(zenit – 26 junio 2020).- En sustitución del Directorio general de la catequesis, aprobado en 1997 por san Juan Pablo II, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización presentó el 25 de junio de 2020 un nuevo Directorio para la Catequesis,, elaborado en seis años y firmado por Francisco el 23 de marzo de 2020.
El documento, compuesto de casi 300 páginas, ha sido publicado en seis idiomas: italiano, español, portugués, inglés, francés y alemán. Pero en el caso del español, portugués e inglés hay en cada idioma dos traducciones diferentes, realizadas por las conferencias episcopales o regionales.
La guía para la acción pastoral busca ser una “verdadera ayuda y apoyo” a la renovación de la catequesis en el único proceso de evangelización que la Iglesia no se ha cansado de llevar a cabo desde hace dos mil años, “para que el mundo pueda encontrar a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación”.
A continuación, resumimos en seis puntos las novedades del nuevo documento, en comparación con los dos anteriores referentes: El primero de 1971, Directorio catequístico general, y el segundo de 1997, Directorio general de la catequesis.
1. Inculturación. La Iglesia se enfrenta a un gran desafío que se concentra en la nueva cultura con la que se encuentra, la digital. El nuevo Directorio está muy atento a los signos de los tiempos y trata de interpretarlos a la luz del Evangelio – como dice la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et spes.
En efecto, estos son los principales desafíos de una cultura digital, el contexto de la transmisión de la fe en la familia en su composición intergeneracional.
Además, el nuevo Directorio presta gran atención a todas las cuestiones relacionadas con la crisis ecológica y, en cuanto a la catequesis, se refiere a la Encíclica Papal Laudato si´.
2. Dimensión sinodal. La invitación a vivir cada vez más la dimensión sinodal –en orden a los últimos Sínodos que ha vivido la Iglesia—es una razón más de carácter teológico y eclesial que ha llevado a redactar este Directorio.
Así, tratando los temas de la evangelización y de la catequesis, se han celebrado en 2005 La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia; en 2008 La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia; en 2015 La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; en 2018 Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
Más concretamente, hay dos sucesos que marcan de manera complementaria la historia de este última década en lo que respecta a la catequesis: el Sínodo sobre la Nueva evangelización y la transmisión de la feen 2012, con la consiguiente Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium, y el 25º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, ambos directamente de la competencia del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
3. Misericordia: Anuncio del kerygma. El corazón de la catequesis es el anuncio de la persona de Jesucristo, que va más allá de los límites del espacio y del tiempo para presentarse a cada generación como la novedad que se ofrece para alcanzar el sentido de la vida. En esta perspectiva, se indica una nota fundamental que la catequesis debe hacer suya: la misericordia.
El kerygma es anuncio de la misericordia del Padre que sale al encuentro del pecador, no considerado más como un excluido sino como un invitado privilegiado al banquete de la salvación que consiste en el perdón de los pecados. Si se quiere, es en este contexto que la experiencia del catecumenado toma fuerza como experiencia del perdón ofrecido y de la vida nueva de comunión con Dios que se sigue de ahí.
4. “Conversión pastoral”. Es urgente llevar a cabo una “conversión pastoral” para liberar a la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz. De este modo, en el nuevo texto se propone la revisión del vínculo entre la evangelización y el catecumenado en sus diversas acepciones.
En este aspecto, se plantean tres retos: El primero se puede identificar con el esquema de la escuela, según el cual la catequesis de la iniciación cristiana se vive sobre el paradigma de la escuela.
El segundo es la mentalidad según la cual la catequesis se hace para recibir un sacramento. Es obvio que una vez terminada la Iniciación, se crea un vacío para la catequesis. A partir de la Carta Apostólica Amoris laetitia, el nuevo Directorio promueve también el desarrollo de un catecumenado-matrimonio en este sentido en analogía con el proceso de iniciación, para poner de relieve la fase preparatoria del matrimonio en su significado catequético.
En tercer lugar, la “instrumentalización del sacramento por parte de la pastoral”, de modo que los tiempos de la Confirmación se establecen por la estrategia pastoral de no perder el “pequeño rebaño de jóvenes” que queda en la parroquia y no por el significado que el sacramento posee en sí mismo en la economía de la vida cristiana, advierte Mons. Rino Fisichella, prefecto del Consejo para la Nueva Evangelización.
5. Ayuda para entrar progresivamente en el misterio de la fe. El Directorio hace suya esta visión cuando pide expresar una catequesis que sepa hacerse cargo de mantener unido el misterio aunque lo articule en las diversas fases de expresión.
Esta nueva guía presenta la catequesis kerygmática no como una “teoría abstracta”, sino más bien como un instrumento con un fuerte valor existencial. Esta catequesis encuentra su punto de apoyo en el encuentro que permite experimentar la presencia de Dios en la vida de cada uno.
Una catequesis de este género permite descubrir que la fe es realmente el encuentro con una persona antes de ser una propuesta moral, y que el cristianismo no es una religión del pasado, sino un acontecimiento del presente.
6. Lenguaje de la belleza. El actual documento subraya una idea central de la Carta Apostólica Evangelii gaudium. En ella el Papa Francisco habla expresamente de la importancia de la via pulchritudinis como punto de partida central de la evangelización en la era postmoderna. Se delinea así el entendimiento de que la belleza no debe ser malinterpretada como esteticismo, sino más bien –siguiendo los pasos del Papa Benedicto XVI– que la verdad es bella y la belleza es verdadera.