(zenit – 1 junio 2020)-. Hoy, en el día de la reapertura de los Museos Vaticanos tras el confinamiento, su directora, Barbara Jatta, habla sobre la restauración y la importancia histórica y artística de algunas piezas “encontradas”, que ahora constituyen una muestra representativa de las tendencias museográficas y de cómo los cambios en el gusto afectan al disfrute de las obras de arte.
Según escribe la propia directora en un artículo publicado por Vatican News, todo empezó hace dos años, durante una visita a Santa María de Galeria, espacio extraterritorial del Vaticano, al norte de Roma, donde los Museos Vaticanos y otras instituciones de la Santa Sede tienen actividades y almacenes.
Allí, entre los estantes de un almacén lleno de objetos, Jatta encontró una caja polvorienta con la inscripción “marcos de Rafael”.
Marcos de Rafael
Pocas semanas después, los restauradores del Laboratorio de Pintura y Materiales de Madera del Museo abrieron la caja y encontraron las varillas de algunos marcos, hechos de madera de pino curada y hojas de papel de oro. Inmediatamente, identificaron que estos pertenecían a las famosas pinturas de Rafael de la Pinacoteca Vaticana: el Retablo Oddi, la Virgen de Foligno y la Transfiguración
La directora explica que a través la historia de estos marcos “redescubiertos” es posible “contar no solo los acontecimientos de los Museos Vaticanos en los últimos doscientos cincuenta años, sino también ofrecer una muestra representativa de las tendencias museográficas y cómo los cambios en el gusto afectan al disfrute de las obras de arte”.
Investigación
Para identificar los marcos encontrados se consultó la Fototeca Histórica de los Museos Vaticanos y a su directora, Paola Di Giammaria. De este modo, tuvo lugar la investigación de las fotografías de las salas en las que se han conservado las pinturas de Rafael desde 1816 hasta hoy.
El resultado de la misma es una serie de imágenes fotográficas que “cuentan” las vicisitudes sufridas por las obras y los marcos: “Desde su exposición en la Sala de Bolonia en la época del Papa Pío IX, pasando por su traslado a la nueva Pinacoteca de Pío X en 1909, hasta su traslado y sustitución por el emplazamiento en la grandiosa Sala VIII dedicada a Rafael, con los tapices de la Vieja Escuela y los tres grandes retablos vaticanos, de la flamante Pinacoteca que Luca Beltrami concibió para Pío XI al día siguiente de la firma de los Tratados de Letrán”.
Este último, describe Jatta, junto con Biagio Biagetti, “quitó los marcos dorados y los reemplazó por pesados marcos de madera de nogal oscuro intercalados con un papel tapiz floreado sobre un fondo oscuro”. Las predelas (parte inferior de un retablo de pintura o escultura) “fueron incorporadas en este arreglo (con la cuestionable elección de colocar la predela del Pala Baglioni debajo de la Madonna di Foligno)”.
Esta instalación estuvo en funcionamiento desde 1932, cuando se inauguró la Pinacoteca, hasta finales de los años setenta del siglo XX, “cuando se consideró demasiado invasiva y pesada y se decidió retirarla y dejar los tres retablos sin marco y colocar las dos predelas, el Retablo Oddi y el Retablo Baglioni, en vitrinas separadas”.
Regreso a lo antiguo
Actualmente, apunta Bárbara, el minimalismo de esos años ha sido superado por el regreso a un “antiguo” arreglo: “hemos regresado al disfrute de las obras como habían sido vistas durante siglos por los admiradores vaticanos del gran Rafael”.
La directora señala que resultaría sugerente pensar que los marcos habían sido colocados en las obras por los emisarios de Napoleón, “quienes los retiraron de los altares de sus asientos originales después del Tratado de Tolentino para llevarlos al grandioso Museo Universal del Louvre en París: la Transfiguración de la Iglesia de San Pedro en Montorio sobre el Janículo en Roma, el Retablo Oddi del de San Francisco al Prato en Perugia y la Madonna di Foligno del Monasterio de las Condesas de Foligno”.
Así, la acuarela de Benjamin Dix, que representa la Gran Galería del Louvre con motivo del matrimonio del emperador con María Luisa de Austria, “muestra marcos dorados muy similares a los encontrados”.
Por otro lado, la consulta de los Archivos Vaticanos “ha demostrado que, al menos los marcos de la Transfiguración y los de Nuestra Señora de Foligno, fueron hechos o reparados a finales de 1820, después de su regreso al Vaticano”.
Pagos por los marcos
Los documentos de la Computación del Palacio Apostólico de abril de 1928 y agosto de 1833, continúa la directora, “informan de pagos para la realización del marco de oro de la Transfiguración y de trabajos de dorado de ‘buen oro’ para la Virgen de Foligno. El marco de este último parece más antiguo que los otros: ¿es napoleónico? El dorado hecho en ese momento, y no la realización ex novo, podría llevar en esa dirección”.
No existieron pagos por la Pala Oddi, “sino solo por el alojamiento de su predela en los mismos años” y las restauradas por Stefano Tombesi que hoy adornan la pintura “deben atribuirse, como para la Transfiguración, a las primeras décadas del siglo XIX”.
Por otra parte, a lo largo de 2019, en previsión de las celebraciones en torno a Rafael de ese año, “se decidió limpiar la joven y peruginense Pala Oddi, la única de las tres obras que no había sido restaurada en las últimas décadas”.
Hábil restauración
Jatta reconoce la profesionalidad de Francesca Persegati, que dirige el Laboratorio de Restauración de Pinturas y Materiales de Madera de los Museos Vaticanos, y de Paolo Violini, que tiene una larga experiencia en las pinturas de Rafael, pues, gracias a ellos, “fue posible realizar una restauración que sacó a la luz los colores originales y recuperó parte de la obra que parecía perdida”.
La sala VIII de la Pinacoteca Vaticana se encuentra, por tanto, completamente renovada. Los suntuosos tapices rafaelianos que representan los Hechos de los Apóstoles, “hábilmente restaurados y equipados con una nueva y eficaz iluminación, pueden finalmente dialogar con las tres magníficas pinturas del divino Rafael, enmarcadas por los ‘redescubiertos’ marcos de oro”, concluye la directora.