(ZENIT Noticias – Porta Luz / Roma, 27.06.2023).- El Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, ha rechazado recientemente la afirmación de que los abusos sexuales cometidos por sacerdotes estén relacionados con la homosexualidad. En el prefacio de un nuevo libro, Il dolore della Chiesa di fronte agli abusi («El dolor de la Iglesia ante los abusos»), califica la idea de «asociación grave y científicamente indefendible».
«La orientación homosexual no puede considerarse ni una causa ni un aspecto típico del abusador», escribe el Cardenal italiano en el prefacio de Il dolore della Chiesa di fronte agli abusi. El libro, publicado en marzo de 2023 en italiano por Pazzini, incluye contribuciones de varios teólogos católicos, psicólogos y otros expertos en abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
Una correlación no científica
Tales reflexiones, de la segunda persona con más alto rango en el Vaticano, «son notables», señala el periodista Christopher White en un artículo publicado en el sitio web National Catholic Reporter (NCR) el 21 de junio de 2023.
Las tesis del Secretario de Estado también son coherentes con los principales hallazgos científicos sobre los orígenes de los abusos, destaca Christopher White. En efecto, un estudio de 2011 del John Jay College of Criminal Justice, encargado por la Conferencia Episcopal Estadounidense (pulse aquí para leer), no halló correlación alguna entre la identidad homosexual y los abusos sexuales a menores. El informe tampoco concluye que los sacerdotes homosexuales fueran más proclives a abusar de menores que los heterosexuales, lo que coincide con las conclusiones de otros estudios (vea aquí).
Y los abusos … no están relacionados con el celibato
El sacerdote jesuita Gerald McGlone, fue víctima de abusos clericales y con la autoridad profesional de haber sido psicólogo jefe del Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, también refutó las afirmaciones de que pudiere existir un vínculo entre homosexualidad y abusos, en un artículo publicado el 22 de noviembre por el digital Outreach. «Hoy sabemos que la mayoría de los pedófilos y otros tipos de delincuentes sexuales en Estados Unidos son hombres blancos, casados y heterosexuales», escribió el jesuita. «Sería ilógico, algo desinformado y potencialmente dañino sugerir que ser blanco, heterosexual o casado juega un papel en, o incluso causa, la pedofilia o los delitos sexuales».
En el prefacio del nuevo libro, el Cardenal Parolin ofrece una reflexión similar. «Cualquier fragmentación de la persona en un solo aspecto de su historia o de su personalidad representa una condena a priori pesada e injusta», afirma. Para el prelado italiano, «cada vez está más claro, por tanto, que la plaga de los abusos, tanto dentro como fuera de la Iglesia, está más bien ligada a personalidades desarmónicas, gravemente deficitarias en términos afectivos y relacionales».
El Cardenal también rechaza el vínculo entre celibato clerical y abusos. Pide a los seminarios e institutos religiosos que dediquen más tiempo y recursos al examen psicológico de los sacerdotes y a la formación en todas las dimensiones de la persona humana, antes y después de la ordenación.
En una publicación del portal Forum Libertas titulada «Yo acuso», su director, Josep Miró i Ardévol, destacaba que la Fundación ANAR dio a conocer a fines de 2021 el exhaustivo estudio Abuso sexual en la infancia y la adolescencia según los afectados y su evolución en España (2008-2019), donde los sacerdotes son presuntamente responsables del 0,2% al 0,4% de los casos. Este estudio -continuó Miró i Ardévol- permite establecer que, por cada delito cometido por alguien vinculado a la Iglesia católica, 5 han sido perpetrados por monitores, 18 por maestros y profesores, 26 en relaciones iniciadas por internet, 50 por la pareja o ex pareja y 72 por un amigo o compañero, y la mayoría en el seno de la familia y su entorno.
Otro estudio, Los abusos sexuales hacia la infancia en España, de Save the Children, informa que la mitad de los delitos se cometieron en el entorno familiar. Fuera de él destacan los abusos cometidos por amistades (uno de cada diez) o por compañeros de la víctima. El 6% son consumados por educadores. Esta es una realidad ya conocida –continúa argumentando Miró i Ardévol–, porque en un primer trabajo sobre esta cuestión de 1994, realizado por el doctor Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca, por encargo del Ministerio de Asuntos Sociales, se establecía que los abusos a menores cometidos por maestros y profesores afectaban al 23% de las niñas y al 10% de los niños. A pesar de todo ello, los poderes públicos han mirado hacia otra parte, no han hecho nada y ahora, casi treinta años después, resulta que se concentran en un grupo marginal, los católicos, y eluden el 99,5% de los casos y de las víctimas. ¿Por qué se produce tamaña falacia?
La realidad, según señala el informe de ANAR, es que solo el 0,2% de las denuncias por abusos infantiles se refieren a sacerdotes o religiosos.