Reflexión de los Evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén
Evangelio según San Mateo 8, 1-4
“Jesús bajó de la montaña, y muchas multitudes lo siguieron. Entonces un leproso se le acercó y se postró ante Él, diciéndole: “Señor, puedes curarme, si quieres”.
Jesús extendió su mano, lo tocó y dijo: “Sí, yo quiero. Estás curado”. En ese mismo instante fue curado de la lepra. Entonces Jesús le dijo: “Mira! No le cuentes esto a nadie, pero ve y pide al sacerdote que te examine, para demostrar a todos que estás curado, y presenta la ofrenda que Moisés ordenó”.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“Sí, yo quiero. Estás curado”.
¿Qué nos dice Dios hoy a través de este texto?
Cuando hablamos de enfermedades, esta temporada ha sido verdaderamente única en nuestras vidas, y recordaremos seguramente nuestro paso por experiencias vividas y cada uno las vivió en forma única.
Muchos de nosotros alguna vez nos hemos acercado al Señor para decirle lo mismo que esta persona con lepra: Señor, puedes curarme si quieres. Y es cuando descubrimos también que la salud tiene mucho que ver con lo integral de nuestra vida, cuerpo, alma, espíritu, emociones, sentimientos. Son tantas cosas que implica el movimiento de la salud integral que incluye obviamente la salud espiritual, sin duda alguna.
¿Qué has aprendido en estas épocas difíciles? Seguramente en algún momento le dijiste al Señor que te ayude, y descubriste que la salud es un proceso, y en la vida espiritual no podemos quedarnos fuera ya que también necesitamos curación.
Esta sencilla oración de aquel hombre, que había sido marginado por muchos, pues la lepra como enfermedad era considerada una maldición, y obvio no podía convivir con los demás, podría ser un modelo para nuestra oración también.
Señor, puedes curarme, si quieres. Qué sencillez y al mismo tiempo qué fe tan profunda. Curarlo, significaba volverlo a su comunidad, integrarlo, tenerlo nuevamente como persona sana.
Pidámosle a Jesús lo mismo, que nos cure para integrarnos a la comunidad completamente. Si tuviéramos que disculparnos, hagámoslo, si tuviéramos que acercarnos a alguien de nuestra comunidad con quien estábamos distanciados, también hagámoslo. Pedir perdón es también una manera de estar sanos, sin la lepra del resentimiento.
Te invito a que hagas tuya la frase del enfermo. Y repítele varias veces durante el día, con la esperanza que Jesús siempre te escucha:
“Señor, puedes curarme, si quieres”.
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