(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 18.09.2024).- Después de meses de silencio en Roma, el obispo nicaragüense Rolando Álvarez, conocido por su defensa incansable de los derechos humanos y su firme oposición al régimen de Daniel Ortega, hará su reaparición pública de gran relevancia en el segundo y último periodo del Sínodo de la Sinodalidad. Este encuentro, que tendrá lugar en el Vaticano del 2 al 27 de octubre, incluirá a Álvarez entre los participantes, un hecho que marca un punto de inflexión en su situación desde su exilio forzado a principios de este año.
Álvarez, quien fue deportado a Roma el pasado 14 de enero por la dictadura nicaragüense, ha mantenido un perfil bajo desde su llegada a la Ciudad Eterna. No obstante, su inclusión en el Sínodo, en una lista de participantes seleccionados directamente por el papa Francisco, coloca nuevamente a este defensor de los derechos humanos y de la libertad religiosa en el centro de atención.
Un defensor exiliado que no calla
El obispo Álvarez, de 57 años, se ha ganado la admiración y el respeto tanto dentro como fuera de Nicaragua por su postura valiente frente a las violaciones de derechos humanos del régimen de Ortega. Desde que fue nombrado obispo de Matagalpa en 2011 por el papa Benedicto XVI, Álvarez se destacó por su crítica feroz a los abusos del gobierno, en especial durante las protestas civiles de 2018, cuando el país se vio sumido en una grave crisis sociopolítica. Estas acciones lo convirtieron en un blanco constante de persecución por parte del gobierno.
En agosto de 2022, el régimen de Ortega intensificó la represión contra el obispo, obligándolo a permanecer recluido en su residencia episcopal junto a varios sacerdotes, seminaristas y un laico. Dos semanas después, la policía irrumpió en la casa, llevándose a Álvarez a la fuerza a Managua, donde fue acusado de traición y condenado a 26 años de prisión en febrero de 2023. Su negativa a exiliarse junto a otros 200 presos políticos que fueron enviados a Estados Unidos un día antes de su sentencia, solo intensificó su reputación de resistencia.
Finalmente, gracias a la mediación del Vaticano, Álvarez fue exiliado a Roma el 14 de enero de este año, junto a otros religiosos, en lo que fue visto como una maniobra del régimen para deshacerse de una de las voces más críticas del país.
El Sínodo como plataforma de resiliencia
La próxima participación de Álvarez en el Sínodo de la Sinodalidad es un reconocimiento a su trayectoria y un símbolo de su resistencia ante la injusticia. El sínodo, que aborda la reflexión sobre el papel de la Iglesia en el mundo moderno, servirá como una plataforma para que Álvarez continúe defendiendo los derechos humanos, ahora desde el corazón del catolicismo. Su inclusión en este evento sugiere que el papa Francisco reconoce no solo el sufrimiento y sacrificio del obispo, sino también su importancia como figura clave en la lucha por la justicia y la dignidad en Nicaragua y más allá.
A pesar de su forzosa salida de Nicaragua, el obispo no ha dejado de hacer pequeñas apariciones públicas. En enero, fue visto celebrando misa en una iglesia de Roma junto a otros sacerdotes exiliados. En junio, viajó a España, visitando la ciudad de Sevilla y el Santuario de Covadonga, en Asturias. Sin embargo, ha mantenido un perfil discreto, evitando la exposición mediática.
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