Por: Darío Salvi
(ZENIT Noticias – Porta di Oriente (Asia News) / Milán, 26.06.2023).- Una línea directa conecta el Amazonas con Turquía. Un tráfico de menores que son sustraidos a sus familias -a menudo indigentes e incapaces de mantenerlos u ofrecerles perspectivas de crecimiento- para sacarlos del país y llevarlos al antiguo Imperio Otomano donde, con el pretexto de educarlos, son adoctrinados y convertidos al Islam. La policía abrió una investigación -que todavía está en curso- sobre el caso, confirmada por fuentes de AsiaNews en Manaos, que piden «prudencia» y «omitir por el momento el nombre de las personas involucradas», a la espera de los procedimientos judiciales y penales. En el centro de las investigaciones se encuentra la asociación Süleymancılar -relacionada con el islam turco y que está presente en varios países- con una visión radical de la fe, contraria al laicismo de Estado, y cuyo objetivo es penetrar -e influir- en la vida de las familias según los preceptos musulmanes.
Lo que levantó el velo sobre esta práctica de larga data fue una investigación en profundidad que llevó a cabo el sitio de información de la diáspora turca Artı Gerçek, una voz crítica con el gobierno de Ankara y el presidente Recep Tayyip Erdogan, fundado en 2017 por periodistas exiliados. El principal objetivo del sitio es «publicar noticias» que en su país serían «víctimas de la censura» y «dar voz a grupos, religiones y minorías» marginados o perseguidos en el país del «sultán». Este es un caso controvertido y delicado, porque involucra a «menores sometidos a abusos, trata y violaciones», confirma nuestra fuente, y que está alimentado por una entidad proislámica que ya ha sido objeto de denuncias en el pasado pero contó con la protección de las altas esferas de Turquía.
Seducidos y convertidos
Un ciudadano turco que vive en el Amazonas desde hace tiempo y ha sido beneficiario de un permiso de residencia emitido por Brasilia desde junio de 2021, habría captado a decenas de niños de familias pobres de tribus de la selva por cuenta de la secta Süleymancılar. La zona de referencia es la frontera con Colombia, pero la sede operativa es Manaos, la capital del estado de Amazonia, a donde llevan los niños con un «consentimiento» firmado por la familia para recibir las primeras nociones de su «nuevo modelo educativo”. Después de pasar tres años en Brasil, almenos 6 fueron trasladados a Turquía y alojados en centros de propiedad de la secta o vinculados a ella en Kütahya, Tarso o Estambul (donde ya se habían producido abusos contra menores) para continuar «su proceso educativo escolar” y finalmente ser convertidos al Islam.
Presuntamente el traficante turco actuó a través de una empresa que fundó él mismo, la Amazon Humanitarian Aid Solidarity Association, que, con la excusa de ayudar y apoyar el desarrollo, estableció vínculos con las familias y se ganó su confianza para que les confiaran a sus hijos. Todo esto también se habría visto favorecido por el deseo o la esperanza de los padres de que los niños tuvieran un futuro mejor y les permitiera escapar de la vida en la selva y recibir una educación, con la posibilidad de asistir a la escuela y alcanzar un nivel de i nstrucción superior que de otra manera les resultaría imposible. Después de pasar un tiempo en Manaos, a los niños les cambian el nombre por uno «turco y musulmán» como Muhammad, Hüseyin, Ahmet. La educación también es turca, árabe e islámica, y se imparte a los pequeños pupilos de entre 5 y 17 años. Para algunos -en este caso entre los 15 y los 17 años- el paso final es el traslado a Turquía con una «visa para educación» emitida por la misma embajada de Ankara en Brasil.
Traficados a Turquía
Una vez en Turquía, los indígenas brasileños se pierden en las ciudades donde hay sedes o filiales de Süleymancılar. La investigación muestra que los jóvenes del Amazonas fueron llevados a la residencia masculina de Mekân Ortadoğu en Tarso, cuyo responsable del centro no quiso dar sus datos personales y agredió a los periodistas que realizaron la investigación. “¿Por qué – reclamó haciendo referencia a la religión – persiguen a los niños que han tomado el camino del profeta Alá? Ocúpense de sus asuntos…». Luego agregó que «vinieron a Turquía para recibir educación, sus familias también dieron permiso […] ya no están en el centro y no sé dónde están». Ante la perspectiva de ser acusado de tráfico internacional de menores y de engaño a sus familias (el crimen que investiga la policía brasileña), cortó por lo sano diciendo que habían sido transferidos a una asociación de solidaridad islámica llamada Mena, en Estambul.
Entre aquellos que han levantado un muro de silencio y complicidad se encuentra la embajada de Turquía en Brasil, que no quiere comentar la historia y no responde a las preguntas de los periodistas, ni turcos ni brasileños. Como explica la periodista brasileña Thalys Alcantara, citada por Artı Gerçek, los niños pertenecen a pueblos amazónicos cuya cultura y estilo de vida «están protegidos por la ley brasileña», en el marco de una política de conservación de las tribus y regiones indígenas. «Los jóvenes -explica- provienen de una ciudad [que nuestra fuente pide mantener en secreto, ndr] en el estado de Amazonia, ubicada en medio de la selva tropical» de donde fueron sacados en 2019 después de que los padres «firmaron documentos que no tienen validez legal». Las familias «son pobres y sueñan con un futuro mejor», los niños «tienen pocas oportunidades para aprender a leer y superar la pobreza». Los grupos islámicos, confirman fuentes de AsiaNews, se han aprovechado de la indigencia de las poblaciones locales, que se han convertido en «blanco» del tráfico de menores, secuestrados y convertidos a la fuerza. Mejor suerte corrieron 20 de estos niños, que fueron encontrados por la policía y devueltos a sus familias.
Suleymancilar y los abusos sexuales
En el centro de este tráfico internacional se encuentra la asociación Süleymancılar, que durante años ha sido protagonista de hechos opacos con abusos y violaciones, incluso de menores. En noviembre de 2020 una familia de Estambul presentó una denuncia contra los organizadores de un curso sobre el Corán después de que su hijo viera con sus propios ojos agresiones sexuales dentro del centro y en los dormitorios. Los organizadores pertenecían a la polémica secta y no eran nuevos en este tipo de eventos, y ante las quejas de los padres uno de los responsables afirmó que lo sucedido «no era para tanto», y en todo caso no «merecía una denuncia y armar un escándalo». En su momento, el abogado de la familia había subrayado que, para la organización en cuestión, el caso de violencia es «solo la punta de un iceberg» compuesto por abusos, violaciones y explotación, con consentimiento del Estado.
Y las cifras confirman la emergencia: la violencia contra menores ha aumentado un 700% bajo los gobiernos del AKP (Partido Justicia y Desarrollo) del presidente Erdogan, y en muchos casos las investigaciones terminaron con la impunidad de los autores. Solo en 2018 salieron a la luz casi una docena de casos en las residencias de Süleymancılar, que también es conocido por sus relaciones con las más altas esferas del Ejecutivo. El país ocupa el puesto 38 del mundo en violaciones (15,6 por cada 100.000 habitantes) y el 45 en femicidios (0,88 por 100.000). En 2018 Turquía ocupaba el tercer lugar en el mundo en abuso infantil, y casi 500.000 jovencitas menores de 18 años se casaron con el «permiso» del Estado; entre 2007 y 2017 en los embarazos de niñas de 17 años o menos, más de 2400 bebés nacieron muertos. El HDP y el CHP presentaron docenas de propuestas parlamentarias para la prevención del abuso sexual y la violencia, y todas fueron rápidamente rechazadas por el AKP. Hoy se celebra la Jornada Mundial del Refugiado de la ONU: «Tenemos la esperanza – concluye la fuente de AsiaNews – de que la explotación se corte de raíz por el bien de estos menores, que son atraídos con falsas promesas que siempre están en la base de este comercio. Por último, lo que ha ocurrido es también una advertencia para la Iglesia brasileña y de todo el mundo, para que tome cada vez más conciencia de la pastoral de los menores y contribuya a la prevención de posibles violencias”.