(zenit – 31 agosto 2020).– Las tres santas patronas de Europa indican “los valores en los que debe inspirarse el viejo continente para tener un futuro”. La revista mensual Mujeres Iglesia Mundo (Donne Chiesa Mondo) de L’Osservatore Romano de septiembre de 2020 subraya la “confianza absoluta” que han demostrado “para proponer a Dios” con tanta fuerza y determinación.
El número presenta a Brigitte de Suecia (1303-1373), Catalina de Siena (1947-1980) y Edith Stein (1891-1942), proclamadas patronas de Europa en 1999. Tres mujeres que “muestran modelos a seguir, valores, caminos a seguir” y que pueden “transmitir vitalidad y nueva fuerza a una idea que a menudo vacila”, indica el editorial.
En efecto, “los cimientos de la nueva Europa no pueden encontrarse solo en la economía, en las finanzas, en los acuerdos políticos, en la diplomacia. Necesita valores colectivos y … sentimientos compartidos, que guíen, dirijan, interpreten su alma profunda e indiquen esperanza para el futuro”.
A lo largo de las páginas, los investigadores y escritores relatan las vidas de estas tres mujeres, mostrando “no solo quiénes eran… sino también sus mensajes, la rica herencia que dejaron atrás”.
La santidad femenina europea está “tejida de confianza”, afirma el texto: “Confianza en Dios que se convierte en confianza en ellas mismas y que lleva a las patronas a realizar acciones que parecían y siguen pareciendo imposibles hoy en día”. Se necesita, efectivamente, “mucha confianza en una misma para proponer a Dios con la fuerza y la determinación de las santas patronas de Europa”.
Fue esta “confianza absoluta” la que llevó a santa Catalina, “una mujer pobre e inculta, a una obra de pacificación que parecía imposible de lograr en una época desgarrada por los conflictos, lo que la llevó a pedir a la Iglesia coherencia y rigor moral”.
También fue una “infinita confianza en Dios y en sí misma” lo que llevó a Brígida a dejar las tierras del norte, para ir a Roma a revelar a los papas los planes de Dios y para advertirles contra el pecado.
De la misma manera, “la confianza de las santas europeas en sí mismas y en la vida se convierte en audacia, lo que les lleva a desafiar al mundo masculino… en un terreno que parece reservado a los hombres: la mística, la experiencia espiritual que enlaza directamente con Dios, sin ninguna mediación de los hombres y la Iglesia”.
Estas mujeres, concluye el texto, “viajan mucho, viajan por toda Europa… cruzan mares y escalan montañas”: “son también peregrinaciones interiores, en busca de sí mismas y de una relación especial con lo divino”.