(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 07.12.2023).- Por la mañana del jueves 7 de diciembre, el Papa recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a seis diplomáticos de seis diferentes países quienes se convierten en representantes y nuevos embajadores de sus respectivas naciones, Kuwait, Nueva Zelanda, Malawi, Guinea, Suecia y Chad, ante la Santa Sede. Ofrecemos a continuación el discurso del Papa que giró en torno a la situación internacional.
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Me complace daros la bienvenida para la presentación de las Cartas que os acreditan como Embajadores Extraordinarios y Plenipotenciarios ante la Santa Sede de vuestros países: Kuwait, Nueva Zelanda, Malawi, Guinea, Suecia y Chad. Os ruego que transmitáis a vuestros respectivos Jefes de Estado mis sentimientos de estima, al tiempo que les aseguro mi recuerdo en la oración por ellos y por todos vuestros conciudadanos.
Comenzáis vuestra misión en un momento particularmente agitado, marcado por la multiplicación de los conflictos armados, en lo que desde hace tiempo califico de tercera guerra mundial librada a pedazos. A la luz del alcance mundial de los conflictos en curso, la comunidad internacional se enfrenta al desafío de buscar soluciones globales a las graves injusticias que tan a menudo los provocan, a través de los medios pacíficos de la diplomacia.
En mi reciente Exhortación apostólica “Laudate Deum”, señalé que, para afrontar este desafío, urge reconfigurar la diplomacia multilateral, a fin de dar respuestas concretas a los problemas emergentes e idear mecanismos globales capaces de hacer frente a los cambios ambientales, sanitarios, culturales y sociales en curso (cf. nn. 37-43). La noble y paciente labor diplomática, a la que estáis dedicados, no sólo debe tratar de prevenir y resolver los conflictos, sino también de consolidar la convivencia pacífica y el desarrollo humano de los pueblos, fomentando el respeto de la dignidad humana, defendiendo los derechos inalienables de todo hombre, mujer y niño, y promoviendo modelos de desarrollo económico y humano integral.
A este respecto, la Santa Sede manifiesta su particular preocupación por el futuro de nuestra casa común, concretamente por los efectos que el cambio climático y la devastación de los entornos naturales pueden tener sobre los miembros más vulnerables de la familia humana. Que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP28, que se celebra estos días en Dubai, y en la que tenía intención de estar presente, sea un paso histórico para responder con sabiduría y previsión a estas amenazas claras y actuales para el bien común universal. Como afirmé en mi discurso ante la Conferencia, «la hora es urgente. […] el futuro de todos depende del presente que elijamos». Recemos para que los líderes de las naciones se unan para tomar medidas concretas que nos permitan entregar a las generaciones futuras un mundo más parecido al fértil jardín que el Creador ha confiado a nuestro cuidado y custodia.
Queridos embajadores, la presencia y la actividad de la Santa Sede en la comunidad internacional se inspiran en el deseo de promover la fraternidad humana y esa paz que, como anuncia el profeta Isaías, es «fruto de la justicia» (cf. Is 32, 17). Al emprender vuestra misión, os expreso mis mejores deseos, acompañados de la oración, por vuestros esfuerzos al servicio de este gran ideal, y os aseguro la disponibilidad constante de las oficinas de la Curia para ayudaros en el cumplimiento de vuestras responsabilidades. Que Dios os bendiga abundantemente a vosotros, a vuestras familias, a vuestros colaboradores y a vuestros compatriotas.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.