(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 28.02.2022).- El sábado 26 de febrero el Papa recibió en audiencia a los socios de la Asociación Nacional Alpina. Al inicio de la audiencia el presidente nacional de la asociación dirigió unas palabras al Papa, palabras que después el Santo Padre agradeció. A continuación Francisco inició saludando a los ancianos de la asociación a quienes llamó “memoria viva de la entrega heroica y del entrenamiento para el sacrificio”. También saludó a los jóvenes “que siguen su camino mirando hacia arriba, con el paso tenaz y paciente del alpinista que sube por los senderos escarpados para alcanzar la cumbre”.
Ofrecemos la parte central del discurso en el que el Papa abordó los temas de la fraternidad y del servicio como dos realidades que describen bien el trabajo de la asociación.
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1) Fraternidad
Es bueno ver que habéis conseguido caminar juntos durante un siglo, demostrando que sois una familia. Su realidad, que se ha ramificado en varias Secciones y Grupos con características específicas, ha sabido hacer de la diversidad de individuos y de la variedad de agrupaciones oportunidades para aumentar la fraternidad.
Me pregunto: ¿qué es lo que ha hecho que su Asociación no sea sólo una organización, sino una familia? Creo que puedo decir que el secreto está no sólo en los valores que os unen y el espíritu de equipo que os distingue, sino sobre todo en el vivo sentido del altruismo. No sois soldados alpinos para vosotros, sino para los demás y con los demás. Y es bueno que en este sentido se proponga «ampliar la familia», estando dispuesto a colaborar con otros: con los soldados que sirven en el Ejército, pero también con diversas organizaciones benéficas. Hoy, en el asfixiante clima de individualismo que hace indiferentes a muchas personas, es necesario volver a empezar desde aquí, para redescubrir el entusiasmo de cuidar a los demás. Su testimonio es importante: este testimonio es histórico y actual.
2) Servicio
Esta fraternidad, pues, se nutre del servicio a los demás. A través del voluntariado, ustedes son un punto de referencia constante. Su compromiso en las emergencias es bien conocido, lo que convierte a su Asociación en una moderna fuerza de intervención y socorro. Su contribución se dirige especialmente a las personas en apuros y necesitadas, para que no se sientan solas y marginadas. De este modo, traducís en hechos vuestra fidelidad al Evangelio, que os impulsa a servir a vuestros hermanos, especialmente a los más desfavorecidos. Pienso en su presencia junto a las víctimas del terremoto y los afectados por las catástrofes; en su apoyo a la construcción de infraestructuras para los frágiles; en su generosa disponibilidad durante la pandemia.
Los cien años de experiencia de su Asociación atestiguan que los Alpini han estado al lado de los italianos en los más diversos escenarios. No habéis permanecido como espectadores en los momentos más difíciles, no, habéis sido y sois valientes protagonistas de los tiempos que vivís. Esta concreción en el servicio, el alma de su asociación, es el Evangelio puesto en práctica. No es casualidad que os jactéis de contar con cuatro beatos que encarnaron el mensaje de Jesús hasta el heroísmo y la entrega: el padre Carlo Gnocchi, el padre Secondo Pollo, Teresio Olivelli y el hermano Luigi Bordino.
Os animo a que os mantengáis firmemente unidos a estas fuertes raíces, para que sigan dando fruto en las situaciones actuales. De este modo, el ejemplo de fraternidad y servicio típico de los Alpini no se perderá en la sociedad. Un ejemplo de responsabilidad civil y cristiana. Hoy en día hay una gran necesidad de esto. Son expertos en hospitales de campaña. Sabes que no basta con montar tiendas; necesitas tiendas, por supuesto, pero también necesitas calor humano, una presencia cercana, una presencia tierna. Me llama la atención la ternura del corazón alpino, un hombre fuerte, pero en los momentos más fuertes de la vida, esa ternura llega. Me recuerda aquel testamento [‘Il testamento del capitano’, canción de los Alpini], la ternura hacia cuatro mujeres: su madre, su prometida, su patria y las montañas. Esta es tu ternura, que llevas dentro, que está guardada por la fuerza de tu trabajo y de estar cerca de todos. Fuerte pero tierno. Que ofrezcas esta presencia, yo diría paternal, cercana a los más débiles, en los que Jesús está presente, como nos dijo: «Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». (Mt 25,40).
Queridos Alpini, ¡adelante! Siempre en movimiento, preservando y aumentando vuestro patrimonio de fraternidad y servicio, para que la Asociación Nacional Alpina siga siendo una gran familia, unida y dedicada al bien de los demás. Que la Virgen, venerada en tantas capillas y santuarios repartidos por las montañas, os acompañe siempre. Os doy a todos los miembros y a vuestras familias mi bendición. Y tú, por favor, no te olvides de rezar por mí. Gracias.
Traducción del original en italiano realizado por el director editorial de ZENIT.