(zenit – 26 febrero 2020).- “La superación de la globalización de la indiferencia solo será posible si estamos dispuestos a imitar al buen samaritano”. Una parábola, que inspira a vivir mejor el tiempo cuaresmal y “que nos indica tres actitudes fundamentales: ver, sentir compasión y cuidar”.
Estas palabras forman parte del mensaje del Papa Francisco para la 57ª edición de la Campaña de Fraternidad de la Iglesia en Brasil, bajo el título “Fraternidad y vida: don y compromiso”, difundido hoy, 26 de febrero de 2020, por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Se trata de una iniciativa anual de solidaridad promovida durante la Cuaresma por la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB) y que comienza hoy, Miércoles de Ceniza.
Tiempo de oración y conversión
Francisco recuerda también que la Cuaresma constituye un momento “fuerte de oración y conversión en el que nos preparamos para celebrar el gran misterio de la Resurrección del Señor”.
En estos cuarenta días, remarca la invitación a reflexionar sobre el significado más profundo de la vida, “seguros de que solo en Cristo y con Cristo encontramos respuesta al misterio del sufrimiento y de la muerte”, pues “no hemos sido creados para la muerte, sino para la vida y la vida en plenitud, la vida eterna”, puntualizó.
Servicio a los hermanos
En el texto, el Papa expresa también su alegría porque la Iglesia en Brasil, desde hace más de 5 décadas, organiza esta Campaña de Fraternidad en Cuaresma. En ella se comunica la importancia de no separar la conversión del servicio a los hermanos y hermanas, especialmente a los más necesitados.
“Este año el tema de la Campaña trata precisamente del valor de la vida y nuestra responsabilidad de cuidarla en todas sus instancias, porque la vida es un don y compromiso; es un presente amoroso de Dios, que debemos cuidar continuamente”, indica el Pontífice.
Iglesia samaritana
Y agregó que, de manera particular, es preciso cuidarla ante tantos sufrimientos que aparecen por todas partes y que “provocan los gemidos de la hermana Tierra, que se unen a los gemidos de los abandonados del mundo, con un lamento que nos exige otra dirección”, motivo por el que estamos llamados a ser una Iglesia samaritana.
A semejanza de Dios, que escucha el grito de ayuda de los que sufren, “debemos abrir nuestros corazones y nuestras mentes para dejar resonar en nosotros el grito de nuestros hermanos y hermanas necesitados de ser alimentados, vestidos, alojados y visitados”, apuntó.
Fortalecer la compasión
Hacia el final de su Mensaje, el Papa Francisco subraya que, “la Cuaresma es un tiempo propicio para que, atentos a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, fortalezcamos en nosotros la compasión, nos dejemos interpelar por el dolor de los que sufren y no encuentran a nadie que les ayude. Es un tiempo en el cual la compasión se concretiza en la solidaridad, en el cuidado”. Y remite a la bienaventuranza de Mt 5,7: “¡Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia!”.
Por último, el Santo Padre, por intercesión de santa Dulce de los Pobres, a quien canonizó en octubre pasado y que fue presentada por los obispos de Brasil como modelo para todos aquellos que ven el dolor del prójimo, sienten compasión y cuidado, pide “al Dios de la Misericordia que la Cuaresma y la Campaña de Fraternidad, inseparablemente vividas, sean para todo el Brasil un tiempo en el que se fortalezca el valor de la vida como don y compromiso”.