Por: Stefano Gennarini
(ZENIT Noticias – Center for Family and Human Rights / Nueva York, 13.04.2023).- La Unión Europea y la administración Biden, aún conmocionadas por la derrota sufrida el mes pasado en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU, han reanudado su lucha en torno a la «educación sexual integral».
La lucha se ha reanudado en la Comisión de Población y Desarrollo de la ONU, que producirá una resolución no vinculante que, sin embargo, se utilizará para imponer la revolución sexual en el mundo en desarrollo.
A los delegados tradicionales que participan en las negociaciones les preocupa que las continuas presiones de la administración Biden y el cansancio puedan tener un mal resultado para la familia, los niños y la soberanía nacional.
Añadir este polémico lenguaje a la resolución anual de la comisión daría a las potencias occidentales más influencia política para impulsar programas de educación sexual que promuevan la homosexualidad y la ideología transgénero entre los niños.
Los gobiernos occidentales, encabezados por la Unión Europea y la administración Biden, insisten en que la resolución debe incluir la «educación sexual integral» porque el tema de la resolución de este año se centra en la educación. Llevan casi dos décadas pidiendo al conjunto de las Naciones Unidas que apruebe la «educación sexual integral», pero sin éxito.
Hasta ahora, los países tradicionales se han negado a adoptar cualquier lenguaje que pudiera implicar derechos sexuales para los niños, o cualquier respaldo para enseñar a los niños que las prácticas homosexuales y transexuales son normales y saludables.
Los programas integrales de educación sexual diseñados por organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales son muy controvertidos. Enseñan a los niños a explorar su sexualidad, incluso en cuestiones como la homosexualidad, promueven el concepto de diversidad familiar, así como la información y el acceso a la anticoncepción y el aborto sin la participación de los padres. También enseñan a los niños desde una edad muy temprana, tan temprana como los tres años en algunos casos, a cuestionar su identidad de género, que podrían haber nacido en un cuerpo equivocado, y que eventualmente pueden cambiar su sexo mediante controvertidos regímenes hormonales y cirugías para extirpar o alterar sus órganos sexuales.
Entre los países que actualmente forman parte de la comisión y que se han manifestado en contra de la educación sexual integral en el pasado se encuentran Comoras, Etiopía, Libia, Mauritania, Irán, Malasia, Arabia Saudí, la Federación Rusa y Jamaica, entre otros. Queda por ver si están dispuestos a desafiar de nuevo a la poderosa maquinaria diplomática de la Unión Europea y el Gobierno Federal de Estados Unidos ahora que las dos potencias mundiales están alineadas en la promoción de los temas homosexuales/trans a nivel internacional.
Se espera un documento final a finales de la segunda semana de abril.
La administración Biden se ha comprometido oficialmente a promover la educación sexual integral a nivel internacional y la Unión Europea es históricamente uno de sus más firmes defensores.
Los países europeos más apegados a los valores tradicionales, entre ellos Polonia y Hungría, no se oponen a la educación sexual integral en las Naciones Unidas. Respaldan que la UE promueva anualmente la educación sexual integral a través de los acuerdos ministeriales de la UE que guían la actividad diplomática y de ayuda exterior de la UE.
Traducción del original en lengua inglesa realizada por el director editorial de ZENIT.