(zenit – 9 oct. 2020).- La Iglesia de Guatemala, a través de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal, difundió un comunicado ante la llegada de cientos de migrantes procedentes de Honduras y otros países de Centro América, en el que expresan su preocupación “por esta situación que ya veíamos venir”.
Más de 3.000 migrantes integran la segunda caravana 2020 que salió de San Pedro Sula, al norte de Honduras, el pasado 1 de octubre. Es la primera en tiempos de coronavirus, y ocurre cuando solo falta un mes para las elecciones presidenciales en Estados Unidos (EE.UU.).
Los integrantes de la caravana, en su mayoría mujeres, niños y jóvenes, relataron al medio jesuita Radio Progreso que en Honduras no cuentan con oportunidades para seguir viviendo. La pandemia ha venido a incrementar el desempleo y el hambre y ha desnudado la precariedad del sistema sanitario público.
“No tenemos dinero solo vamos a la mano de Dios”, indicó a periodistas locales una joven de 20 años originaria de Villanueva, Cortés, quien migra junto a su madre y un hermano, ya que donde viven es uno de los territorios en extrema pobreza en el valle de Sula.
Una de las preocupaciones que plantea la Pastoral de Movilidad es la falta de protección y la violación a los derechos de migrar a otros países. Frente a esta situación, los obispos de Guatemala hacen un llamado a las instituciones estatales a recibir dignamente a los migrantes centroamericanos con gestos de caridad y solidaridad.
En la nota se subraya la demanda de acciones justas y humanitarias que se apeguen a los tratados internacionales en el tema de migración de los cuales forma parte Guatemala.
La Iglesia en Guatemala, por su parte, ha activado todos los centros de protección en la ruta migratoria con asistencia y acompañamiento a los desplazados. Dichas acciones se llevan a cabo cumpliendo todas las disposiciones gubernamentales de prevención y protección que amerita la pandemia.
Detención y deportación de migrantes
El presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei, aseguró que se ha dado la orden de que sean detenidas y retornadas a la frontera con Honduras todas aquellas personas que entraron ilegalmente.
“Se bloqueará el ingreso de estas personas que están violentando la ley, sobre todo porque están usando niños no acompañados, están haciendo escudos humanos con mujeres y ancianos, y nos están vulnerando a nosotros los guatemaltecos”, afirmó en un mensaje a la nación.
“No permitiremos que vengan personas a violentarnos y poner en riesgo la seguridad sanitaria que tanto nos ha costado controlar”, agregó en referencia a la pandemia de COVID-19 que en el país se ha cobrado más de 3.200 vidas.
Giammattei anunció que se declaró estado de prevención por 15 días en los seis departamentos por donde se espera que transite la caravana. Además, pidió a Honduras que fortalezca sus acciones para evitar la llegada de más migrantes irregulares.
La vicecanciller hondureña, Nelly Jerez, advirtió a sus compatriotas de que la entrada a EE.UU. de los migrantes va a ser “nula”, y pidió no exponerse a la pandemia y a la creciente “xenofobia” surgida en Guatemala y México.
Obras de caridad hacía migrantes
La Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala gestiona, a través de laicos comprometidos en el voluntariado, la solidaridad para atender a migrantes.
Doña Filomena Florián cuenta que lleva “más de 27 años de estar trabajando a favor de las personas migrantes”, ha sido testigo del sufrimiento “cuando pasan con sus hijos, enfermos, con hambre y sin descanso”. De ella nació “empezar a ayudarlos, dándoles alimento, hospedaje, un lugar donde puedan bañarse”, actualmente es agente pastoral de la Iglesia Católica.
Al mismo tiempo, Yudi Ordoñez describe que gracias a la pastoral puede convivir “más de cerca con los hermanos migrantes para brindar apoyo en lo que ellos necesitan”. Esta labor de ayudar a las personas migrantes empezó con su mamá hace más de 30 años y luego ella se involucró en esta tarea para servir al prójimo.
A pesar de los cercos migratorios que las autoridades de Guatemala y México habitualmente colocan en las rutas por donde pasan los migrantes, decenas de hondureños todavía siguen el camino rumbo al norte, argumentando que en su país de origen son víctimas de la violencia de las pandillas y del narcotráfico, así como de otros problemas estructurales como la falta de empleos y de servicios básicos como la salud y la educación.
Fotos: Pastoral de Movilidad Humana y Radio Progreso