Redacción ZENIT
El 23 de julio de 2011 una niña argentina de 11 años estaba al borde la muerte. Padecía una encefalopatía inflamatoria aguda severa, una enfermedad epiléptica refractaria maligna y de shock séptico. De por sí, un cuadro médico grave. El párroco del lugar, devoto de Juan Pablo I, invocó al difunto pontífice y el milagro llegó.
Ha sido implícitamente reconocido el milagro en la audiencia que concedió el Papa al prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, este 13 de octubre. Entre los decretos se encuentra este milagro atribuido a “la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo I (Albino Luciani), Sumo Pontífice; nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, (hoy Canale d’Agordo, Italia) y fallecido el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio Apostólico (Estado de la Ciudad del Vaticano)”.
En este mismo día se reconocieron: 1) un milagro atribuido a intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Berenice Duque Hencker, colombiana, Fundadora de la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación; 2) el martirio de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, argentinos; 3) las virtudes heroicas del Siervo de Dios Diego Hernández González, español; 4) las virtudes heroicas del Siervo de Dios Giuseppe Spoletini, italiano; 5) las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Magdeleine de Jésus, Fundadora de la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús, italiana; y 6) las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Elisabetta Martinez, Fundadora de la Congregación de las Hijas de Santa María de Leuca, italiana.
Aún no se ha comunicado la fecha de la beatificación del Papa Albino Luciani, Juan Pablo I, cuyo pontificado duró menos de un mes y se coloca, por tanto, como uno de los pontificados más breves en la historia del papado.