Darío Salvi
(ZENIT Noticias – Porta D´Oriente (Asia News) / Milán, 15.01.2024).- Si la guerra en Gaza «terminara mañana», la carrera política del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu «entraría en su etapa final», por eso su interés personal es, de ser posible, «extender el conflicto». La reflexión que publica el Washington Post (WP), bajo garantía de anonimato, de un alto funcionario de la administración estadounidense, explica al menos en parte la progresiva escalada en Gaza que corre el riesgo de involucrar al Líbano con el ingreso de Hezbollah (e Irán) en el frente norte. El destino personal del jefe del Ejecutivo -y las reivindicaciones de la derecha religiosa que lo acompaña en el poder- está atado con doble hilo a los eventos que están desangrando Tierra Santa y que, según varios expertos, corren el riesgo de inflamar toda la región. Sin embargo, el futuro sigue siendo incierto, porque en los últimos tiempos ha aflorado en toda su magnitud la fractura interna en el seno del Ejecutivo de emergencia nacional, el «gabinete de guerra» que encabeza las operaciones. Las divisiones surgieron con fuerza en el acalorado debate [para usar un eufemismo] sobre el futuro de la Franja cuando termine el conflicto, en el que se enfrentaron, por un lado, el actual primer ministro y los ministros del ala radical Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir, y por el otro, la cúpula militar (FDI, las Fuerzas Armadas israelíes) y el líder centrista Benny Gantz, que entró en el gobierno marcando las distancias con el otro líder de la oposición, Yair Lapid.
Una realidad “compleja”
El panorama político, institucional y social es sumamente «complejo» en este momento, explica a AsiaNews Hana Bendcowsky, experta en diálogo interreligioso, responsable de los programas del Jerusalem Center for Jewish-Christian Relations y figura destacada del Centro Rossing para la educación y el diálogo. “La realidad israelí hoy es muy compleja”, afirma la experta, quien aclara que habla “a título personal” y no en nombre del Rossing Center. “Israel se encuentra en estado de guerra, los israelíes – continúa – todavía están de luto por la muerte de 1.200 inocentes en la masacre del 7 de octubre, por la muerte de los soldados, por las personas secuestradas que Hamás todavía retiene en la Franja de Gaza” . El ataque de los milicianos, la violencia y los secuestros han desencadenado lo que se denomina una «crisis» profunda. «Cuando se trata de duelo y de dolor -dice- hay un fuerte sentimiento de unidad y cohesión, estamos todos juntos», hasta el punto de que «en pocos días se reclutaron cientos de miles de reservistas». Y personas «de diferentes orígenes y con opiniones políticas opuestas han luchado codo a codo».
En las primeras etapas de la respuesta militar al ataque de Hamas, la “sociedad civil se movilizó de manera extraordinaria para ayudar”, dice Bendcowsky. Desde preparar comidas para los soldados hasta trabajar como voluntarios en el campo para colaborar con los agricultores que habían perdido a sus trabajadores, desde abrir las puertas de las casas para acoger a los desplazados hasta recolectar ropa y mantas. Al principio hubo muchos gestos de solidaridad, incluso de forma espontánea y no organizada. «Por ejemplo, lavaban la ropa de las personas alojadas en los hoteles», prosigue, mientras «la sociedad, los medios de información y las autoridades» señalaban, aplaudiendo, ese fuerte sentimiento de «unidad» que «para muchos es algo concreto», una manera de «ponerse a prueba en tiempos de crisis como éste».
Sin embargo, este sentimiento no es unívoco y se ha ido disipando con el paso de las semanas y las primeras discrepancias sobre la conducción del conflicto, tal como volvieron a emerger las divisiones internas en el gobierno. “Algunos -aclara- consideran que este sentimiento de unidad es falso y no refleja la realidad. Hay muchas críticas al gobierno, al mal funcionamiento de la autoridad, al sistema político, a la posición de los miembros del gobierno [en primer lugar las cuestiones judiciales que involucran a Netanyahu, ndr.]» más preocupados por cuestiones personales que por «cuidar a los ciudadanos, a los desplazados y sobre todo a los rehenes». A esto se suma la «decepción» porque el Ejecutivo no ha sido capaz de asumir su «responsabilidad» y parece haberse dedicado más bien a un juego de culpas. Todo ello, advierte, ha hecho que, con el paso del tiempo, las «grietas» sean cada vez «más evidentes».
El «nodo» de los rehenes
Uno de los factores que ha provocado enfrentamientos no sólo en el gobierno sino en la propia sociedad israelí es la cuestión de los rehenes en manos de Hamás. Para un sector no desdeñable del país, empezando por sus familiares, su regreso a casa debería ser una prioridad. Sin embargo, para una parte sustancial del Ejecutivo -entre ellos el primer ministro, a pesar de las fotos y los encuentros de rigor con los familiares- sigue siendo marginal respecto al objetivo primordial de «eliminar» el movimiento terrorista de la Franja, al que consideran una amenaza para la supervivencia misma del país. “Incluso sobre el tema de los rehenes, las opiniones -confirma Hana Bendcowsky- son variadas y complejas. Israel quiere que sean liberados, pero la cuestión es si todos tenemos las mismas prioridades y qué precio estamos dispuestos a pagar por sus vidas». En este caso, «se pueden encontrar opiniones divergentes: desde la liberación inmediata a toda costa, hasta un ataque militar incluso a costa de la vida de los secuestrados». Las posiciones, explica, son también «un reflejo de la tensión entre un criterio moral y otro militar estratégico», una expresión «de la dicotomía entre la preocupación por la vida de algunas personas en el presente frente a la de muchas en el futuro». A nivel personal, aclara, “no me ocupo de estrategia militar y no pertenezco a las familias de los secuestrados. Mi posición es moral y ética: creo que se debe pagar cualquier precio y hacer cualquier esfuerzo para que sean liberados, no hoy, no mañana, sino hace ya tres meses», porque cada día de su cautiverio «es nuestra ruina».
Líderes divididos, sociedad dividida
Lo que emerge es una profunda fractura provocada por una competencia por el liderazgo que ya ha comenzado hace tiempo y ha visto cinco rondas electorales en pocos años, y constituye una confirmación más de la inestabilidad estructural. Sin embargo, en este contexto de profunda incertidumbre, una y otra vez Netanyahu ha sabido forjar alianzas con distintos sectores, hasta llegar a la actual con la extrema derecha y los ultraortodoxos, para mantenerse en el poder.
«No quiero emitir juicios sobre el gobierno y las diferentes posiciones», continúa la experta, «trato de ser tolerante porque todavía estamos en medio de un trauma, en medio de una guerra», aunque prevalece una actitud “radical y extrema”. Se está perdiendo «la compasión por el ser humano» a favor de un «lenguaje agresivo» y de una contraposición «blanco o negro» que sólo muestra «una parte» de la realidad. “Obviamente esto se aplica -aclara- tanto a la sociedad israelí como a casi todos los que expresan opiniones sobre la situación en Israel, incluida la comunidad internacional. En una tragedia de tan enorme magnitud como la que está ensangrentando Tierra Santa «es difícil que las personas puedan mantener una posición de complejidad y mirar también la otra cara» de la moneda.
Hoy resulta difícil, pero «quiero esperar que cuando terminen los combates en Gaza y empecemos a hablar del ‘día después’, un mayor número de israelíes y palestinos comprendan que no hay otra solución que la política», y que se debe buscar la “paz” aunque esta sea “fría y utilitaria”. “Es imposible pensar que un evento como la guerra en curso, con decenas de miles de muertos en Gaza y casi dos millones de desplazados, refugiados y masacres bárbaras como vimos el 7 de octubre, sea algo que queramos ver de nuevo en Israel, o que queremos que sufran nuestros hijos. Es difícil -concluye- pensar en la paz, hablar de paz, pero la esperanza de la paz se debe mantener firme. Incluso en días oscuros como estos».