(ZENIT Noticias / Roma, 04.01.2022).- El jueves 3 de febrero, dos meses después de que le aceptarán su renuncia al arzobispado de París, el Papa Francisco recibió en audiencia especial al ex arzobispo de la capital francesa, Mons. Michel Aupetit. El reporte diario de actividad del Papa no reflejó, sin embargo, este encuentro.
En una entrevista posterior con la edición francesa del portal de información de la Santa Sede, Mons. Aupetit reconoció este encuentro al que calificó de “cálido intercambio” y durante el cual pudo tratar “varios temas”. El objetivo de la reunión, según el ex arzobispo parisino, fue:
“En primer lugar, el Papa Francisco me renovó su apoyo tras mi dimisión como arzobispo de París. Repitió que me consideraba una víctima de la hipocresía y el clericalismo. También mostró su confianza en mí al pedirme que permaneciera en la Congregación Romana para los Obispos, de la que, como sabes, ya soy miembro, y a la que acudo cada quince días”.
Mons Aupetit mencionó que trataron otros temas como “la situación de la Iglesia en Francia, que preocupa al Papa, y de la de la diócesis de París, así como de mis proyectos, porque tengo algunos planes para acompañar las numerosas iniciativas de jóvenes laicos bautizados al servicio de los más pobres y la misión de evangelización, que preocupan mucho al Papa”.
Acerca de los proyectos Mons. Aupetit compartió:
“Hay cosas que están surgiendo. Cuando miras las cosas desde la distancia, tienes la impresión de que hay hojas muertas. Pero hay muchas campanillas de nieve por todas partes, en particular las iniciativas para que los jóvenes profesionales compartan alojamiento con la gente de la calle a la que acompañé durante el periodo navideño, las de Lazare, la APA, la Asociación para la Amistad. El proyecto «Village de François», cerca de Toulouse, la Abbaye Sainte-Marie du désert, donde vamos a acoger a diferentes personas en situación de vulnerabilidad o heridas por la vida, personas que viven en la calle, personas mayores que estarían en un Ehpad, personas discapacitadas, personas que quieren salir de la prostitución con familias para vivir una fraternidad, para ponerse al servicio de una ecología integral. Y, sobre todo, para establecer el vínculo con la población local. Esto me parece importante porque, si lo conseguimos, tal vez sea posible modelarlo para otros lugares. Y luego también otros proyectos como Misericordia que conocí, que fui a ver en los suburbios de París, en Aubervilliers. Son jóvenes que se comprometen durante uno o dos años con las personas que viven en las urbanizaciones, para cuidar a los niños, para conocerlos. Y ahí, tuve un gran día. Veo que hay iniciativas realmente maravillosas de jóvenes bautizados que se toman en serio su bautismo y la misión de evangelización”.