(zenit – 13 feb. 2020).- “Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas” escribe el Papa Francisco en su última exhortación apostólica, fruto del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, celebrado en octubre de 2019.
En “Querida Amazonia”, publicada el 12 de febrero de 2020, el Santo Padre expone cuatro grandes sueños “que la Amazonia le inspira”. Estos son: un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial.
“La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse”, redacta Francisco. “Por ello me atrevo humildemente, en esta breve Exhortación, a expresar cuatro grandes sueños que la Amazonia me inspira”.
La selva “es un ser”
En el tercer capítulo del documento, titulado “Querida Amazonia”, el Santo Padre reflexiona sobre el “sueño ecológico”. En el punto 42 del texto afirma: “Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde ‘la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes relacionarse’”.
La Amazonia es una totalidad plurinacional interconectada, un gran bioma compartido por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guayana Francesa. No obstante, el Pontífice dirige la exhortación “a todo el mundo”, especifica.
Preocupación por “nuestra tierra”
Por un lado, –señala– lo hace para “ayudar a despertar el afecto y la preocupación por esta tierra que es también ‘nuestra’ e invitarles a admirarla y a reconocerla como un misterio sagrado”; por otro lado, “porque la atención de la Iglesia a las problemáticas de este lugar nos obliga a retomar brevemente algunas cuestiones que no deberíamos olvidar y que pueden inspirar a otras regiones de la tierra frente a sus propios desafíos”.
El Señor, explica el Pontífice, “que primero cuida de nosotros, nos enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que cada día Él nos regala. Esta es la primera ecología que necesitamos”.
Los daños a la naturaleza afectan a las personas y a los ecosistemas –“inseparables”– de un modo “muy directo y constatable”, indica el Papa, porque –dicen–: “Somos agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios. Por lo tanto, pedimos que cesen los maltratos y el exterminio de la Madre tierra. La tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le han cortado las venas a nuestra Madre tierra”.
Grito de la Amazonia
El grito de la Amazonia alcanza a todos porque la “conquista y explotación de los recursos […] amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como ‘casa’”, cita el Papa Francisco de san Juan Pablo II. Y advierte: “El interés de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima del bien de la Amazonia y de la humanidad entera”.
Además de los intereses económicos de empresarios y políticos locales, están también “los enormes intereses económicos internacionales”, recuerda. “Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales”, recupera el Papa de su encíclica Laudato Si’.
Sistema normativo
Para cuidar la Amazonia, observa el Papa, es bueno “articular los saberes ancestrales con los conocimientos técnicos contemporáneos, pero siempre procurando un manejo sustentable del territorio que al mismo tiempo preserve el estilo de vida y los sistemas de valores de los pobladores”.
“Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen” advierte Francisco, “y los recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico y tecnológico”. Por ello, exhorta con urgencia a “crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia”.
Contemplar la Amazonia
“Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la Amazonia y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera. Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor despierte un interés hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos íntimamente unidos a ella y no sólo defenderla, y entonces la Amazonia se volverá nuestra como una madre”.
Además, el Papa propone un paso más: Recordar que una ecología integral no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas, jurídicas y sociales. “La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos”, asegura.
Poesía que salvará al mundo
Si bien el obispo de Puerto Maldonado (Perú) David Martínez de Aguirre, señaló que la exhortación postsinodal “Querida Amazonia” es un “poema de amor proclamado a toda la Iglesia Universal y a todas las personas de buena voluntad”, el Papa Francisco escribe en el documento que “solo la poesía, con la humildad de su voz, podrá salvar a este mundo”.
Y asegura que “la poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que hoy muchos compartimos”. La “verdad insoslayable” es que, en las actuales condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran seguir creyendo que no pasa nada, lamenta Francisco.
Los poetas populares “han tratado de expresar lo que este río les hace sentir y la vida que él regala a su paso, en una danza de delfines, anacondas, árboles y canoas”, redacta el Papa. “Pero también lamentan los peligros que lo amenazan. Estos poetas, contemplativos y proféticos, nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza y que nos deja sin una existencia realmente digna”.