La disminución de vocaciones entre 1990 y 2020 parece venir de los cambios familiares, sociales y culturales.

La disminución de vocaciones entre 1990 y 2020 parece venir de los cambios familiares, sociales y culturales. Foto: Tomada de la Red

Invierno vocacional en Colombia según nuevos datos, ¿cuáles son las causas?

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Para el año 2020 había 2,400 y esta cifra bajó a 1,700 seminaristas en 2021. Un año después, en 2022, hubo repunte a 1,900 seminaristas, según los datos que aporta el padre Manuel Vega, director de los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia. ¿Cuáles son las causas?

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(ZENIT Noticias / Bogotá, 10.09.2024).- ¿Cuántos seminaristas hay en Colombia? La cantidad más alta de seminaristas en el país fue en 1990 con 5,800 en los centros de formación de todo el país. Nuevos datos reflejan un descenso.

Para el año 2020 había 2,400 y esta cifra bajó a 1,700 seminaristas en 2021. Un año después, en 2022, hubo repunte a 1,900 seminaristas, según los datos que aporta el padre Manuel Vega, director de los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia. ¿Cuáles son las causas?

La disminución de vocaciones entre 1990 y 2020 parece venir de los cambios familiares, sociales y culturales. Por ejemplo, el número de hijos: las familias tenían alrededor de cuatro a cinco hijos en 1980 y los nuevos hogares solo tienen uno o dos. “Esta disparidad se evidencia en regiones como la antioqueña, donde había núcleos familiares grandes y se tenían aproximadamente 500 seminaristas. Hoy existen 170”, comenta el padre Vega.

También influye la educación en el hogar: “Los abuelos fueron creyentes, pero instruyeron con menos espiritualidad a sus hijos, por lo cual la nueva generación es educada con pocos criterios eclesiales. Los niños llegan a los sacramentos de iniciación cristiana con muy poco conocimiento básico de lo que se debería enseñar en la familia”.

Según el padre Hanners Díaz, formador del Seminario Mayor La Inmaculada Concepción en Girardot, municipio en la Provincia del Alto Magdalena, al suroeste de Bogotá, señala el descenso en la participación de los jóvenes en la vida sacramental desde 2020, lo cual pesa en la inquietud vocacional. Además, “cada vez se vive menos la experiencia religiosa en la vida cristiana. Se ven temas de infidelidad entre padres como un acto normal en el seno familiar. El primer testimonio es la familia y no todas viven la fe ni la oración. No hay respuesta a los llamados divinos”.

El padre Vega observa: “En 2013, los seminarios llamaban a las parroquias de su diócesis a preguntar si había solicitantes para el grupo vocacional. Llegaban alrededor de 40 candidatos. De esos entraban 15 al camino de la vida consagrada. De los 15 terminaban diez y se ordenaban. Hoy no hay aspirantes. Nos toca buscarlos en los colegios”. Y añade que se busca a los jóvenes con inquietud, promoviendo los semilleros vocacionales: “Nos hace falta un acompañamiento adecuado a los niños desde pequeños”.

Analiza el padre Vega que la motivación empieza desde experiencias cristianas inmersivas para niños y adolescentes en ciudades como Armenia, Barranquilla y Cali: “Un día al año se reúnen más de 1.200 pequeños monaguillos. El arzobispo preside una eucaristía y les impone roquetes con ornamento. Se emplean este tipo de actividades para motivar al tema misionero”.

También tiene en cuenta que, “sin embargo, debido a los malos sucesos que empañan la imagen de la Iglesia, a algunos clérigos les da temor enseñar a niños y adolescentes. Estamos fallando en la manera de engendrar las vocaciones.”

En cuanto a la formación en los seminarios, que repercute en la perseverancia, conviene recordar que el papa Francisco propuso en 2016 la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis y el padre Vega explica: “Yo tuve la gracia de acompañar la escritura de este texto con rectores de ciertos seminarios y equipos de formadores. Descubrimos que, por mucho tiempo, hubo excesiva preocupación por la parte académica. Un alumno estudiaba tres años filosofía y cuatro años, teología y, si le iba bien académicamente, le iba bien en todo”. Subraya que el Papa propuso el principio unificador del proceso de la espiritualidad durante la formación intelectual: “Es un componente esencial en la síntesis vocacional. Procuramos que la persona tenga experiencias de encuentro con Jesús”.

El padre Díaz refuerza: “Con certeza, nunca faltarán discípulos, porque la Iglesia arrancó con 12 y floreció”.

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Rafael Manuel Tovar

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