Niños víctimas de la guerra

Cartas desde la guerra (día 98): “Contando sólo estadísticas oficiales, 700 niños ucranianos han sido víctimas de esta guerra”

Hoy, cuando en el mundo se celebra el Día de la defensa del Niño, tenemos que decir con pesar que casi 700 niños ucranianos, sólo contando las estadísticas oficiales, fueron víctimas de esta guerra. Niños que fueron asesinados o heridos”, dice Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.

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(ZENIT Noticias / Kiev, 01.06.2022).- Perseverando en sus comunicaciones desde Ucrania, el arzobispo mayor de los greco-católicos recuerda que las estadísticas oficiales hablan de al menos 700 niños víctimas de la invasión rusa. Y también profundiza espiritualmente en la virtud teologal de la caridad. A continuación el texto de esta nueva comunicación:

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¡Cristo ha resucitado!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es 1 de junio de 2022 y el pueblo ucraniano vive 98 días de esta grande y sangrienta guerra que Rusia libra contra el Estado ucraniano. Damos gracias a Dios Nuestro Señor, damos gracias a nuestras Fuerzas Armadas de Ucrania por haber vivido hasta esta mañana y por haber podido ver la luz de este día.

Ucrania está ardiendo… Ucrania está en llamas… Los combates más difíciles tienen lugar en la región de Luhansk, y los enfrentamientos sangrientos se producen a lo largo de todo el frente. Según los informes militares, la guerra en el este está entrando en su fase más intensa…

Pero Ucrania está en pie. Ucrania está luchando.

Hoy, cuando en el mundo se celebra el Día de la Defensa del Niño, tenemos que decir con pesar que casi 700 niños ucranianos, sólo contando las estadísticas oficiales, fueron víctimas de esta guerra. Niños que fueron asesinados o heridos. Pero cuántos niños más fueron víctimas de la agresión rusa hasta la fecha, no creo que nadie lo sepa. Porque justamente son niños son las primeras víctimas, son los más vulnerables de cualquier guerra, son los primeros refugiados, los primeros heridos, aquellos que en lugar de poder ir a la escuela, tienen que compartir el destino de los refugiados en sufrir la guerra mental y físicamente.

Pero rezamos. Rezamos y por eso sentimos que el Señor Dios está junto con nosotros. Es Él quien salva a sus hijos, a Él le confiamos el cuidado de los niños de Ucrania.

Hoy me gustaría reflexionar con ustedes sobre la tercera de las virtudes teológicas. La virtud que justamente es la cima de toda perfección humana. La virtud que más asemeja al hombre con Dios y que es esa chispa de la divinidad en el hombre. Y esta virtud es la virtud de la Caridad. “Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios”, dice San Juan Evangelista.

Hoy en día, la palabra “amor” ha sido tan devaluada, tan destruido su significado, que a veces no entendemos lo que significa amar. Por eso, debe distinguirse la virtud del Amor de los sentimientos de simpatía, de algún deseo o aspiración, de algo que nos gusta o que apreciamos, de algo que es objeto de nuestro deseo. El amor, el amor divino, es un sacrificio total de uno mismo, una entrega total de uno mismo por el bien de la persona que amo. Ese es el amor divino con el que Dios nos ama a todos y la manifestación más completa del contenido de este amor divino que lleva al sacrificio, son las palabras de Nuestro Salvador que dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. De modo tal que la revelación, la plena revelación de nuestro Dios, del Dios en el que creemos, del Dios que es amor sacrificado, la tenemos en la Cruz. Cuando Nuestro Salvador muriendo, entrega su espíritu en las manos del Padre y dice: “¡Todo se ha cumplido!”.

La persona que ha recibido el don del amor divino de Dios vive la Vida Eterna. Es justamente el amor la cumbre de todas las perfecciones humanas. Dice el apóstol Pablo: “Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de Fe como para trasladar montañas, si no tengo Caridad, nada soy”.

El amor es esa fuerza divina que se nos da por el Espíritu Santo, el Espíritu del amor de Dios, que nos ayuda no sólo a cumplir en parte, sino también cumplir hasta el fin toda la ley de Dios. Porque Dios quiere que le amemos, no que le temamos. Por eso el Señor Dios nos dice a todos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo” . Así, de estos dos mandamientos del Amor, penden toda la Ley y los profetas. Puede parecernos sorprendente que el verdadero amor lleva al sacrificio de uno mismo… a la entrega de uno mismo. Puede parecernos que cuando nos sacrificamos por otro, entonces morimos. Pero la verdad es que el Amor es una fuerza que da vida. Una fuerza que crea vida. Cuando nos entregamos, entonces vivimos realmente, vivimos la Vida Eterna. El mismo apóstol San Pablo dice: “La Caridad no acaba nunca”.

Nuestro pueblo mirando asombrado el sacrificio de amor de sus hijos e hijas que dan la vida por su Patria exclama espontáneamente: – ¡Los héroes no mueren! – Y es verdad. Porque quien se entrega por amor a su Patria, a sus parientes, cumple las palabras de Cristo, que dice que “nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”.

Y hoy, le pedimos a Dios Nuestro Señor en medio de este mar de odio, de este mar de maldad que se derrama sobre nuestra tierra a causa de esta guerra: le pedimos a Dios Nuestro Señor el poder de su Amor Divino, con el cual podemos sobrevivir a todo. Porque sólo quien ama puede ser verdaderamente sabio y valiente, y puede ser justo y dueño de sí mismo. Le pedimos al Señor Dios que nos enseñe a amar. Porque el amor da a luz a los héroes; el odio en cambio, hace nacer criminales.

Oh Dios, danos tu Espíritu Santo, el Espíritu de tu Divino Amor cuyo descenso sobre nosotros esperamos. Oh Dios, por el poder de Tu Divino Amor danos la fuerza de la victoria. Victoria sobre el mal, sobre el enemigo, porque Tú dijiste: “Misericordia quiero, no sacrificios”. Oh Dios, Tú que te entregaste por nosotros, enséñanos a amar como amas Tú. Y bendice a Ucrania con Tu Divina Paz llena de Amor.

La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

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Redacción Zenit

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