(ZENIT Noticias / Andorra, 18.09.2023).- El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, estuvo en Andorra en visita oficial el pasado 7 de septiembre. Se reunió en la Casa de la Vall con el jefe de Gobierno, Xavier Espot, y el Consell General o Parlamento del país.
El número dos del Vaticano también presidió la Eucaristía solemne en el Santuario de Meritxell por el 150 aniversario de la proclamación de la Verge de Meritxell como patrona de Andorra.
Un asunto delicado que enfrentó el cardenal ha sido la despenalización del aborto, que se atiende por ambas partes con diálogo constante y discreción.
La Iglesia Católica pone sobre la mesa el principio fundamental “de la defensa de la vida en todas sus etapas», consciente de las dificultades que tienen las personas, incluidas las embarazadas, que necesitan apoyo concreto. Se plantea en la presente legislatura eliminar la responsabilidad penal a las mujeres que aborten. Andorra es uno de los pocos países occidentales con legislación donde el aborto es ilegal.
Andorra es un principado con siete parroquias. Su forma de gobierno es una democracia parlamentaria con dos jefes de Estado: el obispo católico de Urgel, en la región aragonesa, cuya autoridad asumió en 1133, y el presidente de Francia, poder que la tradición remonta a Carlomagno por la concesión de independencia al pequeño estado a cambio de luchar contra Al-Ándalus. El régimen de coprincipado se estableció en 1278. Dado que la vida eclesial depende de la diócesis de Urgel, el representante de la Santa Sede ha dicho que «nunca se ha hablado» sobre la constitución de Andorra como diócesis. Xavier Espot, declaró que «estas conjeturas ni obedecen a la realidad ni a las peticiones hechas por Andorra».
También está pendiente la designación de un obispo coadjutor que sustituya en el futuro al actual arzobispo de Urgel, Joan-Enric Vives, cercano a los 75 años, edad en que solicitará oficialmente la renuncia al cargo episcopal, que comporta el coprincipado.
El purpurado elogió la vida cristiana e institucional del principado en la misa de Meritxell, cuya mirada es «abierta y penetrante», «capaz de mirar al futuro» ante la presencia de autoridades y cargos del gobierno.