Misa Del 29 De Junio De 2020, Santos Pedro Y Pablo (C) Vatican Media

Mensaje del Papa a las Franciscanas Mínimas del Sagrado Corazón

Mensaje a las Franciscanas mínimas del Sagrado Corazón

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(zenit – 9 agosto 2020).- “El Señor se acercó no como héroe, sino como compañero de viaje”, escribe el Papa Francisco a las monjas del Instituto de las Franciscanas Mínimas del Sagrado Corazón.

En un mensaje publicado el 8 de agosto de 2020 con motivo de la apertura del Año Jubilar por el centenario de la muerte de la beata fundadora María Margarita Caiani (8 de agosto de 2021), el Santo Padre invita a “no refugiarse en un pasado que ya no existe o en un mañana que aún no existe, escapando del hoy en el que estamos llamados a vivir y trabajar”.  “El amor que Jesús nos tiene, subraya el Papa, no deslumbra con grandes efectos especiales que desaparecen rápidamente, sino que es un amor concreto y fiel, hecho de proximidad, de gestos que nos elevan y nos regalan dignidad y confianza”.

También evoca “los momentos del día que favorecen esta unión con Dios: la Misa, la Liturgia de las Horas, la adoración, la meditación de la Palabra, el Rosario, la lectura espiritual”. Y desear: “Que os llenéis de alegría cuando vayáis al Señor, la alegría del niño que corre hacia sus padres para tomarlos en sus brazos y besarlos. ¡Esta alegría atrae y es contagiosa!”.

Aquí está nuestra traducción de su mensaje.

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Mensaje del Papa Francisco

Queridas hermanas:

El 8 de agosto de 2021 se celebrará el centenario del nacimiento en el cielo de la Beata María Margarita Caiani, quien en 1902 fundó las mínimas franciscanas del Sagrado Corazón. Me alegro de que vosotras, sus hijas espirituales, queráis prepararos para este aniversario con el Año Jubilar que comienza hoy, en la memoria litúrgica de la Beata.

Espero que este año sea para toda la Congregación una oportunidad para recordar la vida y las enseñanzas de la fundadora, así como estos 120 años de camino, mirando también los desafíos del futuro. Es una gracia tener un corazón agradecido y reconciliado con el ayer y ojos llenos de esperanza para el mañana; sin embargo, cuidado de no refugiarse en un pasado que ya no existe o en un mañana que aún no existe, escapando del hoy en el que estamos llamados a vivir y trabajar. Este aniversario os llama a encarnar en nuestro tiempo las especificidades de vuestro carisma. Que el Espíritu Santo, que lo despertó a principios del siglo pasado, os dé la fuerza para redescubrir su frescura y la capacidad de seguir perfumando el mundo con el don de tu vida.

Sois las Franciscanas Mínimas del Sagrado Corazón. Me gustaría detenerme brevemente en este nombre.

Madre Caiani, llamándoos Mínimas, quiso resaltar el estilo de vuestra vida: el estilo de la pequeñez. Esto fue confirmado luego con el injerto de vuestro Instituto en el árbol de la gran Familia Franciscana: os pusisteis en la escuela de san Francisco para seguir mejor al Señor, que primero “se hizo pequeño, eligió este camino. El de humillarse y humillarse hasta la muerte en la cruz” (Homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, 23 de junio de 2017).

Es un camino a recorrer todos los días. Es un camino estrecho y agotador, pero si lo seguimos hasta el final, la vida se vuelve fecunda. Como lo fue para la Virgen María, mirada del Altísimo precisamente por ser humilde y pequeña (cf. Lc 1,47); así se convirtió en la Madre de Dios.

Franciscanas, Mínimas, precisó también “del Sagrado Corazón”, para enraizaros en la fuente de la caridad. El amor que Jesús nos tiene no deslumbra con grandes efectos especiales que rápidamente desaparecen, sino que es un amor concreto y fiel, hecho de cercanía, de gestos que nos elevan y nos dan dignidad y confianza. Pensemos en los dos discípulos de Emaús que, confusos y llenos de amargura, volvieron a casa la tarde de Pascua (cf. Lc 24,13-35). El Señor se acercó no como un héroe sino como un compañero de viaje; explicó mientras caminaba “en toda la Escritura concerniente a él” (v. 27), y sus corazones se consumieron de gozo; y luego partió el pan, “entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (v. 31).

Amad con el Corazón de Jesús, con gestos ricos en ternura. Y el primer lugar donde vivir este amor sencillo y concreto es vuestra comunidad religiosa.

“Del Sagrado Corazón” no es solo un complemento, sino que dice mucho más: habla de pertenencia. El Señor os ha dado la vida, os ha hecho nacer a la fe y os ha llamado a Él en la vida consagrada, atrayéndoos a su Corazón. Esta pertenencia se manifiesta de manera especial en la oración. Toda nuestra vida está llamada, con la gracia del Espíritu, a convertirse en oración. Por eso debemos permitir que el Señor permanezca siempre unido a nosotros. Y así nos transforma, día a día, haciendo que nuestro corazón sea cada vez más como el suyo.

Hay momentos durante el día que favorecen esta unión con Dios: la Misa, la Liturgia de las Horas, la adoración, la meditación de la Palabra, el Rosario, la lectura espiritual. Que estéis llenas de alegría cuando vayáis al Señor, la alegría del niño que corre hacia sus padres para abrazarlos y besarlos. ¡Esta alegría atrae y es contagiosa! A veces parece que hay mil otras cosas más necesarias que hacer, o sentimos un cansancio por quedarnos con Jesús; pero, como los discípulos en el huerto de Getsemaní, Jesús nos invita a permanecer allí, cerca de Él (cf. Mc 14,38). ¡Que el Señor permanezca unido a nosotros!

Dirigidas por el Sagrado Corazón, seréis madres de los hermanos y hermanas que encontréis “desde la cuna hasta la tumba”, como dijo la beata María Margarita. Con alegría anunciaréis que el Señor siempre nos mira con misericordia, que tiene un Corazón misericordioso.

Vuestro carisma también tiene una dimensión reparadora. Es un gran servicio por el bien del mundo. El pecado arruina la obra que Dios hizo hermosa. Con vuestras oraciones y vuestros pequeños gestos, estáis sembrando la semilla del amor de Dios en el campo del mundo, que hace todas las cosas nuevas. La semilla, cuando cae en la tierra, no emite ningún sonido: lo mismo ocurre con los muchos trabajos que estáis haciendo en Italia, Brasil, Egipto, Sri Lanka y Belén, especialmente en favor de los niños y de los jóvenes. Gestos que son capaces de embellecer el mundo, de iluminarlo con un rayo del amor de Dios.

Queridas hermanas, ¡os deseo un santo y fructífero centenario! Os aseguro mi recuerdo en el Señor, por intercesión de la Virgen María; y vosotras también, no olvidéis de orar por mí. A vosotras y a todos los encomendados a vuestra caridad, imparto cordialmente la Bendición Apostólica.

Roma, San Juan de Letrán, 8 de agosto de 2020

FRANCISCO

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Anne Kurian-Montabone

Laurea in Teologia (2008) alla Facoltà di teologia presso l'Ecole cathedrale di Parigi. Ha lavorato 8 anni per il giornale settimanale francese France Catholique" e participato per 6 mese al giornale "Vocation" del servizio vocazionale delle chiesa di Parigi. Co-autore di un libro sulla preghiera al Sacro Cuore. Dall'ottobre 2011 è Collaboratrice della redazione francese di Zenit."

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