(zenit – 1 abril 2020).- Con motivo de la alerta sanitaria por la COVID-19, las monjas de diez conventos de clausura de la Diócesis de Córdoba, al igual que la mayoría de las diócesis de España, se suman a las múltiples iniciativas solidarias para paliar las carencias de material sanitario en el país. En concreto, ellas se proponen elaborar más de 7.000 mascarillas.
Es un trabajo que realizan como un servicio a la población que sufre las consecuencias de la pandemia del coronavirus, informó COPE, ayer 31 de marzo de 2020.
Diez comunidades de clausura
Hasta 10 comunidades de clausura de la Diócesis de Córdoba están llevando a cabo este trabajo voluntario, participando a su vez en la vida de la Iglesia mediante la oración.
Estas comunidades son: las Clarisas de Santa Cruz, las Carmelitas de la Antigua Observancia, las Jerónimas, las Capuchinas, las Cistercienses de la Encarnación o las Carmelitas Descalzas de Santa Ana de Córdoba, hasta las Concepcionistas de Hinojosa del Duque, las Clarisas de Montilla, Carmelitas Descalzas de Aguilar de la Frontera y las Agustinas Recoletas de Cabra.
Cada comunidad realiza su trabajo a distinta velocidad según las condiciones del convento y el número de monjas, pero todas ellas están colaborando en esta ayuda a favor de la lucha contra el coronavirus.
“Gran experiencia para todas”
Las comunidades cuentan con largos rollos de tela, cinta elástica y alambre cubierto por plástico para la sujeción de las mascarillas, material facilitado por los obispos y donaciones de entidades privadas, confirman desde la fuente citada.
Ante la emergencia sanitaria que estamos viviendo, elaborar mascarillas “nos llena muchísimo, es una experiencia para todas”, reconoce la madre María Dolores, priora de las Carmelitas del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús.
Las religiosas aprovechan este momento para reflexionar sobre sus vidas en clausura, “nosotras la hemos elegido, atendiendo una llamada; el confinamiento es obligado”. Y la madre María Dolores cree que la sociedad se encuentra así porque “se han ido apartando valores esencialmente humanos, se ha vivido en la cultura de la muerte y ahora la muerte nos hace temblar”.
Con la elaboración de las mascarillas “nos hemos encarnado más en la Iglesia diocesana, nos sentimos útiles en la ayuda a nuestra Iglesia” y además, “sufrimos con los que sufren, llevamos por delante toda la humanidad, todo el dolor”, añaden.