(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 27.10.2022).- La mañana del jueves 28 de octubre el Papa recibió en audiencia especial a los religiosos, religiosas y sacerdotes de Madagascar que residen en Roma. La audiencia se tuvo en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
«Me complace encontrarme con vosotros y saludo a los responsables del Consejo de la Unión de Sacerdotes, Religiosos y Religiosas de Madagascar por esta visita, que me permite conocer mejor vuestras expectativas y esperanzas como personas consagradas en misión en Roma», inició saludando el Papa. Y luego agradeció «a Monseñor Marie Fabien, Presidente de la Conferencia Episcopal, que ha trabajado para que se celebre este encuentro, y le agradezco su presencia y su organización».
El Papa dijo que esa visita, que coincide con la visita ad limina de los obispos de Madagascar, «es expresión de vuestra comunión de oración con el camino espiritual que están realizando en las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo. En efecto, la fecundidad de vuestra misión depende también de la unidad que cultivéis, entre vosotros y con vuestros Pastores. Esto es muy importante: la unidad. Este es un testimonio que estás invitado a aportar a nuestra sociedad. “Nuestro mundo necesita unidad, es un tiempo en el que todos necesitamos unidad, necesitamos reconciliación, necesitamos comunión, y la Iglesia es una Casa de comunión”» (Catequesis, Audiencia General del 25 de septiembre de 2013).
Refiriéndose a la búsqueda del interés propio, el Papa hizo notar que «en nuestras sociedades, y por desgracia a veces también en la Iglesia, asistimos a la búsqueda del interés propio. Hay muchos chismes, la crítica está a la orden del día; por favor, no hablen de chismes, hablen siempre bien de los demás, porque la crítica es un arma de desunión. La búsqueda del interés propio, el “virus del egoísmo”, amenaza la convivencia pacífica entre los pueblos, como entre los hijos de un mismo país. Ante esta situación, vuestra experiencia personal y comunitaria de consagración a Cristo es la prueba de que la vida puede vivirse de otra manera a la luz del Evangelio, que da la verdadera alegría. Por tanto, os animo a caminar siempre juntos y a hacer de vuestra presencia aquí en Roma una preciosa ocasión para enriquecer y renovar vuestra fe, siguiendo las huellas de las grandes figuras de santos y de hombres y mujeres santos que os han precedido hasta aquí. Os animo a formar una gran familia espiritual en la que nos respetemos, amemos y apoyemos unos a otros. De este modo, podéis convertiros en signos de esperanza para vuestras Iglesias particulares y para Madagascar, que espera mucho de vosotros».
El Papa finalizó encomendando «a cada uno de vosotros a la Virgen María. Que ella os ayude a conservar fielmente vuestra identidad de sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos, en medio de los cambios de estos tiempos. Que la Virgen interceda por ti, para que seas siempre abierto y generoso con tus hermanos, especialmente con los que pasan por momentos difíciles. Estad todos unidos, unidos a los obispos, que son los pastores. Invoco sobre ustedes, sobre la Iglesia de Madagascar y sobre toda su nación la bendición de Dios. Y, por favor, no olviden rezar por mí. Gracias».
Tras el discurso el Papa saludó uno a uno a los asistentes.