Por: Enrique Villegas
(ZENIT Noticias / Quito, 22.06.2022).- Era el lunes 13 de junio cuando daba inicio un paro impulsado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONIE). Se acusaba al gobierno del presidente Guillermo Lasso de incapacidad ante la inflación y la subida de precios, especialmente de productos de la canasta básica y de gasolina. También se señalaba al gobierno por no resolver problemas del país como la corrupción, el desempleo o la falta de adecuados servicios sanitarios. Aunque el presidente Lasso contestó con varias medidas, estas fueron consideradas insuficientes y de este modo no sólo continuaron las movilizaciones sino también el que otros colectivos se sumarán a las manifestaciones.
Las protestas pasaron también de manifestaciones pacíficas a violentas con la suma de sindicalistas y grupos feministas. Y el gobierno contestó declarando el “estado de emergencia”: primero en tres provincias y ahora en seis, incluyendo la capital. Las huelgas, de hecho, han divido al país pues hay quienes están en contra de bloqueos de calles, de daños a bienes privados y públicos como coches y edificios. También se ha usado violencia contra la policía. El resultado ha sido al menos un centenar de heridos y al menos dos muertos hasta el momento. Tan sólo más de 60 policías han sido atacados y lastimados.
La Iglesia católica en Ecuador ha invitado a buscar soluciones por la vía del diálogo. En una comunicación del 15 de junio los obispos decían estar “profundamente preocupados por la situación social, económica y política de nuestra patria”. Y referían también que la Iglesia no es ajena “al grito de nuestro pueblo que demanda mejores días para todos, pero también somos conscientes de que este es un camino que debemos ir construir juntos”.
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— Conferencia Episcopal Ecuatoriana (@Confepec) June 22, 2022
De hecho, el arzobispo de Guayaquil reconoció que la Iglesia fue invitada a formar parte en una mesa de diálogo nacional. Sobre la causas de las protestas sociales Mons. Cabrera, arzobispo de Guayaquil, refirió en entrevista a Ecuavisa: “[se trata de] un malestar social que tiene sus raíces en la pobreza extrema, en la falta de lo mínimo necesario para vivir con dignidad, empezando por el trabajo, la salud, la educación, la alimentación… otro factor es la corrupción administrativa y finalmente la inseguridad social» Y añade: «Es importante que las partes tengan la voluntad de dialogar, de abordar los problemas y de encontrar soluciones que beneficien a todos los ecuatorianos y no sólo a sectores particulares».