(ZENIT Noticias / Londres, 06.12.2023).- El funeral de Indi Gregory, la pequeña desconectada del soporte vital por orden judicial británica, en contra de la voluntad de sus padres, se celebró el 1 de diciembre en la catedral católica de Nottingham con «creciente fe en Dios» de sus padres.
Indi era una niña de ocho que padeció una enfermedad mitocondrial incurable y necesitaba una máquina para ayudarla a respirar. El Alto Tribunal de Gran Bretaña determinó desconectarla de la máquina que la mantenía con vida en el hospital Queen Medical Centre de Nottingham. Los padres se oponían. El cónsul italiano en Manchester, Matteo Corradini, solicitó que se le cediera la jurisdicción sobre el caso de la niña, que recibió la nacionalidad italiana, para «eliminar todos los obstáculos y traerla pronto a Roma», donde el hospital Bambino Gesù del Vaticano y del Papa se ofreció a atenderla. Finalmente, el tribunal estableció que no era para el interés superior de la pequeña.
El único caso similar con final feliz hasta ahora es el de Raqeeb, una pequeña anglopakistaní de 5 años con una lesión cerebral. En 2019 pudo ser trasladada al Instituto Gaslini de Génova tras la sentencia favorable de un tribunal británico. En Italia, Tafida sigue con la rehabilitación y progresa en salud, según sus médicos.
Los padres de Indi Gregory la bautizaron para que «conociera el amor de Dios y pudiera estar cerca de Jesús para siempre». Dean, el padre, explicó que no es creyente, pero quiso bautizarla porque, si ellos estaban viviendo un infierno, seguro debería haber un cielo. En el funeral, el obispo católico McKinney, eligió con los padres las lecturas como «hermosa expresión de su creciente fe en Dios. Y esta verdad les da un gran consuelo.
El cuerpo de la pequeña Indi llegó a la catedral de Nottingham en un carruaje blanco tirado por un caballo también blanco y con una colgadura rosa, los colores de las flores colocados en el templo en torno al féretro blanco. Resaltaban también los colores de la bandera italiana con muchos mensajes de apoyo del país mediterráneo trasmitidos a Simone Pillon, abogado que ayudó a los padres de la niña para llevarla a Italia, aunque al final el gobierno británico no lo permitió.
El prelado McKinney expresó que, gracias a la certeza en la vida eterna, los padres «pudieron consolar a su penúltima hija, Vienna, que solo tiene 6 años, explicándole que Indi estaba ahora en un lugar muy especial, llamado cielo, donde Jesús y todos sus ángeles y santos siguen queriéndola y cuidando de ella». El obispo recalcó que «Jesús tiene un sitio muy especial preparado en el cielo para todos los niños, especialmente para aquellos que, como la bebé Indi, han muerto tan jóvenes».
Se refirió al texto de san Pablo donde recuerda a los romanos que «en la vida y en la muerte somos del Señor». Y que «la vida y la muerte de cada uno influye en los demás», idea con la que los padres de la pequeña se identifican, según el obispo. «Aunque solo tenía 8 meses, la lucha por la vida de Indi desde su cuna de hospital tocó los corazones de muchas personas» dentro y fuera del Reino Unido así como «el ejemplo de su padre y su madre, haciendo cuanto podían para darle todas y cada una las oportunidades de vivir».
El Papa Francisco se sumó al funeral con una acción de gracias a Dios «por el don de la vida demasiado corta» de Indi. Y el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, envió un telegrama en nombre del Papa donde manifiesta la tristeza del Pontífice, su pésame y «la garantía de su cercanía espiritual a sus padres, Dean y Claire, y a todos los que lloran la pérdida de esta preciosa hija de Dios».
Es el segundo mensaje del Santo Padre a los Gregory: horas antes de su muerte, envió una palabas de apoyo a la niña y a su familia. El comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede comunicó que el Pontífice «abraza a la familia de la pequeña Indi Gregory, a su padre y a su madre, reza por ellos y por ella».
En el funeral, se leyó una carta del padre, Dean Gregory, con frases llenas de amor y valores: “Nunca podría haber imaginado el tipo de viaje que Indi y yo tendríamos que emprender para luchar por su vida. No solo ha tenido que luchar contra sus problemas de salud, sino también contra un sistema que hace casi imposible ganar. Sin embargo, fue su punto más débil, los problemas de salud, lo que la distinguió como una verdadera guerrera”.
“Ha superado muchas cosas: ha tenido convulsiones, dos operaciones, sepsis, e-coli y otras infecciones que incluso un niño sano tendría dificultades para superar. Pero la determinación de Lundi de luchar por una oportunidad en la vida realmente me inspiró. La fuerza que tenía para un bebé de ocho meses era realmente increíble. Y esa es una de las razones por las que haría todo lo posible para darle la oportunidad de vivir que se le negó”, escribió también.