(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.11.2023).- Por la mañana del miércoles 29 de noviembre, antes de la Audiencia General, el Papa Francisco recibió en audiencia a los jugadores, personal técnico y directivo, del Celtic Football Club de Glasgow, Escocia. El equipo de futbol se encontraba en Roma por un juego disputado la noche anterior contra el equipo local, Lazio.
El Papa inicio disculpándose por su situación de salud: “Lo siento, con este resfriado no puedo hablar mucho, pero me siento mejor que ayer. Gracias por la visita. Lo que tenía que decirte, lo dirá el padre”. Y a continuación un sacerdote leyó lo que el Papa tenía preparado:
Con alegría les doy la bienvenida al Vaticano, durante su estancia en Roma, tras el partido de anoche de la Liga de Campeones de la UEFA contra el Lazio.
Aunque siempre es preferible ganar un partido que perderlo, ¡esto no es lo más importante! Lo que más importa es el ejemplo que dan, tanto ganando como perdiendo, dentro y fuera del campo. Un ejemplo que encarne virtudes como el valor, la perseverancia, la generosidad y el respeto por la dignidad de los demás, que es un don de Dios. Al fin y al cabo, el Celtic Football Club se fundó en 1887 con el propósito de aliviar la pobreza en la ciudad de Glasgow. Fue una iniciativa verdaderamente caritativa, en beneficio de los más pobres de nuestros hermanos y hermanas. Sin embargo, ¡cómo ha cambiado el mundo del fútbol desde entonces! En particular, la huella financiera del «gran deporte» ha crecido mucho, hasta el punto de que a veces se corre el riesgo de que el fútbol sólo interese en aras del beneficio económico.
El valioso legado de su club, por tanto, pone una gran responsabilidad sobre sus hombros, recordándoles que deben ser buenos modelos de conducta, especialmente para los jóvenes. Los elevados estándares que estáis llamados a alcanzar no se refieren únicamente a vuestras habilidades deportivas o a los requisitos clásicos necesarios para sobresalir, sino que también tienen que ver con vuestra integridad personal. En este sentido, hombres y mujeres no sólo deben ver en vosotros a buenos futbolistas, sino también a personas capaces de ser amables, hombres de gran corazón, capaces de ser sabios administradores de los muchos beneficios de los que disfrutáis debido a vuestra afortunada posición social.
Con estas breves palabras, os ruego que sigáis recordando y dando testimonio de todo lo que hace del fútbol un deporte verdaderamente bueno y noble. Que Dios os bendiga a cada uno de vosotros y a vuestras familias. Les deseo un buen viaje de regreso a Escocia y les pido, por favor, que recen por mí.
El Papa no quiso quedarse sin decir unas breves palabras de su propia cuenta y por eso, hablando improvisadamente, dijo:
Quería decirles una cosa. En el deporte, quizás lo más bello es la gratuidad, esa belleza de jugar juntos. No perder nunca, por favor, ¡el amateurismo! Esto es lo hermoso: el amateurismo, donde el deporte es por el deporte. Eso significa mucho. Os doy las gracias por ello. Si ganamos o no ganamos, no importa. Todo el mundo lucha por ganar, pero la victoria no es el objetivo, eso puede ser la derrota: la victoria pasa por jugar juntos, por jugar como un equipo. Mantener el amateurismo. Eso es lo más hermoso del deporte. Gracias por esta visita.
Papa Francisco saludó uno a uno a los jugadores y antes de despedirse les dijo bromeando (en alusión al whisky): “Me ha llamado la atención que tenéis en vuestra tierra una especialidad muy importante, una «leche» especial… ¡Un poco, vale!”.