(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.09.2024).- El viernes 20 de septiembre se ha hecho pública una carta del Papa dirigida a los cardenales de la Iglesia católica. La carta aborda el tema de la reforma económica de la Santa Sede, tema que, como dice el Papa, estuvo en discusión en las congregaciones generales previas al Cónclave en el que resultó elegido él mismo. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano de la misiva.
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Queridos hermanos
Hace diez años iniciamos la reforma de la Curia romana y, mediante la Constitución apostólica Predicate Evangelium, establecimos la nueva organización de la Santa Sede, precisando sus principios rectores y sus fines. “Ecclesia semper reformanda”: éste ha sido el espíritu que ha animado la reforma, para que la Curia romana asista al Sucesor de Pedro en el ejercicio de su supremo oficio pastoral para el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares.
Si esta actualización representa un testimonio de vitalidad y de gracia, conocemos la dedicación y el trabajo de mujeres y hombres empeñados en adaptarse a este movimiento de renovación. A vosotros, hermanos cardenales, os ha correspondido, en vuestra función de asistir al Romano Pontífice en el gobierno de la Iglesia universal, acompañar a todos los implicados en este proceso de transformación.
A pesar de las dificultades y, a veces, de esa tentación de inmovilismo y rigidez ante el cambio, es mucho lo que se ha conseguido en estos años. Os agradezco la ayuda que habéis prestado y seguís prestando. Con estas premisas, quisiera ahora abordar de modo especial, una vez más, uno de los temas que más han caracterizado las Congregaciones generales anteriores al Cónclave: la reforma económica de la Santa Sede. Los años transcurridos han demostrado la clarividencia de las peticiones de reforma impulsadas en el pasado por tantos miembros del Colegio cardenalicio, que han llevado a una mayor conciencia del hecho de que los recursos económicos al servicio de la misión son limitados y deben ser gestionados con rigor y seriedad, de modo que no se desperdicien los esfuerzos de quienes han contribuido al patrimonio de la Santa Sede.
Por estas razones, ahora todos deben hacer un esfuerzo adicional para que el «déficit cero» no sea sólo un objetivo teórico, sino una meta realmente alcanzable. La reforma ha sentado las bases para la aplicación de políticas éticas que mejoren el rendimiento económico de los bienes existentes. A ello se une la necesidad de que cada institución se esfuerce por encontrar recursos externos para su misión, dando ejemplo de una gestión transparente y responsable al servicio de la Iglesia.
Por el lado de la reducción de costes, necesitamos dar un ejemplo concreto para que nuestro servicio se realice con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo y seleccionando bien nuestras prioridades, favoreciendo la colaboración mutua y las sinergias. Debemos ser conscientes de que hoy nos enfrentamos a decisiones estratégicas que deben tomarse con gran responsabilidad, porque estamos llamados a garantizar el futuro de la Misión.
Las instituciones de la Santa Sede tienen mucho que aprender de la solidaridad de las buenas familias. Al igual que en estas familias los que gozan de una buena situación económica acuden en ayuda de los miembros más necesitados, las Instituciones con superávit deben ayudar a cubrir el déficit general. Esto significa preocuparse por el bien de nuestra comunidad, actuando con generosidad, en el sentido evangélico del término, como requisito previo para pedir generosidad también desde fuera.
En conclusión, os pido que acojáis este mensaje con valentía y espíritu de servicio, y que apoyéis las reformas en curso con convicción, lealtad y generosidad, aportando vuestros conocimientos y experiencia al proceso de reforma. Cada una de las Instituciones de la Santa Sede forma con todas las demás un único cuerpo: por tanto, la auténtica colaboración y cooperación hacia el único fin, el bien de la Iglesia, es una exigencia esencial de nuestro servicio.
Con este espíritu y esta conciencia os pido que acompañéis nuestro trabajo con fidelidad y confianza.
Vaticano, 16 de septiembre de 2024
FRANCISCO
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.
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