Jorge Megias y Puri Roca, Coordinadores del grupo Resurrección Foto: Cortesía

Resurrección: el método de acompañamiento en el duelo trascendente que sana y evangeliza

Tras el sufrimiento de la pérdida de un familiar, un soplo de fe y esperanza desde una sensibilidad católica

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(ZENIT Noticias / Barcelona, 23.04.2024).- La pérdida de un familiar o ser querido suele ser devastadora para el núcleo familiar o más cercano. El dolor y la tristeza muchas veces hacen plantearse cómo Dios puede permitir algo así.

Ante estos problemas, muchos coachs o psicólogos no llegan a entender el trasfondo del dolor que sólo la fe puede suavizar. Es por ello que ha surgido una iniciativa que pretende brindar apoyo y acompañamiento a las personas que se ven afectadas por la pérdida de un ser querido.

El Grupo Resurrección es un movimiento formado por personas que buscan acompañar, evangelizar y sanar. Desde ZENIT hemos querido hablar con Jorge Megias y su mujer, Puri Roca, coordinadores de este grupo que busca acompañar y sanar el dolor desde una sensibilidad católica y que poco a poco se va abriendo paso en la pastoral del duelo en España.

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Pregunta: ¿Quiénes son Jorge Megias y Puri Roca?, ¿cómo llegan a impulsar este grupo que poco a poco se va abriendo paso y tocando vidas? 

Respuesta: Jorge Megías y Puri Roca somos un matrimonio y vivimos en Villanueva de la Cañada (Madrid). Hace unos años falleció nuestra hija Irene, a sus 17 años, a causa de una sepsis meningocócica. Este evento trastocó nuestras vidas de manera radical. Tanto que ambos, alejados de la Iglesia durante casi 40 años, nos convertimos a Dios, nos casamos por la Iglesia y creamos una ONG: la Fundación Irene Megías contra la Meningitis (hoy transformada en la Asociación Española contra la Meningitis), como consecuencia de la muerte de nuestra hija. Desde 2021 nos dedicamos se dedican a coordinar grupos de duelo Resurrección y a hacer crecer su número por toda España.

Pregunta: ¿Qué es exactamente lo que el grupo Resurrección hace? ¿Cuál es su finalidad?

Respuesta: El grupo trabaja en dos ámbitos:

Por una parte, en la realidad de la MUTUA AYUDA, dado que, por el mero hecho de que cada doliente comparte sus sentimientos y pensamientos con el resto de dolientes del grupo, se produce un influjo sanador mutuo entre todos ellos, de los unos hacia los otros. Esta es una realidad reconocida por la OMS (Organización Mundial de la Salud): “Un grupo de mutua ayuda es un recurso comunitario que no entra en la categoría de recurso profesional, sino que se incluye en las medidas adoptadas por no profesionales para promover o recuperar la salud de una determinada comunidad” (1977).

Por otra parte, se refuerza la ESPIRITUALIDAD de los dolientes, que suele quedar desfigurada ante la muerte del ser querido, compartiendo la fe en la Vida eterna actual del fallecido, en la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo (ya sucedida), y en la nuestra (que sucederá cuando el Señor venga a la Tierra por segunda vez en su Parusía). Es decir, esta es una actividad que no solamente sana, sino que evangeliza.

Son 12 reuniones de periodicidad semanal de 2 horas de duración, en las que se sigue una metodología temática, que va tratando una por una las realidades humanas propias de todo el duelo: la extrañeza, la culpa, el perdón, el desapego, etc., en un ambiente cristiano.

Las reuniones se inician con la señal de la cruz y una invocación al Espíritu Santo; contienen una lectura bíblica y un comentario sobre ella, varias oraciones apropiadas al tema de que se trate, etc. Las reuniones son cerradas, siempre asisten las mismas personas, y en ellas se guarda el sigilo sobre lo que los dolientes comparten.

No es un grupo de psicoterapia continuada en un tiempo indeterminado, al estilo de un psicoanálisis, sino que se trata de un itinerario de 12 reuniones, con un principio y un final. Al final de las 12 reuniones, los dolientes han terminado su itinerario y en la próxima edición del grupo, los dolientes serán personas diferentes de las del itinerario anterior.

El objetivo final es que los dolientes crezcan, maduren, adquieran una conciencia más amplia de la realidad, incluyendo la comprensión de las realidades sobrenaturales, de la nueva vida de su ser querido físicamente ausente y del sentido de la muerte como algo que forma parte natural de la vida humana.

Se trata, en definitiva, que los dolientes sean capaces de encontrarle un nuevo sentido a sus vidas; que alcancen paz interior, armonía con ellos mismos, con el mundo y con Dios; gusto por la vida, alegría de vivir, plenitud, felicidad, una vida más grande y mejor, más humana y más divina que la que tenían antes de la muerte de sus seres queridos.  

Pregunta: ¿Por qué creen que cuesta pedir ayuda, dejarse ayudar y sobre todo amar? 

Respuesta: El “doliente”, cuando recién ha muerto su ser querido, vive en una atmósfera de muerte, sufre heridas en las seis dimensiones constitutivas del ser humano (dimensiones corporal, emocional, intelectual, social, valórica y espiritual), no comprende lo que le ha sucedido ni se comprende a sí mismo en medio de su sufrimiento. En ese clima de desorientación, el doliente no sabe qué debe hacer para sanar su sufrimiento. Cuando es consciente del vacío que ha dejado la muerte de su ser querido en su vida, y tiene la humildad suficiente como para dejarse ayudar y estar dispuesto a reaprender a vivir, es cuando se dan las condiciones adecuadas como para que pida ayuda y se integre en uno de estos grupos de duelo Resurrección.

Pregunta: ¿Cuál es la dinámica de estos grupos de apoyo? ¿Quiénes conforman este grupo (psicólogos, sanitarios, coachs)…? 

Respuesta: Básicamente se trata de 1) formar un grupo parroquial con entre diez y doce dolientes, que son personas que sufren por la muerte de un ser querido; y 2) el grupo se lidera por una persona, el coordinador o coordinadora, que, en el caso más general, ha pasado por este mismo sufrimiento, ha sanado a través de esta metodología y, posteriormente, ha sido formado a fin de desempeñar la función de coordinador.

Pregunta: ¿Qué aceptación están teniendo estos grupos dentro de las diócesis? ¿Se les está encomendando algún tipo de Pastoral? 

Respuesta: La aceptación es muy alta pues los grupos responden a una necesidad real de hacer los duelos de la mano de Dios. Hay muchas otras opciones sanadoras  para hacer duelos inmanentes; pero el grupo de duelo Resurrección incluye no solamente la esperanza en el reencuentro futuro con el ser querido ausente, sino los mecanismos que aportan los lenguajes interiores del amor, útiles para seguir manteniendo una relación gozosa de amor con el ser querido que hoy vive en el Amor de Dios. En Resurrección se hacen duelos trascendentes, completamente imbatibles en comparación con los duelos inmanentes.

Pregunta: ¿Cómo puede una persona formar parte de esta misión? ¿Qué se pide? 

Respuesta: El perfil idóneo, para coordinar un grupo de duelo Resurrección, es el de quien ha sido doliente previamente, ha sanado su sufrimiento en uno de estos grupos de duelo, ha recibido la formación necesaria (teórica, práctica y permanente) y está dispuesto a dar de lo recibido.

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Pablo Hertfelder Garcia-Conde

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