(ZENIT Noticias / Lisboa, 05.08.2023).- Por la tarde del sábado 5 de agosto, el Papa Francisco se trasladó en auto desde la Nunciatura Apostólica hasta el Colegio S. João de Brito para tener un encuentro privado con los jesuitas de Portugal. Al concluir el encuentro regresó a la Nunciatura para, un rato después, transferirse en coche hasta el Parque Trejo para la Vigilia de Oración con los jóvenes.
El Papa llegó hasta ese parque, en la periferia de Lisboa, en coche cerrado. Una vez allí trasbordó al papamóvil para recorrer las avenidas donde un millón y medio de personas, la mayoría de ellos jóvenes, le esperaban.
Momentos antes de la llegada del Papa varios grupos de cantantes animaron a los jóvenes quienes habían llegado al lugar desde muy temprano. En otro momento antes de que el Papa llegara unos drones aparecieron en el cielo formando la palabra “Levántate” en diversos idiomas. La formación de drones aludía al lema de la Jornada que giraba en torno a que María se levantó y fue a servir a su prima Isabel. El Papa aludiría también a eso mismo en su discurso.
Tras el recorrido en el papamóvil el Papa subió al escenario principal e inicio la vigilia que se dividió en dos partes: una con cantos, testimonios y las palabras del Papa; y la segunda, de adoración a la Eucaristía. En el escenario, cerca del altar, se encontraban reliquias de los patronos de la Jornada Mundial de la Juventud: santos Juan Pablo II, Vicente de Huesca, Antonio de Portugal, Bartolomé de los mártires, Juan de Brito, Juana de Portugal; y los beatos Clara del Niño Jesús, Pier Giorgio Frassati, Chiara Badano y Carlo Acutis.
La primera parte de la vigilia inicio con una interpretación musical seguida de un performance realizado por bailarines en el que se mezclaron, además del baile, imágenes y mensajes en las pantallas así como sonidos de campanas.
Al concluir el performance, dos personas dieron un testimonio: el sacerdote Antonio Ribeiro de Matos, portugués de 33 años; y Marta Luis, una joven de 18 años originaria de Mozambique. El padre Ribeiro compartió su experiencia de “sin sentido” de la vida y cómo eso le llevó a plantearse preguntas sobre para qué estaba él en el mundo. Fue así como terminó en el seminario, camino que abandonó para luego volver a emprenderlo con más madurez a raíz de la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá.
Marta Luis habló de su ciudad: una ciudad que padece la guerra desde hace 5 años. De familia pobre, quedó huérfana a los 7 años. Ella y su familia han padecido los efectos del terrorismo anticristiano en su Mozambique natal. Contó su experiencia de esconderse 4 días en el bosque, tras la invasión de terroristas, y cómo incluso cuando estos se fueron su mamá y sus cuatro hermanas regresaban a dormir al bosque por miedo a que volvieran los terroristas.
Tras los testimonios, hubo un segundo performance que dio paso al discurso del Papa a los jóvenes. El Papa dijo el discurso sin usar el texto que había preparado. Eso posibilitó que interactuara con los jóvenes, haciéndoles preguntas.
Tras el discurso se expuso el Santísimo Sacramento. Un millón y medio de personas adoraron a Jesús en silencio en una noche apacible, al lado del mar, en la capital portuguesa. Tras la adoración, tanto los jóvenes como el Papa recibieron la bendición con la Eucaristía. El patriarca de Lisboa dio la bendición.
Durante las aclamaciones a la Eucaristía, después de la bendición, las cámaras mostraron al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, rezando las invocaciones. El presidente Rebelo de Souza es abiertamente católico y ha vetado en varias ocasiones la ley de eutanasia aprobada en el Parlamento portugués.
Al concluir la vigilia el Papa regresó a la Nunciatura a descansar.