Condolencias de Líderes internacionales por la muerte de Benedicto XVI

De Biden a Carlos de Inglaterra: estas son las condolencias de líderes internacionales por muerte de Benedicto XVI

A las condolencias de Macron, el presidente de Italia o el primer ministro británico se suman las Kirill de Moscú y el primado de la Iglesia anglicana.

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(ZENIT Noticias / Roma, 01.01.2022).- A raíz de la muerte del Papa Benedicto XVI, varios líderes internacionales han expresado condolencias a la Iglesia católica.

Por medio de un comunicado, la web de la Casa Blanca dio a conocer una declaración del presidente Biden y de su esposa:

Jill y yo nos unimos a los católicos de todo el mundo, y a tantos otros, en el duelo por el fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI. Tuve el privilegio de pasar tiempo con el Papa Benedicto en el Vaticano en 2011 y siempre recordaré su generosidad y acogida, así como nuestra significativa conversación. Será recordado como un teólogo de renombre, con toda una vida de devoción a la Iglesia, guiado por sus principios y su fe. Como señaló durante su visita a la Casa Blanca en 2008, «la necesidad de solidaridad global es más urgente que nunca, si queremos que todas las personas vivan de una manera digna». Que su atención al ministerio de la caridad siga siendo una inspiración para todos nosotros.

La Secretaría de Estado de los Estados Unidos manifestó en otro comunicado que:

Estados Unidos lamenta el fallecimiento de Su Santidad Benedicto XVI, Papa emérito, hombre santo, testigo de la fe y otrora Pastor de los fieles católicos.

El Papa emérito Benedicto XVI fue un líder dedicado y comprometido con el diálogo interreligioso.  Fue un defensor de las personas vulnerables, incluidos los refugiados, los desplazados internos y los migrantes. Apoyó medidas legales internacionales para defenderlos. Fue un teólogo de renombre dentro de la Iglesia católica durante décadas.

Damos nuestro más sentido pésame a los fieles católicos de todo el mundo, a la Santa Sede y a todos aquellos cuyas vidas se vieron enriquecidas por la guía espiritual del Papa emérito Benedicto XVI.

Pero otras potencias mundiales también han expresado solidaridad y compartido un pésame diplomático. Es el caso del presidente francés Emmanuel Macron, a través de la web del Palacio del Eliseo:

El Papa emérito Benedicto XVI nos ha dejado, después de haber marcado a la Iglesia con el sello de su erudición teológica y de haber trabajado incansablemente por un mundo más fraterno.

Nacido Joseph Ratzinger en 1927, creció en una modesta familia bávara que le inculcó el amor por el piano, la literatura y la historia, y un feroz rechazo a toda forma de fascismo. Sus padres también le transmitieron su profunda piedad, de modo que, a los siete años, el pequeño Joseph pidió como regalo de Navidad un misal y una casulla de sacerdote. Pero mientras su mente se orientaba hacia el sacerdocio, las mentes de sus contemporáneos eran gangrenadas por el nazismo. Como todos los de su generación, tuvo que ingresar en las Juventudes Hitlerianas a los catorce años, y a los dieciséis en el servicio militar. Ulcerado por el fanatismo imperante, el joven se negó a alistarse en las Waffen-SS, desertó de su regimiento durante la debacle, pero fue recapturado y pasó seis semanas en prisión antes de que la capitulación alemana lo liberara.

La efervescencia intelectual de sus años de seminario le hizo comprender que su vocación de sacerdote era inseparable de su destino de teólogo y académico. Pues nunca disoció la religión de la razón. Tenía fe en Dios, y fe en el espíritu humano, en su capacidad para desbrozar incansablemente los caminos de la trascendencia.

La fuerza de sus escritos hizo que fuera elegido para participar en el Concilio Vaticano II. Se le consideraba entonces un reformista, una reputación paradójica para un Papa que tan a menudo fue descrito después como conservador. Sin duda merecía ambos calificativos: su reformismo tenía un objetivo conservador, volver a las fuentes del pasado para revitalizar el presente. No le importaba no seguir el viento de liberalización de mayo del 68, porque a sus ojos la Iglesia tenía una misión de contradicción profética que debía asumir con valentía. Nombrado arzobispo y luego cardenal por Pablo VI, fue elegido cinco años más tarde por Juan Pablo II para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe, punta de lanza de la reflexión doctrinal de la Iglesia. Durante los 24 años que pasó al frente de la Congregación, y luego durante sus ocho años como pontífice, no cesó de profundizar en el misterio de la fe cristiana, construyendo diques contra las corrientes progresistas y consolidando la tradición de la Iglesia en materia de liturgia, celibato sacerdotal y bioética. También trabajó por el acercamiento interreligioso y ecuménico tendiendo puentes fraternos entre creyentes, en particular entre católicos y ortodoxos.

Lejos de buscar la fusión del Estado y la Iglesia, recordó la importancia de distinguir entre religión y política, cuya independencia mutua no implica indiferencia, sino diálogo. También invitó a los cristianos a implicarse como ciudadanos. Sus encíclicas abogan por una globalización respetuosa que redistribuya los recursos entre ricos y pobres, por una economía humana que mantenga el sentido de dar y compartir, por una ecología integral que respete tanto el planeta como la dignidad del hombre.

Su afecto por Francia le llevó a ser nombrado miembro extranjero de nuestra Academia de Ciencias Morales y Políticas. Sus años en el seminario le habían permitido impregnar su pensamiento de los escritos de Bergson, Sartre y Camus, y apasionarse por Claudel, Bernanos, Mauriac y Maritain. Estas afinidades intelectuales se enriquecieron con amistades humanas, tejidas a través de sus viajes a París y sus intercambios con los prelados y teólogos franceses que ejercieron una fuerte influencia en el Concilio Vaticano II, en particular los futuros cardenales Daniélou, de Lubac y Congar. Cuando aún era cardenal Ratzinger, fue delegado del Papa Juan Pablo II para el sexagésimo aniversario del desembarco de Normandía y, como Su Santidad el Papa Benedicto XVI, realizó una gira por Francia en septiembre de 2008, impresionando a sus oyentes con la finura de su cultura y la elegancia de su francés.

Sus exigencias para consigo mismo eran tan altas como la aceptación de su misión. Por eso, ante el declive de sus fuerzas físicas, tomó una decisión que no se había tomado en siglos, la de renunciar a la Cátedra de Pedro. Como Papa emérito, llevó una vida de silencio y oración a la sombra de un monasterio.

El Presidente de la República saluda a un interlocutor ilustrado de Francia en su construcción de un «laicismo positivo», que supo llevar a la Iglesia, golpeada por las tormentas del siglo XX, a su tercer milenio. Envía su más sentido pésame a los católicos de Francia y del mundo.

Macron en la conmemoración del padre Jacques

Desde su Alemania natal, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier ha dado el pésame al Papa Francisco por el fallecimiento del Papa Benedicto XVI:

«En Alemania nos ha entristecido profundamente la noticia del fallecimiento del Papa Benedicto XVI. Su fe, su inteligencia, su sabiduría y su humildad como ser humano siempre me han impresionado profundamente.

Como compatriota, este Papa tenía un significado muy especial para nosotros, los alemanes, también más allá de los límites de la Iglesia católica romana universal. Para muchas personas de todo el mundo, la elección de un Papa de la cuna de la Reforma y de un intelectual que había hecho del diálogo entre la fe y la razón la obra de su vida enviaba una señal importante.

La unidad de la cristiandad, el diálogo interconfesional y la coexistencia de la religión y la sociedad eran asuntos que le interesaban especialmente. Buscó el diálogo con judíos y musulmanes y con todas las confesiones cristianas del mundo.

En la obra del profesor Joseph Ratzinger se combinan ya elevados conceptos teológicos y filosóficos con un lenguaje comprensible. Por esta razón, muchas personas, no sólo católicos romanos, encontraron una orientación clara en sus escritos y discursos. Se enfrentó a la búsqueda y al cuestionamiento de la gente.

Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se vio confrontado con el sombrío problema de los abusos sexuales en el mundo y su encubrimiento sistemático. Esto le supuso una responsabilidad especial. Benedicto era consciente del gran sufrimiento de las víctimas y del enorme daño causado a la credibilidad de la Iglesia.

Benedicto decidió dimitir en el momento en que estuvo seguro de que ya no podría ejercer su cargo con la fuerza y la energía necesarias. Fue un giro inesperado en la historia de la Iglesia.

Obligado como Papa a servir a todo el mundo, conservó sin embargo lazos duraderos con su hogar bávaro, que moldeó profundamente su fe. Los alemanes pudimos percibirlo durante sus visitas y discursos en Alemania. Muchos guardan un recuerdo imborrable de sus visitas a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, Berlín, Eichsfeld y Friburgo.

Benedicto XVI fue el primer Papa que se dirigió a un parlamento alemán electo. Sus palabras sobre los fundamentos de un Estado de derecho libre y de la democracia, sobre la dignidad humana y sobre la ecología, suscitaron vivos debates no sólo en Alemania y estimularon la búsqueda de la verdad tanto por parte de los individuos como de la sociedad.

«Deus Caritas Est» (Dios es amor): éste, el título de su primera encíclica, refleja la profunda convicción de Benedicto, que fue fuerza y estancia para muchas personas en todo el mundo. Alemania llora al Papa Benedicto XVI y recordará su obra».

Presidente Frank-Walter Steinmeier. Wikimedia Commons

Presidente Frank-Walter Steinmeier. Wikimedia Commons

Desde Inglaterra, el primer ministro británico declaró: «Me entristece la noticia del fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI. Fue un gran teólogo cuya visita al Reino Unido en 2010 fue un momento histórico tanto para los católicos como para los no católicos de nuestro país. Mis pensamientos están hoy con los católicos del Reino Unido y de todo el mundo». Por su parte, el Rey Carlos III, sucesor de Isabel II, escribió al Papa Francisco lo siguiente:

He recibido con profunda tristeza la noticia del fallecimiento de su predecesor, el Papa emérito Benedicto XVI. Recuerdo con cariño mi encuentro con Su Santidad durante mi visita al Vaticano en 2009. Su visita al Reino Unido en 2010 fue importante para el fortalecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido.

Desde Italia, país con el que la Ciudad del Vaticano comparte sus fronteras, el presidente Sergio Mattarella dijo que esta muerte se trataba de un luto para el país:

La muerte del Papa emérito Benedicto XVI es un luto para Italia. Su gentileza y sabiduría beneficiaron a nuestra comunidad y a toda la comunidad internacional. Con dedicación continuó sirviendo a la causa de su Iglesia en el cargo sin precedentes de Papa emérito con humildad y serenidad. Su figura sigue siendo inolvidable para el pueblo italiano. Intelectual y teólogo, interpretó con finura las razones del diálogo, la paz y la dignidad de la persona como intereses supremos de las religiones. Recordamos su testimonio y su ejemplo con gratitud.

El Papa Francisco saluda a Sergio Mattarella © L’Osservatore Romano

También líderes religiosos expresan pésame

Pero no sólo los líderes políticos han manifestado todos estos gestos. También los religiosos. Es el caso del arzobispo de Caterbury, primado de la Comunión Anglicana. En un comunicado dijo:

Hoy me uno a la Iglesia de todo el mundo, y especialmente al Santo Padre, el Papa Francisco, y a toda la Iglesia católica, en el duelo por la muerte del Papa emérito Benedicto XVI.

Durante su larga vida y su ministerio al servicio de Cristo en su Iglesia, el Papa Benedicto XVI fue testigo de muchos cambios profundos en la Iglesia y en el mundo. Vivió el régimen nazi en Alemania y sirvió brevemente en la Segunda Guerra Mundial. Como teólogo y sacerdote más joven fue testigo directo de los debates del Concilio Vaticano II. Como profesor y luego como arzobispo vivió en una Alemania dividida, pero también vio la caída del Muro de Berlín y la reunificación de su patria.

El Papa Benedicto fue uno de los más grandes teólogos de su época, comprometido con la fe de la Iglesia e incondicional en su defensa. En todo, también en sus escritos y en su predicación, miraba a Jesucristo, la imagen del Dios invisible. Era evidente que Cristo era la raíz de su pensamiento y la base de su oración.

En 2013, el Papa Benedicto dio el valiente y humilde paso de renunciar al papado, el primer Papa que lo hacía desde el siglo XV. Al tomar esta decisión libremente reconoció la fragilidad humana que nos afecta a todos. En su retiro en Roma ha llevado una vida de oración y ahora ha ido al descanso eterno concedido por el Padre. En su vida y en su ministerio, el Papa Benedicto se esforzó por orientar a las personas hacia Cristo. Que ahora descanse en la paz de Cristo y resucite en la gloria con todos los santos.

Por su parte, el patriarca Kirill envió también un mensaje de condolencias al Papa Francisco. El gesto ha sido interpretado por la prensa especializada en el Vaticano como un deshielo en las relaciones eclesiásticas a raíz de la guerra en Ucrania:

He recibido con tristeza la noticia del fallecimiento de su predecesor, el Papa emérito Benedicto XVI. Los muchos años de vida de Su Santidad marcaron toda una época en la historia de la Iglesia Católica Romana, que dirigió en un difícil período histórico asociado a numerosos desafíos externos e internos.

La incuestionable autoridad de Benedicto XVI como eminente teólogo le ha permitido contribuir significativamente al desarrollo de la cooperación intercristiana, al testimonio de Cristo ante un mundo secularizado y a la defensa de los valores morales tradicionales.

Habiendo tenido la oportunidad de conocer personalmente al difunto Papa en varias ocasiones durante su mandato en el trono de Roma, tuve la oportunidad de ser testigo de su profundo amor por el cristianismo oriental y, en particular, de su sincero respeto por la tradición de la ortodoxia rusa. Durante el pontificado de Benedicto XVI, las relaciones entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica Romana se han desarrollado considerablemente en el espíritu de la cooperación fraternal y el deseo de interacción en el camino de la superación del legado, a veces doloroso, del pasado.

En nombre de la Iglesia Ortodoxa Rusa, expreso mis condolencias a usted y al rebaño de la Iglesia Católica Romana en relación con su pérdida. El Señor misericordioso, cuyo humilde trabajador en la viña se llamó el difunto Pontífice el día de su elección, deja un recuerdo eterno.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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