(zenit – 17 junio 2020).- En el marco del 75º aniversario de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), zenit ha conversado con su director, Óscar Pérez Sayago, para hablar sobre esta conmemoración, así como de los retos que la irrupción de la COVID-19 supone para la educación y el próximo evento sobre el Pacto educativo global, convocado por el Papa Francisco.
La CIEC, creada por el Primer Congreso de Educación Católica (1945), es una institución de derecho civil, sin ánimo de lucro, al servicio de la Educación Católica de América, integrada en la actualidad por las Federaciones educacionales de 23 países miembros, agrupados en cinco regiones correspondientes a Norte, Caribe, Centroamérica, Andina y Sur.
75 aniversario de la CIEC
Sobre su aniversario, cuya fecha marcada fue pasado 7 de junio de 2020, Óscar Pérez Sayago señala las palabras del cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, director espiritual de la CIEC, “son 75 años de servicio, 75 de amor, 75 años de una creatividad grande”. De este modo, “celebrar con júbilo un aniversario quiere decir mirar para atrás para dar gracias a Dios por todo el bien que se ha hecho, mirar el presente, porque tenemos desafíos y retos muy grandes y mirar al futuro con esperanza”.
Para celebrar todos estos años de labor, indica el presidente de la CIEC, la organización ha renovado su portal web, se ha lanzado un video de todos los presidentes de escuelas católicas de América, se ha ofrecido una amplia oferta de formación para escuelas y colegios y se han lanzado tres libros.
Igualmente, dado que la fecha ha coincidido con la irrupción del coronavirus, “esperamos el año entrante en nuestro IV Encuentro Interamericano de Pastoral Educativa celebrar con las personas”.
Nuevos retos en la educación
Sin duda, el sector educativo ha sido uno de los más afectados por la pandemia. Es por ello que zenit ha planteado a Sayago cuáles son los principales retos observados desde esta Confederación Interamericana y a los que este ámbito se enfrenta ante el panorama generado por la situación excepcional de emergencia sanitaria actual.
“En el corto plazo, la primera cuestión a plantearse es el efecto que va a tener en el aprendizaje de los alumnos la sustitución de las clases presenciales por la formación online y a distancia”, explica, y agrega que “puede ser difícil lograr que algunos niños y jóvenes regresen a la escuela y permanezcan en el sistema cuando los centros escolares vuelvan a abrir”.
En cuanto a los desafíos concretos, destaca la brecha digital, ya que hay alumnos “que tienen poca o ninguna tecnología”y la falta de un espacio “adecuado para aprender”.
Es también un reto el hecho de que el alumnado suele estar acompañado por “adultos con poca escolarización” y la necesidad de “repensar los contenidos, pedagogías y modelos de aprendizaje”, de manera que en la gestión educativa “se exigen nuevas prácticas, competencias e innovaciones”.
Llegada del nuevo curso
Con respecto al futuro más inmediato, a la llegada del nuevo curso, que en numerosos países de Latinoamérica tiene lugar entre agosto y septiembre, Óscar apunta que la mayoría de ellos ha anunciado el regreso a las clases.
En esta línea, señala que las escuelas deben abordar nuevas cuestiones debido la nueva situación: escalonar el comienzo y cierre de la jornada escolar y el horario de las comidas; mover las aulas a espacios provisionales o al aire libre; crear turnos para reducir el número de alumnos por clases, así como garantizar el distanciamiento físico y las prácticas de higiene dentro de la comunidad educativa.
Pacto Educativo Global de Francisco
El pasado mes de mayo estaba previsto el encuentro Pacto Educativo Global, que fue aplazado por la COVID-19 al próximo 15 octubre y será realizado por conexión telemática, esperando que en 2021 pueda realizarse un evento presencial.
Se trata de una cita internacional en el que el Papa Francisco desea que se dialogue sobre el modo en el que se construye el futuro de nuestro planeta y llama a todos a “unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.
Una alianza, continúa el Pontífice, “entre los habitantes de la Tierra y la casa común, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones”.
Sobre la relevancia de este acontecimiento, que se acentúa en los tiempos actuales de la COVID-19, el director de la CIEC remite a las palabras la Congregación de Educación Católica: “La tragedia común de la pandemia, que une como nunca a todos los pueblos de la Tierra, hace que este llamamiento sea aún más conmemorativo”.
Construir una nueva humanidad
“El Pacto Educativo Global propuesto por el Papa nos invita a compartir, respetar y acoger a los demás, a construir una nueva humanidad que cuide no solo de sus hijos sino también de la naturaleza que la rodea y de cuya maravilla se alimenta”, apunta Pérez Sayago.
“De igual manera, no podemos volver a la normalidad de antes sino más bien un compromiso de conversión personal y comunitaria para reconstruir nuestro planeta”, añade.
Sobre este compromiso con el mensaje del Santo Padre, el presidente de la CIEC, subraya la labor de su organización “por animar la evangelización de los pueblos a través de la educación con un compromiso fuerte por asumir la propuesta de ecología integral como clave interpretativa de la realidad en su conjunto”.
De hecho, como parte de la preparación del evento, se han dispuesto “cantidad de materiales que presentamos a nuestras escuelas sobre el papel educativo hoy, el cuidado de la casa común y la necesidad de establecer alianzas”.
Reconversión, biocentrismo y fraternidad cósmica
Entre estos aportes, destaca el lanzamiento del libro Cuidar la casa común. Nuestro aporte al pacto educativo mundial durante la cuarentena, en el que se plantean tres caminos para concienciar a la población y a las escuelas sobre la necesidad de la alianza global demandada por Francisco.
En primer lugar, relata el presidente, “se nos impone toda una reconversión; se nos plantea a todos la necesidad de una revolución cultural, un cambio sustancial en la manera de experimentar la realidad y las relaciones humanas y con la naturaleza, una transformación en el modo de interpretar la vida, de vivir y de convivir”.
“En segundo lugar, se nos imponen el paso del antropocentrismo al biocentrismo, es decir, pasar de una visión de los seres humanos como dueños y dominadores de la naturaleza a entendernos como seres entre los demás seres vivos, que tenemos que vivir en armonía y comunión con el resto de la naturaleza”, prosigue.
Finalmente, en tercer lugar, el libro indica que “el camino hacia la fraternidad cósmica está señalado por la superación de la racionalidad instrumental, como único criterio de la acción humana, y la integración del pathos (sentimiento) y del eros (comunión afectiva y amorosa) también en las relaciones con la naturaleza”.