(ZENIT Noticias / París, 18.04.2023).- El 15 de abril de 2019 la Catedral de Notre-Dame de París se incendió. Perdió la aguja que remataba la cúpula, el tejado, el reloj y parte de la bóveda. Tras 850 años de belleza y oración, las llamas la devoraron mientras se realizaban unas obras de restauración. La situación actual es alentadora, tras la declaración del presidente francés Emmanuel Macron de reconstruir la Catedral, «aún más bella», en cinco años.
La fiscalía de París abrió una investigación preliminar para determinar el origen del desastre y dos meses después las investigaciones se confiaron a tres jueces de instrucción con prerrogativas más amplias.
Las indagaciones respondieron a la acusación de que el incendio se originó por incumplimiento deliberado en las normas legales de seguridad, exponiendo a empleados y visitantes a riesgos físicos.
El 13 de abril de 2023 se ordenaron nuevos informes periciales para «precisar la zona y el momento del inicio de las llamas» y «determinar las causas materiales del incendio». «Muchos informes periciales siguen en curso y se han ordenado otros nuevos», dijo la fuente judicial citada por Ouest France.
La investigación preliminar se inclinó por un incendio ocasionado accidentalmente y el fiscal de París, Rémy Heitz, respaldó esa causa: fuera una colilla mal apagada o un cortocircuito eléctrico. Desde entonces, nada pareció apoyar la pista criminal.
El análisis de los fallos «a lo largo del último año, han despejado todos los ámbitos». La fuente añadió: «Ningún elemento nuevo es susceptible de ser explotado».
La brigada criminal tomó numerosas muestras al inicio de la investigación sobre cientos de metros cúbicos de escombros, en condiciones difíciles por la fragilidad del edificio gótico. Incluso, algunos técnicos intervinieron con arneses y cuerdas para la recogida de pruebas, haciendo rápel por encima de las bóvedas en precario equilibrio.
El incendio conmovió a creyentes y no creyentes. Los bomberos salvaron muchos tesoros litúrgicos y artísticos de la Catedral. El edificio, sin embargo, quedó inhabilitado para las ceremonias religiosas por las obras. Monseñor Laurent Ulrich, arzobispo de París, desempeña sus oficios litúrgicos en Saint-Germain-l’Auxerrois, junto al Louvre.
Las investigaciones detectaron fallos en la seguridad de la Catedral, sobre todo en el sistema de alarma, que retrasó la llamada a los bomberos el día del incendio. También hubo fallas en el sistema eléctrico de un ascensor. Estos fallos no causaron el incendio, aunque pudieron favorecer la propagación de las llamas por el edificio.
La reapertura del templo para celebraciones litúrgicas y visitas está prevista para el 8 de diciembre de 2024, día la fiesta de la Inmaculada Concepción, dentro de los cinco años previstos de reconstrucción. Las obras no estarán del todo terminadas, previstas «posiblemente hasta 2030», según el rector de Notre-Dame, monseñor Olivier Ribadeau Dumas. Pero las tareas pendientes no impedirán la actividad espiritual y turística del edificio.
El cuarto aniversario del incendio en Notre-Dame de París se cumplió el sábado 15 de abril. Ese día se instaló la base de madera de 80 toneladas que sostendrá la nueva aguja de Viollet-le-Duc.
Un juez de instrucción parisino investiga la contaminación en las inmediaciones de la Catedral por las 400 toneladas de plomo incendiadas. Hay una denuncia contra la prefectura de policía y el ayuntamiento de París por no tomar todas las precauciones necesarias ante los niveles de vapores de plomo elevados en las inmediaciones de la Catedral.
Los albañiles, artesanos e ingenieros de la empresa trabajan en la explanada y en la nave de la Catedral para recuperar la belleza artística y el ambiente de oración que dejaron los arquitectos y decoradores durante sus labores, iniciadas en 1163 y casi terminadas 100 años después. El trabajo para plasmar las expresiones de fe y de arte continúa hoy.