Encuentro de empresarios franceses en Paris. Foto: Vatican News

5 importantes, concretos, positivos y constructivos mensajes del Papa a empresarios

Mensaje del Papa a empresarios franceses reunidos en París el 28 y 29 de agosto de 2023

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.08.2023).- Se ha hecho público un mensaje del Papa a empresarios franceses , reunidos en París el 28 y 29 de agosto en ocasión de un encuentro anual. El texto fue leído a los empresarios por el obispo de Nanterre. Ofrecemos la traducción al castellano realizada por ZENIT. También los 5 encabezados temáticos fueron agregados por nosotros.

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[1º No se puede imaginar mejoras del “bien común” sin los empresarios]

Estoy encantado de poder enviarles a ustedes, empresarios de Francia, este breve mensaje con motivo de su reunión anual. Cuando pienso en los empresarios, la primera palabra que me viene a la mente es «Bien Común». En efecto, hoy es imposible imaginar cualquier mejora del Bien Común, es decir, de la vida económica y social, de la justicia, de las condiciones de vida de los más pobres, sin considerar a los empresarios como actores del desarrollo y del bienestar. Ustedes son un motor esencial de riqueza, prosperidad y felicidad pública.

[2º Los empresarios también sufren y la Iglesia comprende su sufrimiento]

No son tiempos fáciles para nadie, y el mundo empresarial también sufre, a veces mucho, por varias razones, entre ellas esta guerra absurda y, antes, los años muy difíciles de la pandemia. Los empresarios sufren cuando su empresa sufre, y sufren mucho cuando la empresa quiebra y tiene que cerrar. En los medios de comunicación se habla poco de las dificultades y el dolor de los empresarios que cierran sus negocios y fracasan sin tener culpa alguna. El libro de Job nos enseña que la desgracia no es sinónimo de culpa, porque también golpea a los justos, y que el éxito no es sinónimo inmediato de virtud y bondad. La desgracia afecta a todos, tanto a los buenos como a los malos. La Iglesia comprende el sufrimiento del buen empresario, comprende tu sufrimiento. Lo acoge, lo acompaña, lo agradece. Desde el principio, la Iglesia ha acogido también a los mercaderes, precursores de los empresarios modernos. En la Biblia y en los Evangelios, se habla a menudo de dinero y de comercio, y algunos de los relatos más bellos de la historia de la salvación tienen también que ver con la economía: dracmas, talentos, terratenientes, administradores, perlas preciosas. En el Evangelio de Lucas, el padre del hijo pródigo se nos presenta como un hombre rico, quizá un terrateniente. Del mismo modo, el Buen Samaritano podría haber sido un comerciante; se detuvo junto al herido, lo atendió y luego lo confió a un posadero, pagándole con dos denarios.

[3º Crear puestos de trabajo es una forma importante de participar en el “bien común”]

Hoy, una forma cada vez más importante de participar en el Bien Común es crear puestos de trabajo, puestos de trabajo para todos, especialmente para los jóvenes -confíen en los jóvenes: ellos los necesitan, y ustedes los necesitan-. Cada nuevo empleo creado es riqueza compartida, que no acaba en los bancos para generar intereses financieros, sino que se invierte para que nuevas personas puedan trabajar y hacer su vida más dignaEl trabajo es legítimamente importante. Porque si es cierto que el trabajo ennoblece al hombre, es aún más cierto que es el hombre quien ennoblece el trabajo. Somos nosotros, y no las máquinas, el verdadero valor del trabajo.

[4º El empresario también es un trabajador]

El empresario es también un trabajador. Vive del trabajo, vive del trabajo, y sigue siendo empresario mientras trabaja. Cuando el empresario deja de trabajar, se convierte en especulador o rentista y cambia de profesión. El buen empresario, como el «buen pastor» del Evangelio, a diferencia del «asalariado», conoce a sus trabajadores porque conoce su trabajo. Una de las graves crisis de nuestro tiempo es la pérdida de contacto del empresario con el trabajo de su empresa y, por tanto, con sus trabajadores, que se vuelven «invisibles» (Pierre Y. Gomes). Os hicisteis empresarios porque un día os fascinó el olor del taller, la alegría de tocar vuestros productos con las manos, la satisfacción de ver que vuestros servicios son útiles: no olvidéis nunca que así nació vuestra vocación. Y en esto eres como José, como Jesús, que pasó parte de su vida trabajando como artesano: «el Verbo se hizo carpintero». Conocía el olor de la madera.

[5º El primer capital de una empresa]

Una última palabra. El primer capital de tu empresa eres tú: tu corazón, tu conciencia, tus virtudes, tu voluntad de vivir, tu justicia. Este capital humano, ético y espiritual vale más que el capital económico y financiero. Hoy en día, los nuevos retos de nuestra compleja sociedad no pueden afrontarse sin buenos empresarios. Puedes vivir tu trabajo como una vocación, como una tarea moral, como un destino existencial. Pero una empresa no basta, la economía es poco para vosotros: vuestra creatividad e innovación también son necesarias en la sociedad civil, en las comunidades, en el cuidado de la creación.

Sin nuevos emprendedores, nuestro planeta no resistirá el impacto del capitalismo. Hasta ahora, habéis hecho algo, algunos habéis hecho mucho: pero no es suficiente. Es un momento urgente, muy urgente: debemos, debéis, hacer más: los niños os lo agradecerán, y yo con ellos.

Rezo para que vuestro trabajo y vuestros esfuerzos den frutos abundantes y duraderos, y os envío un cordial saludo.

 

Traducción del original en lengua francesa realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción zenit

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