Plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida consagrada y las Sociedadades de Vida apostólica. Foto: Vatican.va

4 modos de discernir y acompañar a religiosos por parte de la Iglesia

El centro del discurso del Papa a la asamblea plenaria de la congregación para los religiosos giró en torno al tema del binomio discernimiento-acompañamiento (un tema bastante frecuente en su magisterio) y aplicado al ámbito de cómo la Iglesia debe acompañar a los religiosos y personas consagradas.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 14.12.2021).- De forma periódica los dicasterios de la Santa Sede tienen encuentros para evaluar y proyectar el trabajo que realizan al servicio de la Iglesia. La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica tuvo su asamblea plenaria la segunda semana del mes de diciembre. El Papa recibió a los participantes el sábado 11 de diciembre. De hecho, al llegar al encuentro dijo -bromeando-: “¡tantos cardenales en el dicasterio, esto parece casi un Cónclave!”.

Agradeció y subrayó que “todo aquello que hacemos está al servicio del Evangelio” y añadió también su gratitud por la cercanía “a todos aquellos que creen en el futuro de la vida consagrada” y mencionó que, en el campo de la vida consagrada, debemos estar centrados “en el don de Dios, en la gratuidad de su llamada, en la fuerza transformadora de su Palabra y de su Espíritu”.

El Papa inició su discurso partiendo de la “memoria deuteronómica” en la vida consagrada: “¿Por qué digo memoria deuteronómica? Porque es muy importante recordarlo. Ese mensaje del Deuteronomio: «Recuerda a Israel, recuerda». Esa memoria de la historia, de la propia historia, de la propia institución. Ese recuerdo de las raíces. Y eso nos hace crecer. Cuando perdemos esa memoria, ese recuerdo de las maravillas que Dios ha hecho en la Iglesia, en nuestro instituto, en mi vida -todo el mundo puede decirlo-, perdemos fuerza y no podremos dar vida. Por eso digo memoria deuteronómica”.

El centro del discurso del Papa giró en torno al tema del binomio discernimiento-acompañamiento (un tema bastante frecuente en su magisterio) y aplicado al ámbito de cómo la Iglesia debe acompañar a los religiosos y personas consagradas. Ofrecemos los cuatro modos como el Papa refirió que se puede aplicar ese binomio. Los encabezados y la traducción del original en lengua italiana son de ZENIT.

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1) Discernir y acompañar a las nuevas comunidades: el riesgo de la auto-referencialidad y un criterio de discernimiento

Conozco la multiplicidad de situaciones con las que hay que lidiar a diario. Se trata de situaciones a menudo complejas, que requieren ser estudiadas en profundidad, en su historia, en diálogo con los superiores de los institutos y con los pástores. Es el trabajo serio y paciente del discernimiento, que sólo puede realizarse en el horizonte de la fe y la oración. Discernir y acompañar. Acompañar especialmente a las comunidades de reciente fundación, que también están más expuestas al riesgo de la “autorreferencialidad”.

Y en este sentido hay un criterio esencial de discernimiento: la capacidad de una comunidad, de un instituto de «integrarse en la vida del Santo Pueblo de Dios para el bien de todos» (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 130). ¿Es este instituto capaz de integrarse en la vida del Pueblo Santo fiel de Dios o no? Este criterio es decisivo para el discernimiento. La vida consagrada nace en la Iglesia, crece y puede dar frutos evangélicos sólo en la Iglesia, en la comunión viva del Pueblo de Dios fiel. Por eso «los fieles tienen derecho a ser advertidos por sus Pastores sobre la autenticidad de los carismas y la fiabilidad de quienes se presentan como fundadores» (M.P. Authenticum charismatis, 1 de noviembre de 2020).

2) Discernir y acompañar: poner atención a los fundadores y a cómo se ejercita la autoridad

En el discernimiento y el acompañamiento, hay ciertas atenciones que deben mantenerse siempre vivas. Atención a los fundadores, que a veces tienden a ser autorreferenciales, a sentirse los únicos custodios o intérpretes del carisma, como si estuvieran por encima de la Iglesia. Atención a la pastoral vocacional y a la formación propuesta a los candidatos. Atención a la forma en que se ejerce el servicio de la autoridad, con especial atención a la separación entre el foro interno y el externo -cuestión que me preocupa mucho-, a la duración de los mandatos y a la acumulación de poderes. Y atención a los abusos de autoridad y poder.

3) Discernir y acompañar: en colaboración con los obispos diocesanos

Por lo que respecta al discernimiento con vistas a la aprobación de nuevos institutos, nuevas formas de vida consagrada o nuevas comunidades, os invito a desarrollar la colaboración con los obispos diocesanos. E insto a los pastores a que no se asusten y a que acojan plenamente su acompañamiento. Es responsabilidad del pastor acompañar y, al mismo tiempo, aceptar este servicio. Esta colaboración, esta sinergia entre el Dicasterio y los Obispos permite también evitar -como pide el Concilio- la creación inoportuna de institutos sin la suficiente motivación o el adecuado vigor (cf. Decr. Perfectae caritatis, 19), quizás con buena voluntad, pero falta algo. Su servicio es valioso para tratar de proporcionar a los Pastores y al Pueblo de Dios criterios válidos de discernimiento.

4) Discernir y acompañar: con los superiores generales en el contexto del recorrido sinodal

La escucha mutua entre las oficinas de la Santa Sede y los Pastores, así como los Superiores Generales, es un aspecto esencial del camino sinodal que hemos iniciado. Pero, en un sentido más amplio y fundamental, diría que los consagrados y consagradas están llamados a ofrecer una importante contribución en este proceso: una contribución para la que se nutren -o deberían nutrirse- de la familiaridad con la práctica de la fraternidad y del compartir tanto en la vida comunitaria como en el compromiso apostólico.

Conclusión: la maldición de estar sin raíces y semillas

Al principio hablé de la memoria «deuteronómica», y lo que me viene a la mente -sobre la memoria de las raíces- es lo que dice Malaquías: ¿cuál es el castigo de Dios? Cuando Dios quiere aniquilar a una persona, aniquilar a un pueblo, o -digamos- a una institución, la hace quedar -dice Malaquías- «sin raíces y sin brotes». Si no tenemos esta memoria deuteronómica y no tenemos el valor de sacar de ella el jugo para crecer, no tendremos ni siquiera brotes. Una fuerte maldición: estar sin raíces y sin brotes.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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