(ZENIT Noticias / Roma, 25.01.2023).- En una entrevista realizada por la Agencia AP y publicada el 25 de enero de 2023, el Papa Francisco contestó a diferentes interrogantes relacionadas con su relación con Benedicto XVI, el caso Rupnik, las críticas de algunos sectores a su pontificado, su viaje a África, el uso de armas, la guerra, el sínodo de la Iglesia, el camino sinodal alemán y también el de la criminalización de la homosexualidad.
La sensibilidad mediática no católica se ha concentrado en este tema de interés controversial y en algunos casos presentan la respuesta del Papa como revolucionaria. Nicole Winfield, la corresponsal en el Vaticano de AP y quien realizó la entrevista, pregunta al Papa:
Hay un tema que es complicado, la criminalización de la homosexualidad. Es un tema que cada vez se ve discutido, pero hay muchos países que tienen leyes criminales contra los homosexuales y algunos hasta contemplan la pena de muerte. Incluso donde estas leyes no se aplican, las normas contribuyen a un clima de violencia, discriminación contra la comunidad gay y trans. ¿Cuál es la posición de la Iglesia? ¿Qué debe hacer la Iglesia, puesto que hay obispos que apoyan estas leyes?
La pregunta entonces se concentra sobre un tema: la criminalización de la homosexualidad, que llega a incluir en algunos casos la pena de muerte (por ejemplo Afganistán, Arabia Saudita, Brunei o Mauritania), y la posición de la Iglesia ante esa criminalización.
«El ser homosexual no es un delito. No es un delito […] pero es pecado», fue parte de la respuesta del Papa, quien más adelante añadió también que «Ser homosexual no es un delito. Es una condición humana».
Sin embargo, la respuesta fue más amplia. El Papa comenzó recordando que el Catecismo de la Iglesia Católica dice que «las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar». A continuación recordó aquella frase mundialmente famosa emitida como respuesta a una pregunta en el vuelo de regreso de Brasil a Roma: «Si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla. Está el Señor».
También recordó otra afirmación, en este caso realizada en el vuelo de regreso del viaje a Irlanda: «Una familia que tenga un hijo o una hija con tendencia homosexual no tiene que despedirla, tiene que crear el cuadro familiar para que viva en paz».
Y tras esto último el Papa evidencia, en línea con lo preguntado por la periodista, que hay países que criminalizan la homosexualidad a lo que puntualiza: «Creo que es injusto». Es así que el Papa refiere qué ha hecho en los últimos meses en el Vaticano:
«Acá en la audiencia [de los miércoles], de hecho recibo grupos de personas así. Lo hice general, los saludo, gente que viene en grupos. Una mujer que trabaja mucho con esto, este es un ejemplo, lo quiero decir, es una monja de 80 años. Sor Geneviève, que es una de las capellanas del circo, vive en una roulotte. Son de las Hermanas de Foucauld, viven tres ahí, en el circo. Y ella me trae, no digo todos los miércoles, pero al menos dos, tres miércoles al mes, un grupo de personas con un Sacerdote que también trabaja allí».
Y añade:
Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad. El ser homosexual no es un delito. No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás? O sea, distinguí eso. Y los países que tienen la pena de muerte son diez, 12, creo, todavía, más o menos. Pero curioso, nunca dicen la palabra, dicen ‘acciones deshonestas’ o algo. Usan un giro para decirlo. No, eso está mal. Está mal. Está muy mal. Creo que no hay que discriminar a nadie. Más aún saliendo ya del problema de la homosexualidad, vamos a otro problema. Al asesino más grande, al picador más grande tampoco hay que discriminarlo. Cada hombre y cada mujer tiene que tener una ventana en su vida donde pueda volcar su esperanza y donde pueda ver la dignidad de Dios. Y ser homosexual no es un delito. Es una condición humana.
El Papa realiza una distinción entre lo que es un crimen y un pecado. Esa declaración precisa una clarificación pues, así como está formulada, da pie a entender que en sí mismo «ser homosexual es un pecado». De hecho, la Iglesia enseña que la homosexualidad es una tendencia intrínsecamente desordenada pero la inclinación en sí misma no es un pecado. El pecado lo constituye el ejercicio activo de la tendencia.
A continuación, la periodista insiste y pregunta si en los estados que hay leyes que criminalizan «¿la Iglesia puede contribuir a derogar esas leyes?» Y a eso contesta el Pontífice:
Sí, sí. Tienen que hacerlo, tienen que hacerlo. Lo que pasa es que son culturas, culturas en un estado, y los obispos de ese lugar, si bien son buenos obispos, forman parte de la cultura y algunos tienen la mente todavía en esa cultura. ¿O no? También el obispo tiene un proceso de conversión. Yo de los obispos de esos lugares no tengo malas informaciones de ninguno, que están abiertos a ayudar no sólo en esto, sino otros problemas. Pero ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros. Volvemos las tres categorías de Dios. Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Y con esas tres basta, está toda la teología ahí. Dios cercano, que está en la mano mía. Un Dios misericordioso que me perdona tantas veces. Un Dios tierno.
Como se puede advertir, se trata de una respuesta en sintonía con la doctrina de siempre de la Iglesia, si bien expresada con un vocabulario diferente. Muchas «sorpresas» y titulares más o menos sensacionalistas se evitarían si se conociese algo tan elemental como el Catecismo de la Iglesia Católica.