Vladimir Rozanskij
(ZENIT Noticias / Moscú, 30.01.2024).- Un plan de cuatro años para mejorar la situación demográfica de la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014, llega a su fin este año. La mayor parte de las iniciativas fueron confiadas al ministerio de Sanidad en Simferopoli, que presentó un informe resumiendo los resultados obtenidos hasta ahora. Las acciones más exitosas se refirieron a las terapias contra los retrovirus del sida, las pruebas oncológicas para estadios tempranos y medios, y las estadísticas de muertes por accidentes de tráfico, que pese a seguir siendo elevadas han descendido del 9% al 8% de la población local.
El ministro Igor Čemodanov, sin embargo, hizo hincapié en el principal éxito de la campaña, el de la lucha contra el abuso del alcohol. Ya en 2019, anunció triunfalmente que «por primera vez en cinco años, la venta al por menor de alcohol por ciudadano se ha reducido a 2,65 litros», solo para descubrir tras nuevas comprobaciones que la cuota superaba con creces los 5 litros por persona. También en los años siguientes, el ministerio declaró cifras a la baja, pero, sin embargo, los periodistas informaron a partir de encuestas de que en 2022 se había reducido a unos 3 litros, lo que sigue siendo un buen resultado.
En cambio, en lo que no se avanza es en el aumento de los equipos de primeros auxilios, que aún está lejos de la cifra óptima de uno por cada 10.000 habitantes; en toda Crimea hay 140 para unos 2 millones de habitantes. Sigue habiendo una grave escasez de tecnología médica avanzada y no está claro el número real de enfermos de tuberculosis. La fisiatra jefe del ministerio, Nina Javorskaya, también informó de un aumento significativo de las enfermedades infantiles, más del 52%, y culpó a los «refugiados ucranianos» de las otras regiones anexionadas que siguen disputándose los enfrentamientos armados.
Además del sector sanitario, las mejoras demográficas están vinculadas al plan de realojo de los habitantes de casas ruinosas en viviendas más aceptables, y el ministerio especial informa de «6.365 metros cuadrados liberados en 2023 para mejorar las condiciones de vivienda de 468 personas», en absoluto un logro rotundo, pero sí «plenamente correspondiente a los objetivos fijados», aunque en realidad se habían prometido muchos más traslados.
Sin embargo, la parte más importante de todo el programa sigue siendo la de los «actos culturales de masas para la propagación de los valores familiares», confiada al Ministerio de Cultura. En 2023 se celebraron casi 700 iniciativas de este tipo, y para el año en curso están previstas al menos mil, aunque no se han dado a conocer las cifras de estas acciones públicas, que a menudo se quedan sólo en el papel. Al igual que las iniciativas para la «profilaxis del alcoholismo, los estupefacientes y el tabaquismo», de las que se informa sin estadísticas ni descripción detallada. Todo se resuelve en la propuesta de reforzar en la población el «sistema de valores morales que contribuyan a mantener un nivel de vida saludable».
La parte «ideológica», directamente inspirada en la campaña de reelección de Vladimir Putin, constituye más de un tercio de todo el plan demográfico, instando a luchar contra la violencia doméstica, elevar la actividad social de la población, implicar a todos en «actividades socialmente útiles», intentar limitar el número de divorcios y «preservar las tradiciones espirituales de la familia», y hacer más accesibles «los servicios de ejercicio y rehabilitación». La verdad, más allá de las resonantes declaraciones de principios, es que la población de Crimea en 2023 disminuyó en 15.443 personas, según las cifras oficiales.
