(ZENIT Noticias / Roma, 29.02.2024).- Fue en la primavera de 2019 cuando el episcopado alemán decidió emprender un Camino Sinodal como respuesta a los escándalos sobre abusos por parte de miembros del clero que habían sacudido a la Iglesia católica en el país. Bien pronto el Camino Sinodal fue solo el pretexto (y el instrumento) para cambiar no sólo la disciplina pastoral sino también la doctrina: la moral sexual, la ordenación de mujeres, la autoridad episcopal y la sacerdotal fueron puesta sobre la mesa con un cargado intervencionismo de un sector progresista del laicado alemán (concretamente el Comité Central de los Católicos Alemanes). El celibato se puso como centro de todos los males en la iglesia católica, empezando por el de los abusos.
Sin embargo, un informe sobre los abusos sexuales en la iglesia evangélica alemana presentado el pasado 25 de enero de 2024 ha puesto en duda el principio sobre el cual se asentaban las reformas del Camino Sinodal Alemán “católico”. El estudio Forum revela algo inesperado: que la cantidad de personas abusadas y de ministros de culto o pastores protestantes involucrados (que no son célibes) es mayor que lo que se pensaba.
Pero hay muchos más detalles: la mala praxis de gestión, la falta de protocolos, la lentitud en la colaboración por parte de las partes implicadas para datos del informe, la fata de denuncia a la autoridad civil, la protección de los pastores, la preponderancia de abusos sobre varones (64,7 por ciento de las víctimas eran hombres y alrededor del 35,3 por ciento mujeres) por parte de varones (99,6% del total son hombres)… Para Katharina Kracht, profesora y miembro del consejo asesor del estudio de la iglesia evangélica alemana sobre el abuso, la narrativa de que la Iglesia católica se ve más afectada por los abusos sexuales que el EKD ya no es sostenible. O en otras palabras: no hay un “abuso católico”.
De la misma opinión que Kracht es Hans Zollner, un crítico de cómo la Iglesia católica estaría tratando el tema del abuso y quien fue miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores. En entrevista con Katholisch dice: “se sabía que los abusos sexuales no eran un problema específicamente católico y que la estructura de la Iglesia católica y el celibato no podían considerarse la única causa de los abusos. Lo que importa es cómo se puede ejercer y abusar del poder en un sistema”. Y cuando se le pregunta si entonces la idea del Camino Sinodal Alemán de rebajar el celibato está mal, contesta: “es demasiado miope pensar que sacerdotes casados o más mujeres en el liderazgo de la iglesia evitarían por sí solos los abusos. No existe una conexión monocausal entre ciertas estructuras eclesiásticas y el abuso; es mucho más compleja. Esto también se puede ver en los casos de abusos en Suiza, donde los laicos católicos tienen desde hace tiempo más poder en la Iglesia. Ni siquiera esto pudo evitar los abusos y el encubrimiento. Estas son preguntas más fundamentales”.
¿Ha sido entonces realmente el celibato la causa o simplemente se ha transmitido esa idea? La realidad es que hay efectos de percepción en la línea que presenta el celibato como causa. Y esto tiene consecuencias vocacionales. Eso lo ha podido advertir el presidente del episcopado católico alemán y obispo de Limburgo, monseñor Georg Bätzing, quien por primera vez en la historia de la diócesis no tiene un solo candidato a recibir la ordenación sacerdotal este año. En Alemania las cosas no son para celebrar: en 2021 hubo un total de 62 nuevos sacerdotes (48 diocesanos y 14 religiosos) mientras que en 2022 hubo sólo 45 ordenaciones (33 diocesanos y 12 religiosos). Fue de hecho Bätzing quien en 2020 dijo que “La moral sexual católica clásica era… un factor de riesgo”, al comentar el informe sobre abusos de su propia diócesis.
Un editorial de Die Tagespost del pasado 2 de febrero recogía muy adecuadamente el efecto que el informe sobre abusos de la iglesia evangélica alemana ha terminado por tener en el Camino Sinodal Alemán: el castillo de naipes sinodal se les está cayendo. La caída no sólo tiene consecuencias en el sínodo mismo, recientemente también intervenido por el Papa, sino también en la economía de las diócesis. Las más grandes han anunciado recortes para afrontar las cada vez más pingües contribuciones llegadas a sus arcas por medio del impuesto eclesiástico. Muchos católicos están abandonando la Iglesia y la razón es que son católicos practicantes y no quieren financiar lo que va contra su propia fe.
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