Esa red mariana de oración se ha extendido a muchos otros lugares del mundo Foto: Vatican Media

Grupo de mujeres (y una princesa) oran sobre el Papa Francisco quien les da 3 características a imitar de María

Discurso del Papa a una delegación de Centinelas de la Santa Familia

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 11.01.2024).- Por la mañana del jueves 11 de enero, el Papa recibió en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano a una Delegación de “Centinelas de la Santa Familia”, encabeza por la princesa Sybil, de Luxemburgo.

 

 

Se trata de un grupo de mujeres que desde el 21 de junio de 2013, inicialmente en Bruselas, rezan el Rosario “por invitación de la Virgen María” con intenciones muy concretas: el Papa, la familia, los sacerdotes, el mundo. Esa red mariana de oración se ha extendido a muchos otros lugares del mundo. Ofrecemos a continuación en traducción de ZENIT al español el discurso del Papa a este grupo que, antes de despedirse, oró sobre el Santo Padre, como se aprecia en la primera foto.

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Señoras, queridas Centinelas, ¡buenos días!

Con alegría os doy la bienvenida, Centinelas de la Sainte Famille, y saludo a Su Alteza Real la Princesa Sybil de Luxemburgo.

 

 

La vuestra es una red de oración mariana – rezar con la Virgen es hermoso – fundada hace diez años, cuya vocación es presentar las intenciones de la Iglesia y del mundo a nuestra Santa Madre. Aprecio la sencillez y la humildad de vuestro movimiento, que surgió espontáneamente en la oración común de las primeras entre vosotras. El compromiso que se exige a quien quiere ser «centinela» es sencillo, incluso podría parecer risible: rezar cada día una decena del Rosario. Muy sencillo. Es poco a los ojos de los hombres, pero es mucho a los ojos de Dios, si se hace fielmente a lo largo del tiempo, con fe y en espíritu de comunión entre vosotras. Dios ama lo pequeño y lo hace fructificar.

 

 

El hecho de que vuestro movimiento esté compuesto sólo por mujeres pone de relieve vuestra vocación específica e insustituible en la Iglesia, a imagen de la Virgen María. No sólo rezáis a la Virgen pidiéndole que interceda, sino que estáis aún más dispuestas a conformaros a ella, a su maternidad, a uniros a su oración de intercesión como madre para todos los hijos de la Iglesia y para el mundo. Así, cualquiera que sea vuestro estado de vida, con María sois todos madres. Vuestra oración y vuestro compromiso de «centinelas» están orientados según el modelo de María, con ciertas características.

 

 

 [1º La mirada que dirigís a los demás y al mundo]

Pienso, en primer lugar, en la mirada que dirigís a los demás y a las realidades del mundo. Que sea siempre como la de la Virgen María, una mirada de madre, paciente, comprensiva, compasiva. Y os invito a impregnar toda vuestra vida y todas vuestras relaciones con esta mirada, no sólo cuando os encontráis entre vosotros como «centinelas» y en los momentos de oración, sino en vuestra vida cotidiana, en la familia, en la parroquia, en vuestros ambientes de trabajo.

 

 

[2º Guardar y meditar en el corazón]

Por otra parte, también hemos oído recientemente en la liturgia que María «guardaba y meditaba los acontecimientos en su corazón». Ciertamente, lleváis a vuestras oraciones acontecimientos que pueden ser dolorosos, ya sea personalmente o que os han sido confiados por otros. Traes también las intenciones del mundo desgarrado por tantos conflictos, tanta violencia y tanta indiferencia; y también las de muchas personas que sufren, abandonadas, rechazadas o en grandes dificultades. Todo esto puede provocar incomprensión, desánimo. Pero María, viendo al niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja. Permanece en silencio, guarda su corazón y medita (cf. Homilía 1 de enero de 2022). «Esto es lo que hacen las madres: saben superar los obstáculos y los conflictos, saben infundir la paz. Así es como son capaces de transformar la adversidad en ocasión de renacimiento y de crecimiento» (ibid.). Os deseo lo mejor para ayudar a las personas a descubrir el sentido de lo que viven, y a mantener siempre la esperanza y la confianza en el futuro.

 

 

[3º La ternura]

Por último, la ternura. Nuestro mundo, así como nuestros hermanos y hermanas, necesitan más que nunca ternura: ¡una palabra que tal vez algunos quisieran eliminar del diccionario! (cf. Homilía del 1 de enero de 2019). Qué duro es a veces el mundo de hoy, implacable, sordo e indiferente ante el sufrimiento y las necesidades del prójimo. María fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y el mundo. Ciertamente, ésta es también la vocación de un «centinela»: encarnar de algún modo la ternura de María por la Iglesia y el mundo.

Gracias de nuevo por vuestra visita y vuestra dedicación. Os deseo que perseveréis con valentía. Que vuestro crecimiento, numérico y geográfico, no os haga perder la sencillez y la pequeñez de corazón. Os bendigo y os pido que no me olvidéis en la oración. Gracias.

 

 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

 

 

 

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Redacción Zenit

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