(zenit – 28 julio 2020).- Las reflexiones del Papa Francisco sobre la era de la COVID-19 se explican en el prefacio del libro Comunión y esperanza publicado por la Librería Editorial Vaticana del Dicasterio para la Comunicación y redactado por el cardenal Walter Kasper y el sacerdote alemán George Augustin, informa Vatican News.
A lo largo del mismo, el Santo Padre señala que las raíces de nuestra vida están en Cristo, en Él está la fuerza para enfrentar los difíciles problemas que nos esperan después de la crisis, en Él está el modelo de cercanía, amor y servicio.
Nueva esperanza y solidaridad
Según el medio vaticano, Comunión y esperanza constituye un volumen rico en reflexiones teológicas que puede suscitar una “nueva esperanza y una nueva solidaridad”, basadas en la certeza de que como ocurrió en los primeros difíciles meses de la propagación de la pandemia, también hoy, la presencia del Señor acompaña y alienta a la humanidad.
Efectivamente, la obra ha sido escrita por el cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el padre George Augustin, sacerdote alemán que fundó y dirige el Instituto que lleva el nombre de su compatriota cardenal.
Interrogativos fundamentales
Francisco plantea la pandemia como un “tiempo de prueba y elección”. Tal y como expuso en la vigilia de oración del pasado 27 de marzo, el coronavirus, “como una tormenta” sorprendió a todos, cambiando la vida familiar, el trabajo y las actividades públicas y dejando a su paso muerte, penurias económicas y distancia de la Eucaristía y de los sacramentos.
Esta dramática situación, que desenmascara la vulnerabilidad del hombre, su inconsistencia y su necesidad de redención y cuestiona muchas certezas ha desencadenado “interrogativos fundamentales sobre la felicidad” y “sobre el tesoro de nuestra fe cristiana”, escribe en el prefacio.
¿Dónde están las raíces más profundas que nos sostienen a todos en la tormenta? ¿Qué es realmente importante y necesario? La pandemia, continúa el Pontífice “es una señal de alarma” que nos lleva a reflexionar precisamente sobre esto. “Es un tiempo de prueba y elección para que podamos orientar nuestras vidas de una manera renovada a Dios, nuestro apoyo y nuestra meta”.
Solidaridad y servicio
En el texto, el Obispo de Roma insiste en su llamado a la “solidaridad” y al “servicio”, contra la “injusticia global” y la indiferencia. De hecho, la situación de emergencia conduce a entender cuánto “dependemos de la solidaridad de los demás y nos empuja a servir a los que nos rodean de una manera nueva”.
«Debemos ser sacudidos por la injusticia mundial”, apunta, “para poder despertar y escuchar el grito de los pobres y de nuestro planeta tan gravemente enfermo”.
El contagio del amor
Por otra parte, el Papa Francisco resalta que el inicio de la pandemia coincidió con el tiempo de la Pascua y de ahí procede el mensaje que ilumina el presente y el futuro y evita la parálisis.
Se trata del mensaje de la victoria de la vida sobre la muerte: “La Pascua nos da esperanza, confianza y valor, nos fortalece en la solidaridad” y en la fraternidad, recuerda.
“El peligro de contagio de un virus debe enseñarnos otro tipo de ‘contagio’, el del amor, que se transmite de corazón a corazón. Estoy agradecido por los muchos signos de disponibilidad a la ayuda espontánea y de compromiso heroico del personal sanitario, de los médicos y de los sacerdotes. En estas semanas hemos sentido la fuerza que provenía de la fe”.
La Eucaristía, fuerza
El último pasaje del Prefacio está dedicado a la fe en Cristo. En este sentido, el Santo Padre recuerda el “doloroso ayuno eucarístico” que muchos cristianos han experimentado debido al cese de las celebraciones públicas y la solución de emergencia de las transmisiones mediáticas.
No obstante, también subraya que ninguna “transmisión virtual puede sustituir la presencia real del Señor en la celebración eucarística”. A ello se debe la la alegría por la reanudación de la vida litúrgica normal, pues “la presencia del Señor Resucitado en su Palabra y en la celebración eucarística nos dará la fuerza necesaria para afrontar los difíciles problemas que nos esperan después de la crisis”.
Y a toda la humanidad, como Jesús a los discípulos de Emaús repite, como signo de esperanza para el futuro: “¡No tengan miedo! Yo he vencido a la muerte”.