Por: P. Jorge Enrique Mújica, L.C.
“Hay que facilitar a los sacerdotes, al menos a aquellos en cura de alma, en el ejercicio del ministerio, la administración de la vacuna”. Es la exhortación que envía a las autoridades civiles el prefecto de la Congregación para el Clero, el Cardenal Beniamino Stella, en una entrevista concedida a las Agenzia SIR.
“Hay sacerdote que verdaderamente han donado su vida hasta el último instante, aceptando la oportunidad de la pandemia para vivir en plenitud su “heme aquí” a la llamada del Señor, pronunciado el día de su ordenación”, dijo el cardenal, quien se refiere también a los sacerdotes que trabajan pastoralmente en parroquias, cárceles u hospitales como “población de riesgo” en el ejercicio de un servicio “socialmente útil”.
El eclesiástico italiano refiere que la Iglesia también ha pagado alto el precio de la pandemia tanto en el pueblo de Dios como en las muertes de sus ministros. Destaca el testimonio del padre Giuseppe Berardelli, del clero de la diócesis italiana de Bérgamo, quien rechazó un respirador artificial para dejarlo a una persona más joven. Más tarde el sacerdote falleció.
Interrogado sobre la soledad en que han vivido la pandemia muchos sacerdotes, el Cardenal Stella dice que “la pandemia ha provocado indudablemente situaciones de sufrimiento psicológico también en los pastores, separados físicamente de su grey. Si esto está fuera de duda, no quisiera generalizar. Se que para todos los sacerdotes ha sido un tiempo de sufrimiento, no pocos han sabido vivirlo de forma proficua, buscando nuevas formas de cercanía a los fieles, quizá rezando más y reforzando la propia intimidad con el Señor, además de cultivando las relaciones fraternas con los hermanos sacerdotes con los cuales comparten el techo”.
Y añade: “Si bien los sacerdotes diocesanos no son monjes ni eremitas, me gusta pensar que un sacerdote no está nunca solo, precisamente en razón de una vida espiritual y por los hábitos de vivir su tiempo en la presencia del Señor. En él se encuentra la fuerza principal de la vida del sacerdote, la roca sobre la cual apoyar, también en los momentos en los cuales las relaciones con los hermanos y fieles y los encargos del ministerio vienen a menos. En este sentido los sacerdotes ancianos y enfermos son buenos “maestros” para los más jóvenes, mostrando con su vida que cuando las fuerzas y las posibilidades poco a poco declinan, queda solo Dios y el amor por Él”.
Finalmente, el prefecto de la congregación para el clero considera que después que pase la pandemia la Iglesia a nivel pastoral no será la misma: “La praxis pastoral que estaban sostenidas solo por la costumbre y no estaban en grado de alimentar la fe del pueblo de Dios posiblemente caerán. Tarea de los pastores será no tener miedo de cortar “ramas casi secas” sin haber pensado antes en nuevas vías con las cuales sustituirlas, de acuerdo a sus comunidades concretas y no fruto de abstractas elucubraciones teológicas”.
La Congregación para el Clero es el dicasterio de la Santa Sede que se ocupa de todos los sacerdotes diocesanos del mundo. De acuerdo a las estadísticas más recientes, del año 2018, el número total de sacerdotes en el mundo es de 414.065 clérigos.