Ariel Beramendi
(ZENIT Noticias / Roma, 30.10.2023).- Se termina el mes. Se termina el año. Y se termina el sínodo. Al menos en su primera fase, que este 2023 vio reunidos en una asamblea mensual, cerca de cuatrocientos representantes de la Iglesia. Fue la noticia eclesial predominante en las últimas tres semanas.
Por un lado, había mucha expectativa de aquello que dos años atrás se paragonó a un Concilio Vaticano III, pero también había miedo y desconcierto por las noticias que circulaban afirmando un cambio de doctrina o de la relativización de los fundamentos de la fe cristiana.
La realidad ha mostrado que los participantes de la asamblea del Sínodo sobre la Sinodalidad reflexionaron con los pies en la tierra y tocaron varios temas; y en la síntesis, que fue sometida a voto, se reveló que no hubo grandes divisiones o tensiones.
De todas maneras, el tema de la mujer, su rol y su protagonismo en la vida de la Iglesia, fue un tema recurrente. También lo fueron la formación de los sacerdotes, la lucha contra los abusos de poder; se reflexionó sobre la soledad de los obispos, de la necesidad de saber acoger “de distintas maneras, las personas que se sienten marginadas o excluidas de la Iglesia por su situación matrimonial, su identidad y su sexualidad”. Ellos también piden ser escuchados y acompañados. Y que se defienda su dignidad.
Si bien en un futuro podría haber un sínodo dedicado al rol de la mujer en la Iglesia, o a los sacerdotes, por poner algunos ejemplos, lo que más me ha llamado la atención es que poco a poco, y gracias a la dinámica sinodal, se está abandonando la visión que pretende interpretar toda la realidad solo desde los cánones occidentales y eurocentristas. Por ejemplo, el tema de la mujer, la crisis vocacional, la ecología, la migración, etc., tienen una visión y una vivencia muy distinta en cada continente. Por lo cual, no es viable interpretar la realidad solo desde una óptica, ni mucho menos ofrecer soluciones pastorales que funcionen en cualquier parte del mundo.
Ahora bien, es importante recordar la naturaleza de la síntesis que fue presentada el pasado sábado por la noche. Se trata de un texto de casi 40 páginas que pretende ser una fotografía de los debates, conversaciones, consensos y del discernimiento eclesial. No se trata pues de un texto conclusivo, ni mucho menos deliberativo que vincule las decisiones del Papa.
Incluso, no es improbable que este texto sea superado en la próxima asamblea, en el caso que la Secretaría del Sínodo decida realizar un nuevo instrumento de trabajo para la asamblea del 2024, que en todo caso tendrá que presentar al Papa un texto conclusivo.
En fin, puedo decir que esta síntesis de la asamblea sinodal 2023 alegra a algunos y desilusiona a los que esperaban demasiado.
En esta crónica hago eco de algunas palabras del Papa Francisco que, el miércoles 25 de octubre ante la asamblea sinodal: condenó una vez más el clericalismo y a los sacerdotes carreristas; proporcionalmente -en su intervención- elogió al Pueblo de Dios y a la mujer. En concreto dijo: “La mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre”.
Post data.- la Oficina de Prensa vaticana informó que se reabrirá el proceso al ex jesuita Marco Rupnik quien amparándose en la prescripción de los delitos de abusos, ya se había incardinado en una diócesis de Eslovenia, su país natal.
Ariel Beramendi es sacerdote y comunicador