(ZENIT Noticias / Roma, 14.01.2024).- Cuatro años después de su último encuentro con el clero de la diócesis de la que es obispo, Papa Francisco se reunió con “todos” los sacerdotes y diáconos de la diócesis de Roma en la catedral de San Juan Letrán el pasado sábado 13 de enero de 2024.
En el encuentro, a puertas cerradas, se habló, entre otros temas, del tiempo de las homilías (Papa pidió que sean de entre 7 y 8 minutos), del indietrismo del clero joven (“El indietrismo es un problema. Veo a tantos jóvenes que intentan encerrarse en formalidades, en disfrazarse. Ves a estos jóvenes yendo a Euroclero, Barbiconi, buscando bonetes”, dijo el Papa), de lo innecesario del distintivo eclesiástico para las diáconos permanentes (sobre los diáconos el Pontífice anotó: «Los diáconos tienen una tentación: ¡la tentación del altar! Siempre digo a los obispos: alejad a los diáconos del altar. Los diáconos fueron creados para la proclamación del Evangelio. Es feo ver la clericalización de los diáconos. Deben estar en medio de la gente»), sobre las bendiciones a parejas irregulares y la respuesta de la iglesia católica en África e incluso sobre el cierre del seminario menor de Roma. También se habló de la necesidad de la evangelización en un tiempo de paganismo, acentuando el papel del testimonio.
El Papa llegó a San Juan de Letrán después de las 9 de la mañana y allí fue recibido por el vicario para la diócesis de Roma, cardenal Angelo De Donatis. A la oración de la hora central siguió el saludo del cardenal y después el diálogo entre los sacerdotes y Francisco. Se trató de “un encuentro confidencial, como es tradición en las citas con el clero romano, que concluyó hacia el mediodía”, recoge la oficina de prensa de la diócesis de Roma.
En un momento de las casi tres horas de encuentro el Papa anunció que reanudará las visitas a las parroquias de la diócesis.
El clero, que no dio una respuesta de presencia unánime (había muchas sillas vacías en la parte trasera de la catedral), tuvo tres citas con el Papa en los últimos meses, pero en las prefecturas de la diócesis, donde Francisco pudo escuchar los problemas del territorio y discutirlos con «sus» sacerdotes.
