(zenit – 27 julio 2020).- El Papa Francisco se dirige en un videomensaje a los participantes en el curso sobre espiritualidad bajo el tema “Conversión a la diaconía social”, organizado por la diócesis argentina de Comodoro Rivadavia en la Patagonia.
Celebrado de manera virtual, el curso ha contado con casi 600 participantes y trata sobre cómo cuidar a los demás, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano del Evangelio.
“Conversión a la diaconía social”
El título “Conversión a la diaconía social” se inspira en el documento de la Comisión Teológica Internacional, sobre la sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia. El cuarto capítulo de este texto está dedicado precisamente a la conversión a una renovada sinodalidad.
En su mensaje, Francisco expresó que dicho lema resulta “sugestivo” y que convertirse a la diaconía significa entender que es necesario ponerse al servicio de los demás, comprender que no estamos solos en el mundo y tener consideración de sus necesidades, materiales y espirituales.
El ejemplo del Buen Samaritano
Igualmente, se refirió a cómo el hilo conductor de sus reflexiones iba a ser la parábola del Buen Samaritano, recordando que estamos acostumbrados “por egoístas” mirar para otro lado e incluso no ver al que sufre, como hicieron el sacerdote y el levita con el hombre herido de dicha historia.
Tuvo que llegar uno, describió el Papa, “que no era de la religión de él” a ayudarlo. En este sentido, el Pontífice expuso que Jesús, nos pide que sirvamos a los demás como este Buen Samaritano, del cual se desconoce su nombre, un hombre anónimo “que se hizo cargo de quien estaba al borde del camino”.
Servidores de los demás
“Al borde del camino de la vida hay hombres y mujeres como nosotros, hay ancianos y niños que nos piden, con una mirada, que les demos una mano”, continuó el Santo Padre.
Por ello, animó a emprender “un proceso de conversión a la diaconía, para ser diáconos, servidores de los demás”, porque “Jesús dice: ‘Ni siquiera los que han dado un vaso de agua en mi nombre quedarán sin recompensa’ (Mt 10,42)”.
“¡Valor! Solo te pido que hagas latir tu corazón, nada más, y que te veas bien. El resto vendrá solo”, concluyó el Papa.