(zenit – 7 abril 2020).- El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida exhorta a acompañar a las personas mayores, las más vulnerables ante la soledad y el coronavirus, y pide orar por ellas: “Estrechémonos a su alrededor, con el pensamiento y con el corazón, y cuando posible, actuemos, para que no estén solos”.
De este modo, la Congregación Vaticana ha difundido un mensaje “sobre las personas mayores en tiempo del coronavirus” este martes, 7 de abril de 2020, en el que revela un pensamiento de “preocupación y agradecimiento” por los ancianos.
El texto comienza con la cita del Papa Francisco: “En el corazón de esta tempestad inesperada y furiosa nos hemos dado cuenta de estar en la misma barca” y recuerdan que “al interior están también las personas mayores”. Como todos, “son frágiles y están desorientadas”.
Su generación, en estos días “difíciles para todos” está pagando el precio más alto a la pandemia de COVID-19, señalan. “Las estadísticas nos dicen que en Italia más del 80% de las personas que han perdido la vida tenían más de 70 años”, apuntan en la nota.
Tenemos una “responsabilidad común”
La ciencia nos dice que el motivo por el cual tantas personas mayores mueren es porque “ellas son más frágiles”, y que el virus tiene un porcentaje de mortandad más elevado en las personas que tienen una o más patologías previas, reseña el Dicasterio. “Se trata de una explicación convincente, pero que podría hacernos pensar que casi no se puede hacer nada”, reflexionan.
Frente al escenario de una generación golpeada de una manera tan fuerte, “estamos llamados a una responsabilidad común, que nace de la conciencia del valor inestimable de cada vida humana y por la gratitud hacia nuestro papás y abuelos”, señalan. “No dejemos solas a las personas mayores, porque en la soledad el coronavirus cobra más vidas”.
Curar la soledad
Hace unas pocas semanas, recibiendo a los participantes al primer congreso internacional de la pastoral de las personas mayores, organizado por el Dicasterio, el Santo Padre afirmó que “la soledad puede ser una enfermedad, sin embargo, con la caridad, la cercanía y el consuelo espiritual podemos curarla”.
Estas palabras ayudan a comprender que, “si es verdad que el coronavirus es más letal cuando encuentra un cuerpo debilitado, en muchos casos la patología preexistente es la soledad”, aclaran los miembros del Dicasterio para la Vida.
“No es casualidad que estamos presenciando la muerte, en proporciones y formas terribles, de tantas personas que viven fuera de sus casas y apartados de su núcleo familiar, en condiciones de soledad en verdad desgastantes y deprimentes”, observan.
Por esto, la Iglesia llaman a hacer “todo lo que sea posible para remediar esta situación de abandono que, en las circunstancias actuales, podría significar salvar vidas humanas”.
A pesar de tantas iniciativas en tal sentido que la Iglesia está poniendo en práctica, el Dicasterio llama a todos a “hacer algo más” y aseguran que “individualmente o como Iglesias locales, podemos hacer mucho por las personas mayores: orar por ellas, curar la enfermedad de la soledad, activar redes de solidaridad, y mucho más”.
Residencias de mayores
En su mensaje, el Dicasterio solicita una particular atención a “aquellos que viven al interno de las estructuras residenciales”, porque “escuchamos cada día noticias terribles sobre las condiciones en que se encuentran”, advierten, “y ya son miles de personas que han perdido la vida”.
En otras circunstancias, sin embargo, “la crisis actual es hija de una abandono existencial y terapéutico que ha comenzado en el pasado”. Aún en la compleja situación que vivimos, “es necesario aclarar que salvar las vidas de las personas mayores que viven en las instituciones, o que están solas o enfermas, es una prioridad del mismo modo que salvar a cualquier otra persona”.
En este sentido, hacen un llamamiento a los países en los cuales la pandemia no ha tomado grandes dimensiones, en los que “es aún posible tomar medidas preventivas para protegerlos” y “actuar para encontrar soluciones emergentes”.
No se trata de algo secundario, de ello depende el futuro de nuestras comunidades eclesiales y de nuestra sociedad porque, como dijo recientemente el Papa Francisco, “las personas mayores son el presente y el mañana de la Iglesia”.