(ZENIT Noticias / París, 30.08.2024).- La emblemática Catedral de Notre Dame de París, que ha sido testigo de siglos de historia y devoción, pronto recibirá una nueva incorporación con un profundo significado simbólico. Una campana, que desempeñó un papel destacado durante los recientes Juegos Olímpicos de París, será instalada en la catedral y sonará por primera vez durante la Misa de Navidad, marcando un nuevo capítulo en la historia de este icónico monumento.
De los Juegos Olímpicos a la Catedral de Notre Dame
La campana, de 500 kilogramos, fue especialmente diseñada para los Juegos Olímpicos por la fundición Cornille Havard, ubicada en la pintoresca región de Normandía. Esta empresa, conocida como “la última campanera de Francia”, no es ajena a Notre Dame; en 2013, fabricó nueve campanas nuevas para la catedral, con motivo de su 850 aniversario. Tras el devastador incendio de 2019 que dañó seriamente la catedral, Cornille Havard se encargó de restaurar las campanas afectadas, asegurando que su sonido continuara resonando en la ciudad.
El padre Olivier Ribadeau Dumas, rector y arcipreste de Notre Dame, compartió que el Comité Organizador de París propuso que la campana olímpica se instalara en la catedral. «Nos contactaron para ofrecernos esta campana y aceptamos sin dudarlo», comentó. Sin embargo, esta campana no será colocada en las torres de la catedral, sino que se ubicará en una galería interior, cerca del órgano, donde su sonido se unirá al de otras dos campanas recientemente fundidas, durante los momentos más solemnes de la misa.
El poder simbólico de la campana
Más allá de su origen olímpico, esta campana simboliza la resiliencia y la unidad, temas que han sido centrales tanto en los Juegos Olímpicos como en la restauración de Notre Dame. Durante las Olimpiadas, la campana resonó en el Estadio de Francia de Saint-Denis, marcando la línea de meta para los campeones de atletismo. Ahora, en un giro significativo, sonará en la catedral, recordando el espíritu de fraternidad y unión que los Juegos Olímpicos han promovido en París.
El padre Ribadeau Dumas subrayó la importancia de esta transición. «Lo que debemos recordar es el vínculo que se crea entre el deporte y la religión, y cómo ambos celebran la vida y las relaciones humanas», afirmó. La instalación de la campana en Notre Dame es un reflejo de esa conexión, uniendo el mundo del deporte con el ámbito espiritual en un espacio que ha sido, durante siglos, un símbolo de fe y esperanza.
Una nueva voz para la Misa de Navidad
La campana olímpica no solo servirá como un recordatorio del reciente evento deportivo global, sino que también asumirá un papel litúrgico durante la Misa de Navidad. Al unirse a las otras campanas en la catedral, su sonido resonará en el momento de la consagración, uniendo pasado y presente en un acto de devoción y celebración.
Mientras tanto, las campanas originales de Notre Dame, incluida la histórica «le bourdon Emmanuel», seguirán desempeñando su papel en ocasiones especiales. Esta campana, que ha sobrevivido a guerras y desastres, se mantiene como un testimonio de la historia duradera de la catedral. Ha sonado en momentos clave desde el incendio de 2019, incluyendo la Pascua, Navidad y la muerte del Papa Benedicto XVI.
La instalación de la campana olímpica en Notre Dame no solo añade un nuevo capítulo a la rica historia de la catedral, sino que también simboliza una conexión profunda entre deporte, fe y comunidad, resonando con un mensaje de esperanza y unidad que trascenderá generaciones.
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