creció y ahora somos 2.000 personas en 32 países.
Se reunían en la calle Camino Nuevo de Lion, Chemin Neuf en francés…
P. Laurent Fabre: Buscábamos un nombre para esta comunidad y nos quedamos el nombre de la calle.
Un nuevo camino dentro de la Iglesia…
P. Laurent Fabre: Sí la comunidad está fundada sobre dos pilares, la espiritualidad ignaciana, por eso digo que el verdadero fundador no soy yo, sino San Ignacio y sobre la Renovación Carismática. Y justamente San Ignacio vivió una experiencia de la renovación espiritual en el Espíritu Santo.
Y con marcada vocación ecuménica…
P. Laurent Fabre: Tenemos un carisma para la unidad, entre hombres y mujeres, parejas, unidad entre sacerdotes diocesanos y religiosos, unidad entre padres de familia y personas consagradas. Los matrimonios son cuatro veces más numerosos que los consagrados. De 2000 hay 400 célibes consagrados y el resto son casados.
Ecumenismo, bien entendido…
P. Laurent Fabre: El Papa actual tiene la misma postura ecuménica que nosotros. Cuando rezamos los teólogos pensamos, ¿cuáles son los modelos de la unidad para el futuro? Hay 9 modelos para la unidad de la Iglesia, pero el Papa ha elegido uno, “la diversidad reconciliada” y ese modelo es exactamente el que hemos vivido en los 40 años de vida comunitaria que llevamos. Nosotros en 2023 cumpliremos 50 años. La Iglesia católica tiene una misión de unidad, que el papa actual lo está aprobando.
Tenemos miembros que son protestantes, ortodoxos… ellos pueden ser miembros completos, lo único que no pueden hacer es ser superiores generales, pero pueden tener cualquier otra responsabilidad.
Ellos cuando participan en la Santa Misa no comulgan y son fieles a lo que pide su propia iglesia. Tenemos mucha prudencia en el tema ecuménico. Hasta ahora no hemos cometido muchos errores, por eso los obispos nos aman mucho.
Hay un libro, creo lamentablemente solo está en francés y no sé si existe una traducción en español. El titulo original es: La patience et l’utopie (La paciencia y la Utopía). El subtítulo es Jalons oecuméniques (Jalones ecuménicos). El autor es un jesuita, el P. Bernard Sesboüé. En la edición Desclée de Brouwer, en las páginas 223 a 234, habla de «¿Qué figura de unidad?, perspectivas abiertas para el diálogo ecuménico».
Y en obediencia a la Iglesia…
P. Laurent Fabre: Ya no soy jesuita porque cuando hubo sacerdotes jóvenes que querían entrar en la comunidad, el arzobispo de Lion, que era el presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, solicitó a los superiores jesuitas que yo pudiera ser el fundador de esta nueva comunidad y solicitamos el permiso de Roma. Yo quería seguir siendo jesuita porque estaba feliz, pero fundé la comunidad de Chemin Neuf por obediencia a los superiores.
¿Qué otros rasgos marcan su espiritualidad?
P. Laurent Fabre: En nuestra comunidad hay algunas hermanas que estaban muy cerca de la Orden carmelita, incluso hicieron experiencias de un mes en un Carmelo. Teresa de Ávila es una figura muy importante. Yo en los primeros años de la comunidad me imaginaba como un niño que no sabía ni andar y tenía a San Ignacio de Loyola en una mano y a Santa Teresa de Ávila en otra.
Vivimos en fraternidad de vida, en casas de la comunidad y tenemos una caja común, pero la otra mitad de la comunidad tienen su trabajo, su casa fuera y lo llamamos fraternidad de barrio. No queríamos que exista una orden tercera porque los que viven en la casa o los que viven en el barrio somo una misma comunidad.
En la comunidad hay célibes y matrimonios. Lo que es original es que las constituciones permiten a todos vivir la misma regla, tanto los que viven en las casa comunitarias como los que están fuera en la ciudad.
¿Cuál es su medio de subsistencia económica?
P. Laurent Fabre: Hay tres fuentes de ingresos. Por un lado, compartimos los sueldos de los que trabajan, los que están en la ciudad dan un diezmo de su sueldo, el otro tercio son donaciones y el último tercio son actividades apostólicas como un retiro para matrimonios en donde pueden dar lo que quieran, la voluntad y siempre sobra.
La Cartuja no la hemos comprado, ha sido una donación de los cartujos. Y el padre superior de La Cartuja nos dio 400.000 euros para hacer reformas.
¿Cómo ven en todo esto la mano de la Providencia?
P. Laurent Fabre: Cuando era joven jesuita un poco intelectual pensaba que la Providencia de Dios era para los principios de una comunidad, pero ahora 40 años después la Providencia está todavía muy viva.
¿Qué importancia tiene en usted el discernimiento de espíritus de San Ignacio de Loyola?
P. Laurent Fabre: Muchas, pues la mayoría de comunidades carismáticas nuevas ha tenido muchas dificultades, casi todas las comunidades nuevas han tenido problemas graves. Lo que nos ha ayudado mucho a nosotros han sido las reglas de discernimiento de espíritus de San Ignacio de Loyola. Por ejemplo todos los miembros hemos hecho los ejercicios ignacianos de 30 días y en ellos siempre hay una meditación de San Ignacio que nombra los problemas que han tenido las comunidades carismáticas. San Ignacio tuvo igualmente la tentación del dinero, la tentación del poder y la tentación sexual. Él fue muy fiel y eso nos ha ayudado mucho. Esta comunidad está protegida por esa experiencia de espiritualidad ignaciana. Hemos tenido menos dificultades que otras comunidades, pero también hemos tenido porque somos pecadores, pero no hemos tenido crisis graves. Lo más profundo que he descubierto, como dije en la conferencia, es que era un pecador.
Justamente cuando San Ignacio, que tenía muchos carismas, vio los efectos negativos de los mismos puso esas reglas de discernimiento y a nosotros nos ayudó mucho.
¿Quién puede pertenecer a la comunidad?
P. Laurent Fabre: Como en cualquier comunidad de vida apostólica las personas nos deben ir conociendo poco a poco, sin prisa. No hacemos propaganda, pero la comunidad va creciendo poco a poco. Yo estuve responsable durante 44 años y más bien intentaba frenar la admisión a la comunidad cuando algo iba demasiado rápido. Cuando los obispos nos pedían parroquias, abadías, había que tener el ánimo de saber decir no.
Hemos puesto mucho énfasis en la formación. Pensamos que hay que formar a la gente. Por eso cada año vienen matrimonios del mundo entero a formarse en la cartuja.
¿Cómo viven la obediencia al Superior en la comunidad?
P. Laurent Fabre: En la forma de San Ignacio, pues él era muy flexible y tenía mucha flexibilidad, no era rígido. La caricatura de su persona es la rigidez.
¿Cómo podría resumir su carisma en pocas palabras?
P. Laurent Fabre: Los papas anteriores, en particular Benedicto XVI, pero también el Papa Francisco han dicho que el objetivo de la renovación carismática tiene como objetivo la unidad de los cristianos. Cuando Jesús murió en la cruz dijo: “Padre que todos sean uno para que el mundo crea”. La renovación no es para hacer pequeños grupos de oración y la gente se sienta bien, sino para la unidad, esa es nuestra misión.